Daniel Gómez (ALN).- Al diplomático venezolano Diego Arria, las palabras ‘Leopoldo López en Madrid’ le cayeron como un jarro de agua fría. López confesó que la oposición estaba trabajando por un gobierno de transición en Venezuela del que también tienen que formar parte los chavistas. “Esto es algo que, tras muchos años de lucha, con un alto costo personal, me entristece, me apena y me preocupa porque vamos a vernos sentados en una mesa con una manga de criminales. Es algo terrible”, dijo Arria en entrevista con el diario ALnavío.
Diego Arria es el diplomático venezolano más reconocido en Naciones Unidas. Fue embajador ante la ONU; asesor y mano derecha del exsecretario general Kofi Annan; presidente del Consejo de Seguridad; e incluso, creador de un esquema para la resolución de conflictos al que Naciones Unidas bautizó con su nombre: La Fórmula Arria.
La Fórmula Arria permite a personas e instituciones externas al Consejo de Seguridad de la ONU comunicarse directamente con el Consejo mediante reuniones informales. Estos encuentros resultan clave para que los países miembros, los que de verdad tienen poder de decisión, hagan sus dictámenes con una visión completa de la crisis, con hechos y detalles que muchas veces las posturas oficialistas desconocen u ocultan.
En entrevista con el diario ALnavío, Diego Arria reconoce estar sorprendido porque nadie en la delegación de Juan Guaidó haya echado mano de su fórmula para destrancar el juego en Venezuela. Tiene la sospecha de que no lo hacen por miedo. Miedo a destapar a los que considera sus socios: el chavismo, los chavistas, aquellos con quienes pretenden conformar un gobierno de transición.
Como ha venido defendiendo Arria durante años, no habrá cambio en Venezuela si en el país continúan los ladrones, los narcotraficantes y los violadores de derechos humanos. Esos que para él conforman el círculo de poder que rodea y colabora con Nicolás Maduro. Por eso no le sentaron bien las palabras del opositor Leopoldo López, al llegar a Madrid, quien reconoció que desde el equipo de Juan Guaidó están trabajando para formar un gobierno de transición en el que también se incluya a los chavistas. De hecho, es el propio Arria quien introduce este planteamiento antes de comenzar la entrevista:
– Para mí el gran descubrimiento que ha hecho Venezuela han sido las declaraciones de López al llegar a Madrid. Reconoció que en el fondo tienen dos años negociando un gobierno de transición. Una transición con los chavistas, con segmentos del chavismo, en definitiva, con el acuerdo del régimen, de la narcotiranía. Eso explica para mí la reticencia y la falta de firmeza de la comunidad internacional en muchas instancias a la hora de ayudarnos. Porque el mensaje que estábamos transmitiendo al mundo era que queríamos un gobierno de transición con sectores de la narcotiranía. Esto ha desnudado una realidad que sólo era conocida para ellos. Para la llamada oposición.
– ¿Entonces dónde reside el error de la oposición? ¿No han sabido comunicar su estrategia? ¿No han sido claros a la hora de trazar objetivos?
– El problema comienza porque en Venezuela no ha habido oposición, sino posiciones. Y las posiciones reflejan los intereses de pequeños grupos que ni siquiera sumados representan el interés nacional. No ha habido un objetivo único, concreto, apoyado, de consenso. Los objetivos se han movido. Y sobre todo lo más importante, se han movido en la sombra, tal como López ha revelado. Sus palabras en Madrid demuestran lo que ha venido señalando el régimen, que la oposición está en una autopista de dos vías. En una vía son oposición. Y en otra están colaborando con la narcotiranía. Esto ha significado un obstáculo para combatir al régimen y un obstáculo a la hora de presentarnos a la comunidad internacional. ¿Qué es lo que realmente queremos los venezolanos? Parece que queremos un gobierno de transición con los chavistas, cosa que aparentemente le hace gracia al señor Borrell [Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea]. Y por lo que veo, las declaraciones de Leopoldo López calzan muy bien con lo que dice Borrell, representando más a España que a toda Europa en mi opinión, porque todos en la Unión Europea no piensan así.
– Josep Borrell alude al pragmatismo cuando plantea un gobierno de parte y parte, con chavistas y opositores. Dice que es lo más realista. ¿No es acaso cierto?
– Esa fue la misma posición que tomó España en la crisis de Yugoslavia cuando estaban masacrando a los musulmanes en el año 1993, acompañando a Francia, Rusia e Inglaterra, para impedir que se armaran los bosnios musulmanes, y entonces permitieron que los masacraran. Hoy quieren repetir este comportamiento realmente deplorable.
– Pero no es sólo cosa de Borrell. Todo apunta a que en Estados Unidos va a ganar Joe Biden. Y lo que dicen los analistas es que con Biden, EEUU adoptará una postura en el caso Venezuela más cercana a la de Europa.
– Durante meses he venido diciendo que la visión de Joe Biden fue la que acompañó a Barack Obama en el caso de Cuba. Ellos querían abrirle las puertas a Cuba, y yo replicaba que abrirle las puertas era cerrárselas a la libertad de Cuba y también de Venezuela, que sufre la intervención de los cubanos en el campo militar, policial, carcelario, de torturas, e incluso, la intervención en el control de la política exterior. Yo temo que este sea el caso de Biden. Que, por llevar la contraria a Donald Trump, intente modificar la política de sanciones. Pero bueno, imaginemos entonces que Biden gana las elecciones. Los republicanos no van a desaparecer. Y, además, hay que recordar que las primeras sanciones contra funcionarios chavistas fueron impuestas por Obama con Biden como vicepresidente. Aquí me gustaría recordar que la llamada oposición oficial de Venezuela en ese momento fue a Washington a pedir que por favor retiraran las sanciones. Podríamos estar nuevamente ante la repetición de ese penoso episodio en el cual dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática fueron a Estados Unidos a pedir el fin de las sanciones a un grupo de chavistas.
