Reinaldo Iturbe (ALN).- La próxima Cumbre de las Américas se llevará a cabo en junio. Y desde hace semanas ya se anticipa como un quebradero de cabeza para el país anfitrión, Estados Unidos, que por primera vez será sede del encuentro desde 1994.
La Administración de Joe Biden no invitará a los representantes de Cuba (Díaz-Canel), Nicaragua (Ortega) y Venezuela (Maduro), por las agrias disputas con los mandatarios de esos países, especialmente con Maduro, a quien Estados Unidos, durante la gestión de Donald Trump, intentó derribar con un paquete de sanciones que el chavismo terminó aprovechando para liberar la economía y permitir, irónicamente, la libre circulación del dólar.
A Maduro no lo derrocó la gestión de Trump, como tampoco pudo ser derrocado el régimen castrista durante más de medio siglo. La ineficacia de las sanciones como política bipartidista de consenso en Estados Unidos ya está más que comprobada empíricamente, y es la hora de los retrocesos estratégicos.
A la Cumbre de las Américas, aparte de Cuba, Nicaragua y Venezuela, es probable que tampoco asista México. Dice Manuel López Obrador que su asistencia «no se confirmará hasta que EE.UU. invite a todos los países del hemisferio», argumentando que ningún país debe ser excluido de la cumbre.
«Faltan días, espero que esta semana podamos informar, para no estar especulando, ni con conjeturas, filtraciones; una vez que tengamos todos los elementos, vamos a fijar nuestra posición aquí», remató.
«Si no están todas las naciones, no es una Cumbre de las Américas»
Y otras naciones han declinado públicamente de asistir. El presidente de Guatemala, Alejandro Giammatei, ha dicho que no asistirá luego de que Estados Unidos criticara el nuevo nombramiento del fiscal general de su país.
Xiomara Castro de Zelaya, presidenta de Honduras, ironizó sobre el nombre de la reunión.
«Si no están todas las naciones, no es una Cumbre de las Américas», escribió. Mientras que Luis Arce, presidente de Bolivia, negó también su participación «si se excluye a otros países».
Un caso similar ocurre con Alberto Fernández, presidente de Argentina. El mandatario todavía no ha negado que asistirá, pero sin dudas se manifestó preocupado por el tema de las exclusiones.
El ambiente previo
Mientras tanto se define la lista final de participantes (que todavía es un misterio), la administración de Biden hace dos cosas para matizar la efervescencia del ambiente previo a la cumbre, que resulta mucho más álgido de lo esperado:
-Retrocede en las sanciones impuestas por Trump a Cuba.
-Y trata de negociar intercambio de sanciones por condiciones electorales justas en Venezuela.
Pero ambas son el resultado de años de fracasos. De erradas políticas contra gobiernos autoritarios que en lugar de ser derribados terminaron fortalecidos, lo cual obliga seriamente a repensar cuál será la actitud de Estados Unidos con América Latina en los próximos años: si más sanciones o más negociaciones.
Hoy Biden muestra la zanahoria en lugar del garrote, porque el garrote jamás funcionó como se esperaba. No funcionó en Cuba y tampoco funcionará en Venezuela si se asume la misma posición por décadas.