Rafael Alba (ALN).- Warner necesita desesperadamente nuevas estrellas para recuperar el terreno perdido frente a Universal y Sony. La aparición de nuevos aspirantes al título como Altafonte Network u Ocesa Seitrack aumenta la competencia en el mercado latino.
Desde hace unos años, cada vez que se publican los datos oficiales del cierre de un ejercicio completo, en algunos ámbitos de la industria musical, los principales analistas y los grandes gurús del mercado se hacen una pregunta recurrente: ¿Qué pasa con Warner? ¿Por qué esta discográfica, cuya cartera está plagada de grandes estrellas, no consigue aumentar significativamente su cuota de mercado y acercarse a las cifras de Universal y Sony, sus dos grandes rivales? Y la respuesta no resulta fácil de encontrar, porque en principio la empresa dirigida por Stephen Cooper parece disponer de todo lo necesario para estar presente en la pelea. Y, sin embargo, una vez más, en 2018, los responsables de la discográfica neoyorquina se han despertado en su particular día de la marmota. La buena noticia es que, según los datos recopilados por la consultora especializada Midia Research, en el pasado ejercicio, Warner habría conseguido aumentar su cuota un 0,6%, hasta alcanzar el 18,3%, un guarismo más alentador de lo habitual, pero todavía insuficiente.
Los productores de ahora, a quienes se suele conceder la gloria de compartir créditos con las estrellas para las que trabajan, les basta con conocer bien los plugins y las programaciones disponibles y tener claro qué elementos hay que depositar en la coctelera sonora para enganchar a los oyentes potenciales. Son los nuevos magos
Cierto que la remontada no ha sido completamente estéril porque gracias a ella la compañía estadounidense ha recortado la diferencia que le separa de Sony, que ha retrocedido un 1,5%, pero mantiene la segunda plaza con un 21% de cuota. Pero las informaciones favorables dejan al final un sabor agridulce porque en este mismo periodo de tiempo, Universal ha consolidado todavía más su, por ahora, indiscutible liderazgo, al conseguir también un aumento de cuota del 0,6%, que le sitúa en la primera posición con una cuota del 31%. Y subiendo. Una pujanza que se convierte en un problema de primer orden para los equipos de sus competidores, que se ven forzados a diagnosticar con precisión sus deficiencias y subsanarlas a toda velocidad. Y, en ese aspecto, la evolución del negocio en los últimos años, en los que la música latina ha conseguido aumentar su importancia como fuente de ingresos indispensable y mercado emergente en expansión, parece haberle proporcionado a Warner unas cuantas pistas sobre la estrategia que debería poner en marcha más pronto que tarde para seguir en la carrera con posibilidades de éxito.
Cooper y su equipo necesitan jugar fuerte en este segmento. Porque su filial latina no parece estar a la altura de los nuevos tiempos. En este campo, en el que la competencia ha aumentado a velocidad vertiginosa, en paralelo con la pujanza del negocio, la major neoyorquina se ha quedado un poco descolgada de las tendencias más en boga. En concreto, de la creciente y cambiante escena configurada alrededor del trap, el reggaetón y la música urbana. Warner cuenta en su plantilla con algunos valores seguros, sobre todo en el sector de los grandes baladistas, donde el efecto negativo que supuso la pérdida de Alejandro Sanz ha sido atenuado por el regreso a escena del mexicano Luis Miguel, un grande donde los haya que hasta ha aumentado su popularidad gracias a la serie biográfica que le ha dedicado Netflix. Y también con un Pablo Alborán que compite bien en España y todavía tiene que demostrar que sus canciones agradables y evocadoras son del gusto de la afición latinoamericana. Pero, a falta de que funcionen en el ámbito global algunas apuestas recientes de éxito local contrastado como la brasileña Anitta o el argentino Paulo Londra, Warner necesita artistas frescos para presentar batalla en este territorio hostil.
Cardi B, la última gran sensación latina
Una pena. Sobre todo, porque también en estas presuntas carencias puede detectarse una curiosa paradoja que muestra hasta qué punto han cambiado los paradigmas gracias al impacto que han tenido en el negocio las nuevas fórmulas de consumo que han traído internet y las plataformas de streaming. Resulta que Warner tiene en nómina a Cardi B, quizá la última gran sensación latina que ha fascinado a medio mundo. Y, sin embargo, su condición de artista angloparlante, que por muchos años podría haberse considerado una ventaja, le resta posibilidades en un contexto en que tras la explosión provocada en YouTube por Luis Fonsi y Daddy Yankee con su inevitable Despacito parece necesario tener un buen single en castellano para competir con garantías de éxito frente a los multivendedores de Universal como J. Balvin, Bad Bunny y el ya mencionado Fonsi y con jóvenes promesas como Aitana y el resto de triunfitas y triunfitos en España, y los campeones y campeonas de Sony que cuenta con Ozuna, C. Tangana, Becky G o Rosalía, por nombrar sólo a unos cuantos.