– Toca el tema de las sanciones. Se han impuesto medidas contra funcionarios chavistas, contra miembros del gobierno, contra el corazón de la economía venezolana que es el petróleo… Pero Maduro sigue ahí. Resiste. ¿Se puede hacer algo más?
– El caso de Venezuela es tan inédito que no creo que nadie pueda pronunciarse sabiamente para decir que esta es la salida, o esto es lo necesario. No puedo pronunciarme de forma categórica, pero sí sé algo que está faltando. Ayer estuve conversando con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, y con un grupo de jóvenes latinoamericanos sobre la responsabilidad de proteger. No es sólo un compromiso del exterior con nosotros. Sino un compromiso también de protegernos a nosotros mismos los venezolanos. Por eso no podemos olvidarnos de lo que ha pasado en Venezuela. No se puede hacer borrón y cuenta nueva de 20 años de tortura a todo un pueblo, que tiene más de 400 presos políticos y seis millones de exiliados. Después de todo eso no podemos decir que hay que hacer una transición con la narcotiranía para pensar en elecciones. Hablan de elecciones, mientras el país habla de agua, comida, libertad, derechos. Yo creo que estos dirigentes políticos insisten en elecciones porque es su única manera de aprovecharse de algo de Venezuela y no asumir el compromiso de rescatar el país. Así que para protegernos a nosotros mismos tenemos que tener una claridad de propósitos. Y para esto en el fondo tiene que surgir un liderazgo. No hay liderazgo en Venezuela. Y este liderazgo tiene que arrasar con las malas costumbres y la distorsión de la realidad, que ha puesto en venta todas las penurias de los venezolanos. Parece que todos los muertos venezolanos no valen nada y sólo valen las elecciones libres para de alguna manera participar en la torta, porque así es como ellos ven a Venezuela. Como una torta.
– Habla usted de que emerja un liderazgo. ¿Por qué no aparecen caras nuevas en un país tan castigado, que ha luchado tanto, que ha salido a las calles, que está bien formado?
– Yo tenía una gran esperanza en que la generación que ha tomado ahora el interinato [la Administración de Juan Guaidó] tendría otros valores y otros compromisos. Creo que surgirán nuevos héroes. Héroes de los rincones más escondidos del país. Porque hasta hoy el liderazgo político venezolano ha sido mediático, y no político ni social. Por eso los dirigentes actuales están muy por debajo de las necesidades que demanda manejarse ante un régimen criminal. Creo que la oposición sufre de soberbia. Y no hay nada peor que la soberbia, que les hace más ignorantes y desactualizados de cómo manejarse. Esta es la realidad, porque quienes salen en la prensa, en los medios, son los dirigentes tradicionales del país. Las nuevas voces, que pueden estar en Portuguesa, San Cristóbal, Mérida, o en la diáspora, no aparecen.
– Hace un año usted no era tan pesimista. Más bien al contrario. Sentía que una nueva Venezuela estaba cerca. ¿Qué ha cambiado?
– Entiendo su pregunta. Pero no era optimista. Simplemente veía ciertos hechos en Venezuela y el mundo que me invitaban a pensar que había grandes posibilidades de rescatar el país. Pero no se dieron. Y hoy lo que veo es que el principal obstáculo que tenemos para salir de la narcotiranía somos nosotros mismos. Y cuando digo nosotros mismos me refiero a una dirigencia política interesada en lo que ellos llaman elecciones. Elecciones que no son más que una manera de ocupar un espacio en la Venezuela que quede. Esto es algo que, tras muchos años de lucha, con un alto costo personal, me entristece, me apena y me preocupa porque vamos a vernos sentados en una mesa con una manga de criminales. Es algo terrible.
– A usted, que lo ha sido todo en la ONU, ¿le apena que el gobierno interino no le haya ofrecido un puesto para trabajar por Venezuela en Nueva York?
– Nunca me hicieron la propuesta, y tampoco la habría aceptado. No confío en eso que llaman el G4 [Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, los cuatro partidos más importantes de Venezuela]. Siempre fui y he sido un hombre independiente. Y una persona como yo, con criterios propios, con una experiencia internacional intensa, era sumamente incómoda para gente sin experiencia ni conocimiento ni voluntad para pelear por un país distinto.
– Tampoco han apostado por la Fórmula Arria para destrancar el juego en Venezuela.
– Hasta ahora ha habido dos fórmulas Arria sobre el tema humanitario. Una planteada por Francia y otra por Estados Unidos. Lo curioso es que nunca nadie del gobierno interino le pidió al Consejo de Seguridad una Fórmula Arria para abordar las torturas en Venezuela, o las denuncias sobre los crímenes de lesa humanidad que acaba de denunciar la ONU. Curiosamente, han sido de otros gobiernos los que se me acercan para preguntarme por qué Venezuela no nos lo pidió. Yo sinceramente creo que no lo hacen porque cuando tienen el compromiso de armar un gobierno de transición, ¿cómo van a abrir ellos una ventana para criticar a los que serán sus futuros socios? La dirigencia política de la oposición venezolana es rehén del propósito de compartir gobierno con una narcotiranía de Maduro.