Redacción (ALN).- Una mujer, de unos 30 años menor que él, lo adelanta abruptamente con una silla metálica en mano para sentarse en un mejor puesto, dos metros más adelante, en la quinta fila de los que aguardan en el centro de vacunación contra el COVID-19 del Círculo Militar de Maracaibo.
José, un urbanista venezolano entrado en sus 70 años, la aplaude sarcásticamente a sus espaldas. Critica su actitud y usa el ejemplo para comparar la cultura cívica de su país con el modernismo de la Singapur de finales del siglo pasado, mencionando cómo derivó en una potencia económica y de desarrollo ciudadano bajo la tutela del primer ministro Lee Kuan Yew.
“Deberían haber instalado una pantalla para ir pasando a cada quien por su nombre, mucho más ordenado”, indica a un joven que se sienta a su lado, entre el bullicio de sillas que se arrastran y una tensión silente que escala.
Solo tres personas, dos civiles y un policía, controlan la logística en un amplísimo espacio bajo techo, donde las altas temperaturas hacen recorrer una humedad vaporosa entre la gente a medida que avanza la mañana.
Se observaba una veintena de filas de 15 sillas cada una, apropiadamente distanciadas, al inicio de la jornada, a las 8:00 de la mañana. Un par de horas después, sin embargo, los asientos están apiñados, mientras se oyen reclamos a gritos de algunos impacientes y escala la tensión de la prolongada espera.
El anciano, de cejas pobladas que resaltan justo sobre su mascarilla negra, tiene un par de horas y media aguardando por su turno. Ya entregó su cédula de identidad a los organizadores, que vociferan, uno a uno, los nombres de quienes deben pasar a un pequeño salón con aire acondicionado donde los inmunizan.
Se sorprende cuando gritan el nombre del muchacho con quien conversaba sobre Singapur, el civilismo y el orden. Pasa directo a vacunarse. José, estupefacto, aunque siempre amable, había llegado mucho antes que él.
“Caos” bajo el sol inclemente
Juan, un comunicador social y docente universitario, de 40 años, ha visto colapsar a tres ancianos durante las ocho horas y media que ha esperado por su segunda dosis en el centro de vacunación de La Villa Deportiva de Maracaibo.
La ciudad registraba el jueves una sensación térmica de 41 grados centígrados. Son centenares de interesados en vacunarse formados bajo el sol, apenas con la sombra sutil de algún árbol, en el exterior del centro. Hay “el doble o triple” de asistentes, calcula, en comparación con la jornada de tres semanas antes.
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