Esa parece haber sido la base del acuerdo que ha ligado a Alizzz con Warner. El responsable del éxito de temas míticos como Antes de Morirme, que puso en circulación las figuras de Rosalía y C. Tangana, ha creado un sello discográfico denominado Whoa Music, que va a gestionar a medias con la compañía
Y esta no es la única incertidumbre que ensombrece el horizonte a medio plazo. Las nuevas tecnologías han propiciado también que aparezca un nuevo tipo de compañía independiente, con un perfil digitalizado que proporciona toda una serie de servicios a los artistas interesados y, en algunos casos, llega a competir casi en pie de igualdad con las monstruosas majors. Hay artistas que apuestan por este tipo de ofertas y contratan lo que necesitan a conglomerados como la española Altafonte Networks, con la que trabajan unas cuantas bandas de éxito como Izal, por ejemplo, que han optado por mantener en todo momento el control de su carrera. Y también proliferan las grandes promotoras de conciertos y management que expanden su actividad e incluyen en su estructura a sellos discográficos de nueva creación. Es el caso de Ocesa Seitrack, la nueva división, de la gran compañía mexicana de música en directo que, a pesar de su reciente llegada al mercado, ya cuenta en su cartera con artistas tan competitivos como la cantante española Ana Torroja, la para muchos inolvidable vocalista de Mecano, una de las bandas españolas más influyentes de la historia.
¿Un panorama complicado para Warner? Sin duda. O eso parecen opinar muchos expertos y columnistas de las publicaciones especializadas que recomiendan a la empresa salir en busca de las próximas estrellas. O, en su defecto, ser capaces de irrumpir en la escena con algún giro estilístico ganador que genere cambios, aunque sea leves, en las tendencias sonoras dominantes. No hace mucho, el responsable de la filial latina de la compañía, Íñigo Zabala, reconocía de alguna forma esta carencia, al menos indirectamente, al asegurar que la compañía estaba dispuesta a invertir tiempo y recursos en la división de Artistas y Repertorio, para revertir la situación actual. Y, probablemente, ese sea el camino. Potenciar y exigir resultados a los a&r’s, esos componentes básicos de la plantilla de cualquier discográfica dotados de un olfato prodigioso que hace sólo una década gastaban suela al recorrer cada noche los pequeños locales de las ciudades más musicales del planeta en busca de la próxima estrella global.
Qué son los beats
Habrán oído hablar de esta peculiar especie. Ellos y ellas son los protagonistas de los sueños húmedos de todos los chicos y chicas que se han subido alguna vez a un escenario e iniciado el incierto camino de la gloria. Aunque muy pocos han llegado a conocerles de verdad. Pero no hay que desesperar. Lo cierto es que estos hombres y mujeres sin piedad, que son capaces de intuir el rastro del dinero fresco potencial en el centro de una maraña de vertiginosas semicorcheas, aún existen, a pesar de que en pleno siglo XXI trabajen en paralelo con los algoritmos y su hábitat natural esté un poco lejos de los pequeños escenarios urbanos. Además, de su varita mágica ya no surgen contratos como los de antes. Aquellos en los que se fichaba al artista para que grabara un disco. Primero un single con el que llamar a las puertas de las radiofórmulas y después un álbum si llegaba el caso. Ahora los formatos físicos ni siquiera están incluidos en el menú. Lo que cuentan son las canciones, claro. Pero sin un buen vídeo viral que las sostenga no hay nada que hacer.
Warner tiene en nómina a Cardi B, quizá la última gran sensación latina que ha fascinado a medio mundo. Y, sin embargo, su condición de artista angloparlante le resta posibilidades en un contexto en que parece necesario tener un buen single en castellano para competir con los multivendedores de Universal
Y sin un buen fabricante de beats, tampoco. Los beats no son otra cosa que fondos musicales desarrollados por medio de sistemas sonoros digitales que funcionan como potenciadores del atractivo de las melodías o los recitados de las canciones. Los productores de ahora, a quienes se suele conceder la gloria de compartir créditos con las estrellas para las que trabajan, se parecen un poco a los arreglistas del siglo XX, pero sin necesidad de partituras ni costosas nóminas de instrumentistas para hacer su trabajo. Les basta con conocer bien los plugins y las programaciones disponibles y tener claro qué elementos hay que depositar en la coctelera sonora para enganchar a los oyentes potenciales. Son los nuevos magos. Y su figura cotiza al alza. Aunque no suelen casarse en exclusiva con nadie, porque mantener su independencia les resulta mucho más rentable. Pero, eso no quiere decir que no estén dispuestos a escuchar ofertas. Sobre todo si les permiten experimentar y correr riesgos financiados por terceros.
Esa parece haber sido la base del acuerdo que ha ligado a Alizzz -nombre artístico del productor y DJ barcelonés Cristian Quirante– con Warner. El responsable del éxito de temas míticos como Antes de Morirme, que puso en circulación las figuras de Rosalía y C. Tangana, ha creado un sello discográfico denominado Whoa Music, que va a gestionar a medias con la compañía. La idea de Alizzz es impulsar una renovación del pop que incorpore elementos de vanguardia con los códigos populares que abren vías hacia el éxito comercial. El estilo resultante que mezcla las rítmicas latinas, el r&b y las melodías contagiosas, ha sido bautizado ya como Nuevo Pop, y puede convertirse en el arma secreta de Warner a medio plazo. O eso esperan los responsables de su división latina, desde luego. Habrá que darle tiempo a esta apuesta antes de emitir un veredicto. De momento, la primera artista de la casa, la cantante Paula Cendejas, acaba de arrancar y se encuentra todavía un poco lejos de las grandes ligas. Sólo tiene unos 444.000 seguidores en Instagram y acumula alrededor de medio millón de visionados en YouTube con los dos temas que ha lanzado hasta ahora. Aunque las cifras mejoran mucho si se considera que hace sólo un mes y medio desde su lanzamiento. De modo que lo mejor quizá este por llegar. O no. Cualquiera sabe.