Leopoldo Martínez Nucete (ALN).- Al anunciar que se llegó al acuerdo de “suspender” los aranceles que proponía porque México se había comprometido a impedir el flujo de migrantes en su frontera sur, Donald Trump alega anotarse una victoria. Mediática y políticamente frente a sus electores lo es, sin duda, y le sirve para esconder el fracaso y dificultad de cumplir las ofertas electorales en este campo, entre otras que a tres años de su elección no ha podido poner el primer ladrillo del absurdo muro que propuso para separar a EEUU de México.
El último impasse entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador ha concluido con un “acuerdo” que ambos presentan como una victoria frente a las audiencias clave en sus respectivos países.
Donald Trump hace pocas semanas se llenaba la boca gritando a los cuatro vientos que había logrado el mejor acuerdo comercial de la historia con México y Canadá, tras un año de tensión en la relación con ambos países (los dos principales socios comerciales de EEUU), cuando en el fondo sólo relanzó con otro nombre el mismo Nafta incluyendo algunos ajustes que venían negociándose como enmiendas desde hace unos dos o tres años.
Con este ejercicio retórico y este cuestionado accionar jurídico Trump retomó y comienza a dar forma a su narrativa electoral populista, desde el extremo de la derecha nacionalista que fundamentó su campaña en 2016. Desde el primer día la imagen de México y los inmigrantes mexicanos (así como de los latinos en general) han sido su saco de boxeo favorito para lanzar golpes y entusiasmar a sus seguidores, fieles creyentes de esta prédica xenófoba.
Mientras el nuevo acuerdo esperaba la aprobación parlamentaria, destacando la resistencia de algunos sectores en la mayoría demócrata de la Cámara, por no haber efectivamente incluido avances importantes en materia ambiental y laboral, Trump lanzó otra de sus Twitter-batallas contra México: la amenaza de un arancel del 5% a todas las importaciones de México si este gobierno no frena la migración desde Centroamérica hacia los EEUU. Dicho arancel se incrementaría mes a mes, bajo la amenaza de Trump, mientras no se resolviese el tema migratorio.
En cosa de minutos aquel que él bautizó como el mejor acuerdo comercial de la historia fue olvidado e incumplido antes de entrar en plena vigencia (y violando la normativa que transitoriamente sigue en vigor) para unilateralmente amenazar con estos aranceles (sin racionalidad económica alguna) como herramienta para alcanzar un complejo objetivo en materia migratoria sin atender las causas últimas del problema, que residen en la crisis humanitaria del Triángulo Norte centroamericano, agravada en parte por la indisposición de Trump de continuar invirtiendo recursos de cooperación y desarrollo para aliviar y superar la situación que conlleva al movimiento migratorio que trae miles de familias hasta la frontera para solicitar asilo o refugio en EEUU, de acuerdo con las leyes del país y las normas internacionales sobre protección a los derechos humanos. El fundamento de su amenaza fue la invocación abusiva de facultades extraordinarias bajo la Ley de Poderes Económicos ante Emergencias Internaciones.
Con este ejercicio retórico y este cuestionado accionar jurídico Trump retomó y comienza a dar forma a su narrativa electoral populista, desde el extremo de la derecha nacionalista que fundamentó su campaña en 2016. Desde el primer día la imagen de México y los inmigrantes mexicanos (así como de los latinos en general) han sido su saco de boxeo favorito para lanzar golpes y entusiasmar a sus seguidores, fieles creyentes de esta prédica xenófoba.
Al anunciar que se llegó al acuerdo de “suspender” los aranceles que proponía porque México se había comprometido a impedir el flujo de migrantes en su frontera sur, Trump alega anotarse una victoria. Mediática y políticamente frente a sus electores lo es, sin duda, y le sirve para esconder el fracaso y dificultad de cumplir sus ofertas electorales en este campo, entre otras que a tres años de su elección no ha podido poner el primer ladrillo del absurdo muro que propuso para separar a EEUU de México.
