Daniel Gómez (ALN).- La expresidenta Dilma Rousseff dice que “no hay plan B”, que Luiz Inácio Lula da Silva seguirá siendo el candidato a la Presidencia de Brasil. Y no sólo eso, seguirá siendo el favorito, él, o el candidato que vaya en su lugar. “Si volvemos a realizar una encuesta sería muy fácil adivinar el resultado. Hoy vemos que el segundo lugar es para el candidato que hipotéticamente pudiera indicar Lula”, dijo la exmandataria este martes en Madrid.
Dilma Rousseff debió sentirse como en casa. En Madrid fue recibida con aplausos, vítores y carteles de “Lula libre”. Aquello parecía un mitin del Partido de los Trabajadores (PT). Brasileños, muchos con camisetas del PT, copaban los asientos de la Casa de América. Por la emoción, aquello parecía un partido en el Maracaná.
Los seguidores de Rousseff gritaban fuerte. Más aún cuando fue presentada como “presidenta legítima” de Brasil. Ahí ella se agrandó. Encontró el escenario idóneo para defender su causa y su inocencia. Para defender a la izquierda y a su mentor, Luiz Inácio Lula da Silva, preso desde este sábado.
“Mi impeachment era un proceso en mi contra y de Lula. En los medios existen más de 70 horas de continua campaña para desprestigiarle. Pero resulta que, a más condena, más apoyo”.
No le falta razón. La última encuesta de Ipsos coloca a Lula da Silva como el candidato a la Presidencia mejor valorado de cara a las elecciones del próximo 7 de octubre. Posee casi el doble de aprobación que el segundo, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
“Si Lula no se retira, ¿por qué emprender un plan B sabiendo que es inocente? No es por soberbia. Defendemos a Lula porque es inocente. Y si quieren sacarlo de la carrera electoral tendrán que hacerlo con sus métodos”, dijo Rousseff.
El plan B, entonces, es que no hay plan B. Lula da Silva seguirá siendo el candidato a la Presidencia de Brasil. De la campaña ya se encargan sus seguidores. “Lula está preso y no tiene voz. Nosotros seremos su voz. No puede viajar, pues nos moveremos por él”, apuntó.
Lo que está claro es que la cárcel anula las aspiraciones de Lula. Y las anula por una ley impulsada por el propio líder del PT. Esta dice que un candidato condenado en segunda instancia no puede participar en una elección.
Aun así, desde la izquierda tienen la confianza de que pueden recuperar la Presidencia aun sin Lula. Esa es la convicción de Rousseff. “Si volvemos a realizar una encuesta sería muy fácil adivinar el resultado. Hoy vemos que el segundo lugar es para el candidato que hipotéticamente pudiera indicar Lula”.
El golpe de Estado
Rousseff, de 70 años, se encuentra de gira internacional sumando apoyos para su causa. En Madrid se reunió con dirigentes de la izquierda como Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y Pablo Iglesias, secretario general de Podemos. Luego marchará a Barcelona, y de ahí a Estados Unidos.
La expresidenta está convencida -y así lo hizo saber en la conferencia- de que la izquierda en Brasil sufre una persecución. Ese es el golpe de Estado en el que insiste.
Un golpe que “trata de alejar del poder al partido que ha ganado de forma legítima las cuatro últimas elecciones de Brasil”. Un golpe “que es nuevo y que no es militar”. El loftware, lo llaman. Un golpe “que surge del Parlamento y que ha tenido el apoyo de las corporaciones, el Poder Judicial y las fuerzas de mercado”.
“El golpe surge del Parlamento y ha tenido el apoyo de las corporaciones, el Poder Judicial y las fuerzas del mercado”
Ella detecta dos fases en este golpe. La primera data del 31 de agosto de 2016, cuando el Congreso la destituyó del Palacio de Planalto. La segunda es más reciente y ocurrió este sábado, con el ingreso en prisión de Lula da Silva, “injustificado” para ella.
Como consecuencia de este ataque, Rousseff observa un giro peligroso. “Hay un proceso de radicalización que nos ha llevado a que incluso se atacara con tiros el autobús de Lula. Esto favorece la emergencia de la extrema derecha”.
Y es que, para la expresidenta, hoy Brasil es “un pálido reflejo en el pasado reciente”. No le importa que haya salido de la recesión económica. En su opinión, las medidas del presidente Michel Temer están aumentando las diferencias en la sociedad.
“Brasil es un país de negros, indios y blancos. Esto es lo que encarna Lula. Por ello sigue siendo líder. Es el protagonista de nuestro futuro en Brasil. Ahora vivimos una situación triste. Ver a Lula, incluso cargado a hombros por el pueblo, dirigirse a la cárcel, representa una inmensa injusticia…”.
A partir de ese momento se dejó de escuchar a Rousseff. Los aplausos fueron ensordecedores. Sólo tuvo tiempo para una frase más. Ahí la ovación fue atronadora. “¡Lula es inocente!”, clamó la expresidenta. “¡Lula es inocente!”, repitió desde el público más de la mitad del anfiteatro.