Antonio José Chinchetru (ALN).- La estrategia de Daniel Ortega para mantenerse en la Presidencia de Nicaragua pasa por convencer de que su caída provocaría un vacío de poder que llevaría a mayor inseguridad e inestabilidad. La falta de un liderazgo opositor juega en este sentido a favor de él. Este es uno de los motivos por los que a Donald Trump no le interesa asumir un protagonismo en la crisis del país centroamericano que sí tiene en el caso de Venezuela.
Ahora que Donald Trump ha asumido el liderazgo de la respuesta estadounidense frente a Nicolás Maduro, surgen desde el Capitolio voces que le reclaman una mayor fortaleza ante el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. Ileana Ros-Lehtinen, republicana miembro de la Cámara de Representantes, pidió al secretario de Estado, Mike Pompeo, que la Casa Blanca tome una línea más dura frente al régimen nicaragüense. Sin embargo, los expertos consideran que EEUU no puede tomar esa línea.
La propia Ileana Ros-Lehtinen informa en Twitter sobre su reclamación a Pompeo. La republicana exigió al secretario de Estado que Washington actúe antes de que la situación en Nicaragua sea “como en Venezuela”. Hizo además un llamamiento para que el Senado apruebe la denominada Nica Act. Se trata de un proyecto de ley, presentado por ella y por el demócrata Albio Sires, cuyo objetivo es que EEUU vete cualquier préstamo que el gobierno de Ortega pida a los organismos multilaterales con participación estadounidense si antes no se celebran elecciones con suficientes garantías democráticas.
Rogelio Núñez, profesor del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (Ielat) de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), descarta que Trump vaya a asumir protagonismo en la respuesta internacional a la represión en Nicaragua. “Las prioridades de EEUU son otras, sobre todo México y Asia. También Venezuela, pero es un problema que le viene dado y ya es un problema regional e incluso mundial”, dice en conversación con ALnavío.
En Nicaragua no existe una oposición en sentido estricto, carece de liderazgos y las protestas han surgido de forma espontánea
Núñez apunta que uno de los problemas principales en Nicaragua es que no existe una oposición en sentido estricto, que carece de liderazgos y que las protestas han surgido de forma espontánea. Señala que “si EEUU tuviera la capacidad de concertar con la oposición un candidato alternativo sería posible”. Otro problema añadido es que “si Nicaragua es algo, es un país anti Estados Unidos. Por eso, EEUU no puede tener un papel protagonista”.
La ausencia de un líder opositor que pudiera asumir el gobierno si cae Daniel Ortega es algo que juega a favor del autócrata. Si se retira, se produciría un vacío de poder que generaría una mayor inestabilidad e inseguridad. Eso es algo que no le interesa a EEUU y tampoco a los empresarios, según apunta el experto español.
Añade que la dirigencia empresarial nicaragüense “va a apostar por la continuidad del régimen cuando Ortega consiga volver a pactar con ellos”. Recuerda que fueron aliados por años, y que pueden volver a serlo si el presidente les garantiza de nuevo seguridad.
Se retomarán las negociaciones
Núñez considera que la retirada de la Conferencia Episcopal del diálogo, en el que ejercía de mediadora, no va a ser definitiva y se muestra convencido de que va a haber más negociaciones: “Desde la década de los 90 la táctica de Ortega va en esa línea de nuevo reparto de cuotas y tratar de calmar y encauzar las protestas mediante la negociación”. En su opinión, los estudiantes universitarios van a mantener las mismas exigencias, que pasan por la salida del autócrata del poder, “pero no tienen la capacidad, hoy y en las circunstancias actuales, para derribar al régimen”.
Rogelio Núñez: “Ortega es consciente de que debe ceder algo ante los empresarios y la cúpula eclesiástica”
Frente a esto, Ortega va a utilizar como principal estrategia el miedo al vacío de poder, “que nadie puede cubrir, ni tan siquiera desde dentro del sandinismo”. Sin embargo, añade el académico, el mandatario va a insistir en esa vía “también siendo consciente de que tiene que transigir y ceder algo ante los empresarios y la cúpula eclesiástica. Pero siempre intentando mantener su cuota de poder e influencia”.
Una de las opciones que están presentes para poner fin a la crisis es que Ortega acepte que está ante su último mandato (que terminaría en 2021). Para que esta salida fuera aceptada por los sectores opositores que no secundan las posturas de los universitarios, debería incluir que tampoco se pueda presentar “nadie cercano a él, lo que incluye a su mujer y vicepresidenta, Rosario Murillo”, según apunta Núñez. El experto señala que, aunque no sea el planteamiento principal en estos momentos, sí es una posibilidad que se baraja.