María Rodríguez (ALN).- Al expresidente ecuatoriano no lo quieren en el movimiento político donde se refugian sus partidarios. Tampoco en Alianza País, que tuvo que abandonar en enero. En Ecuador tiene una orden de prisión preventiva. Su legado en el país latinoamericano fue desmantelado junto a las aspiraciones de eternizarse en el poder. Todo ello Correa lo vive desde Bélgica, donde se autoexilió tras el fin de su mandato. “A Correa le han expulsado de Ecuador y de la historia”, dice un experto en ciencias políticas consultado por ALnavío.
El expresidente ecuatoriano Rafael Correa no es bienvenido en el Movimiento Acuerdo Nacional (MANA), que se perfila como el refugio político del correísmo. Tampoco lo querían en Alianza País, el partido que él mismo fundó hace una década y que tras las disputas con Lenín Moreno acabó abandonando en enero. En Ecuador tiene una orden de prisión preventiva. Mientras, el político reside en Bélgica (de donde es su mujer), autoexiliado tras el fin de su mandato en mayo de 2017.
Según anunció este miércoles Víctor Hugo Erazo, uno de los dirigentes de MANA, la formación expulsó “simbólicamente” de sus filas a Correa. Este se lo tomó con ironía en Twitter: “Soy tan importante que me ‘expulsan’ de un movimiento que todavía no tiene afiliados”.
Tal como publica el periódico El Universo, la decisión se tomó hasta que se aclaren las cuentas pendientes del expresidente con la justicia ecuatoriana, que emitió una orden de prisión preventiva. Fue acusado formalmente de ser el autor intelectual del secuestro del diputado opositor Fernando Balda en 2012. La orden de prisión no está aún en ejecución, dado que la defensa de Correa apeló la medida (Leer más: La orden de prisión contra Rafael Correa marca un antes y un después en Ecuador).
Pachano: “Correa no se lo esperaba y es posible que estemos ante el fin de su etapa de liderazgo”
La expulsión de MANA, más figurativa que otra cosa (porque la formación aún no está inscrita en el Consejo Nacional Electoral), se suma, pues, a la que vivió el exmandatario meses atrás en Alianza País. “Nos lo robaron”, dijo Correa en abril -de gira porEspaña-, en clara referencia al presidente Lenín Moreno.
Los constantes encontronazos entre Correa y Moreno habían dividido Alianza País. El desenlace estaba claro. En enero de 2018, el expresidente abandonó el partido que fundó hace 10 años, pero no la lucha contra Moreno. La batalla la empezó a librar desde una nueva formación, Revolución Ciudadana (Leer más: Rafael Correa se atrinchera en su propia estructura para enfrentar a Lenín Moreno), aunque sin aspiraciones de dirigirlo, según él mismo aseguró en su gira por Madrid en abril.
A todo esto hay que añadir el desmantelamiento de su legado de gobierno y el fin de las aspiraciones de eternizarse en el poder, al perder la consulta popular de febrero (Leer más: Lenín Moreno desmantela el legado de Rafael Correa en el primer año de gobierno).
Visto esto, ¿se puede considerar a Correa un paria de sus partidos y de Ecuador? “No sé si esa es la palabra, pero lo que sí es cierto es que Correa está atravesando un momento muy difícil. No se lo esperaba y es posible que estemos ante el fin de su etapa de liderazgo”, explica al diario ALnavío Simón Pachano, doctor en Ciencias Políticas y profesor investigador de Flacso Ecuador (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales).
Pachano subraya que el movimiento de la Revolución Ciudadana funcionaba impulsado por los años del boom de la expansión petrolera en Ecuador y el liderazgo de Correa en el poder. “Al estar fuera del Gobierno, al haber ocultado el deterioro económico del país y con las fracturas del correísmo” ese auge se acaba, detalla el profesor.
Más radical se muestra Luis Espinosa Goded, profesor de Economía en la Universidad San Francisco de Quito (Ecuador). En declaraciones a este diario, Espinosa Goded afirma que Correa es “un cadáver político desde hace bastante tiempo, prácticamente desde que Moreno convoca el referéndum que no permite el regreso de Correa. Ya ahí está condenado” (Leer más: Ni en la derrota Rafael Correa deja de ser chavista).
Espinosa estima en 15-20% el porcentaje de correístas del ala más dura
¿De dónde más le han expulsado a Correa? “Básicamente de Ecuador y, en cierta manera, de la historia”, apunta Espinosa. “Se fue creyéndose que iba a ser recordado como el gran líder transformador de Ecuador y no es así. A Correa le han expulsado incluso del relato de la izquierda”, sostiene este profesor y añade que, igual que el llamado socialismo del siglo XXI se derrumbó, Correa se ha desmoronado con él.
¿Qué le queda a Correa en Ecuador?
“A Correa sí le queda algo. Le queda un grupo de fanáticos que son, en primer lugar, excargos políticos y exministros, que todos sospechamos que si se alejan pueden saltar sus propios casos de corrupción”, detalla Espinosa.
Pachano, por su parte, subraya que también subsisten partidarios en la sociedad ecuatoriana. “Habrá gente que seguirá apoyándole”, insiste este profesor. Espinosa estima en 15-20% el porcentaje de correístas del ala más dura y fiel del político. No obstante, insiste en que al exmandatario “no le queda el relato, ni la historia, ni los datos económicos que le favorezcan. Tampoco le quedan instituciones que haya formado, ni prácticamente ningún programa de gobierno que haya sido exitoso. Mucho menos le quedan reformas”.
Espinosa resume la situación de Correa en una frase: “Cuando uno tiene una ideología destructiva y es destructor, al final destruye todo lo que queda alrededor”. Entonces, ¿qué le queda? “Quizá unos cuantos años en la cárcel (si prosperan las demandas)”, concluye Espinosa.