Juan Carlos Zapata (ALN).- Fue este dirigente del Partido Demócrata el primero en asegurar que no habría intervención militar de los Estados Unidos en Venezuela. “En mi opinión, la invasión extranjera no se va a dar. Y la solución militar, abrupta, no es aconsejable”. Se lo dijo al diario ALnavío hace un año, cuando la frase más repetida era que todas las opciones estaban sobre la mesa, y cuando se llegaba a hablar -que fue el caso del secretario general de la OEA, Luis Almagro- de que la opción militar se justificaba si con ella se echaba a Nicolás Maduro. El dirigente que negó tal posibilidad es Leopoldo Martínez Nucete. Y hoy la historia le da la razón. Este recordatorio viene a cuento porque hoy hablará Donald Trump desde Orlando, Florida. Y hay expectativa por lo que diga sobre Venezuela, Maduro y Juan Guaidó. El caso Venezuela es tema electoral. Y es Trump quien despejará esta tarde, hora de Florida, hasta dónde va a usarlo, y va a involucrar a Venezuela. Ya se puede decir que la intervención militar está descartada. No hay país de la región que la respalde. La comunidad internacional, América Latina y Europa, se niegan a esa solución, y aunque en los Estados Unidos nunca se descarta nada, la opción aparece cada vez menos en el discurso de los interesados.
De hecho, la salida abrupta de Maduro del poder tampoco asoma hoy como posibilidad. Maduro ha soportado. Maduro soportó un apagón eléctrico bestial que dejó a oscuras a todo el país por varios días. Maduro ha soportado la caída de la producción petrolera. Maduro ha soportado los mejores momentos de Juan Guaidó y la oposición, que ya comienzan a pasar. Maduro ha soportado las consecuencias de un cuadro hiperinflacionario récord. De la escasez. De la crisis sanitaria. Maduro soportó un intento de golpe de Estado el pasado 30 de abril, y del que el asesor de Seguridad de Trump, John Bolton, dijo que estuvo a punto de sacarlo del poder. Maduro sigue allí, rechazado en las encuestas, pero sentado en la silla del Palacio de Miraflores, y sigue reprimiendo, sigue torturando, sigue violando los derechos humanos, sigue enviando diputados al exilio, sigue desmantelando el equipo de Guaidó. Maduro envió a la cárcel al primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, y nada pasó.
Maduro sigue allí respaldado por Rusia, por Cuba y China. Estados Unidos sanciona a Maduro y Maduro resiste. Maduro sanciona a Cuba y bloquea los envíos de petróleo de Venezuela a Cuba, y Maduro aguanta. Estados Unidos dice que presiona a Rusia, pero es Rusia la que hace el juego más efectivo pues Maduro sigue en el poder. Estados Unidos dice que hay que sacar a los cubanos de Venezuela, y los 16.000 cubanos siguen en Venezuela, y La Habana sigue asistiendo a Maduro en materia de inteligencia, y ahora La Habana es factor clave, que toda solución en torno a Maduro y Venezuela, pasa por lo que Raúl Castro diga.
Este escenario es el que coloca arriba las expectativas sobre el discurso de Trump. Ya se habla de que a Trump ni siquiera le interesa la salida rápida de Maduro porque lo necesita como bandera electoral en la campaña que arranca ahora y termina en 2020. También Leopoldo Martínez advertía entonces que el juego de Trump es más electoral que político, y que Trump no cuenta con una política integral hacia Venezuela. Esto también ha quedado en evidencia. De la salida rápida en los Estados Unidos ahora también se inclinan por la solución negociada, con lo cual deja huérfanos a aquellos opositores que más bulla hacían con la intervención militar. Trump hoy enfatiza que ya salieron de Venezuela las tropas rusas, y es como si dijera que con eso le basta, que ya logró esta hazaña. Claro, seguirá apretando con sanciones y no sólo a Maduro sino también a La Habana, y seguirá apoyando a Guaidó porque no le queda otra opción. Bueno, sí, le queda un gesto: aprobar el TPS, el Estatus de Protección Temporal para los venezolanos en Estados Unidos. Sólo en Florida hay 150.000 que esperan por esta medida.