¿Pero es todo esto positivo para los EEUU? En realidad Trump no acuerda nada salvo echar para atrás sus amenazas de imponer aranceles unilateralmente, advertido no solamente de las dificultades legales que su accionar podía encontrar en los tribunales de EEUU y ante la propia Organización Mundial de Comercio, sino también por la recomendación de asesores de su propio gobierno (y presión de amplios sectores de la economía) que le demostraron el negativo impacto de esta medida, que en el fondo es un impuesto que pagarían los importadores y consumidores estadounidenses (no México) encareciendo el costo de la vida o introduciendo negativas disrupciones en la cadena de producción en muchas industrias que operan bajo un modelo de economía compartida o integrada con México. Al mismo tiempo, diversas voces le advertían que la interrupción o disminución del intercambio en muchos rubros (a consecuencia del costo creado por estos aranceles) afectaría el empleo en las prósperas y dinámicas actividades logísticas, almacenamiento, transporte o distribución en y desde los estados fronterizos con México, esto sin pensar en las consecuencias que una retaliación arancelaria por parte de México tendría sobre decenas de rubros agrícolas e industriales exportados a México por empresas estadounidenses ubicadas en más de 30 estados, buena parte de ellos con gobernadores republicanos.
Finalmente, si una batalla comercial terminase debilitando económicamente a México, reflotaría el problema migratorio desde ese país a los EEUU, en buena parte bajo control dadas las oportunidades que ese mercado de intercambios ha creado en México desde la existencia del Nafta, sumándose esto a la presión migratoria que atraviesa México desde Centroamérica.
Una historia preñada de “gatopardismo”
La acuciosidad de la prensa por su parte logró dar con algunos hechos en medio del “cacareado” triunfo que alega Trump. Primero la revelación de que el supuesto acuerdo migratorio no es en esencia nada diferente a lo que lleva años planteando México sin mayores resultados, por falta de recursos y capacidad operativa, además de obstáculos legales, sobre todo mientras no exista un horizonte de soluciones a la crisis de violencia y pobreza que azota a quienes viven en el Triángulo Norte de Centroamérica. Por otra parte, las autoridades mexicanas consultadas por los medios negaron la versión expuesta por Trump de que México además se había comprometido a comprar más productos agrícolas estadounidenses.
¿Pero es todo esto positivo para los EEUU? En realidad Trump no acuerda nada salvo echar para atrás sus amenazas de imponer aranceles unilateralmente, advertido no solamente de las dificultades legales que su accionar podía encontrar en los tribunales de EEUU y ante la propia Organización Mundial de Comercio, sino también por la recomendación de asesores de su propio gobierno.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO), por su parte, mostró una destreza a la que también está sacando punta en lo político dentro de México. A su base política le ha vendido que enfrentó con firmeza y puso fin con inteligencia a otra “amenaza gringa” contra la soberanía e intereses mexicanos; pero a los sectores empresariales les mostró sin aspavientos que entiende, más allá de la retórica política, la vital relación económica y comercial con EEUU como estratégica; y que está comprometido en defender ese intercambio sustentado en el libre comercio e iniciativa empresarial.
En pocas palabras AMLO logra más que Trump, pues envía sin cambiar su discurso político un mensaje de confianza, serenidad y aplomo en el manejo de este delicado asunto económico a los empresarios mexicanos y muchos sectores todavía alarmados o que desconfían de sus propósitos como jefe de Estado. Finalmente AMLO, al decir que trabajará para frenar este flujo de migrantes, responde también al rechazo que genera en muchos la imagen, amplificada en los medios, de las caravanas de migrantes cruzando territorio mexicano. De la palabra a los resultados hay un largo trecho, pero en eso esta retórica tiene un impacto positivo para AMLO en lo político también más allá de sus audiencias tradicionales.
Por el contrario Trump con su accionar, más allá de hablarle a sus audiencias cautivas y más comprometidas, crea más desconfianza en el plano económico frente al empresariado de su país y el mundo, mostrándose indispuesto a cumplir los acuerdos comerciales e internacionales que firma o que mantienen los EEUU, socavando la institucionalidad que caracteriza a esta gran nación en el planeta. Entre los republicanos, incluso, la falta de compromiso con el libre comercio internacional genera una inmensa desconfianza.
En fin, esta historia preñada de “gatopardismo” (donde todo cambia para no cambiar nada) es un juego de posturas e imágenes políticas, que coloca a Trump en el mismo lugar de cualquier otro líder neoautoritario y populista que opera desde la derecha nacionalista. Algo inédito en la historia moderna y contemporánea de los EEUU, y sin duda una terrible y peligrosa regresión institucional.
(Publicado originalmente el 13 de junio de 2019)