Pedro Benítez (ALN).- Si usted es venezolano y esta historia le rima, no es por casualidad. Luego de una semana de rumores, el día de ayer el gobierno nicaragüense dio a conocer la “renuncia” formal de quien fuera el principal operador financiero del presidente Daniel Ortega. No obstante, medios centroamericanos como El Faro, La Prensa y Confidencial han calificado la dimisión como una “caída en desgracia”.
Nuestro personaje de hoy es Iván Acosta Montalván, abogado y economista; desde febrero de 2012 ocupaba los cargos de ministro de Hacienda y directivo del Banco Central de Nicaragua, desde donde llegó a gozar de la más absoluta confianza de Ortega como el administrador de la “caja” del régimen.
Este martes 18 de junio agentes de la Policía Nacional, al servicio de la Dirección de Auxilio Judicial, allanaron tanto su oficina como su vivienda, ubicadas en Managua, por órdenes de la vicepresidenta Rosario Murillo. Sin embargo, esas mismas fuentes han informado que Acosta no fue detenido y se encontraría en libertad, aunque, curiosamente, no se ha detectado movimiento en sus redes sociales desde ese día.
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¿Motivo de la “renuncia”?
¿Motivo de la “renuncia”? Una investigación abierta contra su despacho por presuntos actos de corrupción que lo involucraría a él y que, de paso, estarían vinculados a otra presunta trama conspirativa contra el mandatario. Concretamente se le acusa de la venta de bienes públicos en buen estado como chatarra.
Por estos días en Nicaragua hay un clima generalizado de sospecha del que no ha escapado ni siquiera Humberto Ortega, hermano y por décadas principal aliado de Daniel, quien se encuentra en arresto domiciliario desde el 21 de mayo por criticar al régimen en unas declaraciones que dio a Infobae.
Pocos días después, el mandatario lo acusó de haber cometido “traición a la patria”. Contra él tampoco ha habido clemencia. De 77 años edad, el que fuera jefe del Ejército sandinista fue trasladado hace pocos días por la Policía desde su casa al Hospital Militar con síntomas de haber sufrido una crisis cardíaca.
Así, Humberto se une al grupo de antiguos militantes del movimiento revolucionario que derrocó la dictadura somocista en 1979, a los que la persecución política ha unido en la desgracia a adversarios de otras épocas, jóvenes activistas, dirigentes indígenas, empresarios, sacerdotes y políticos opositores. Todas víctimas de la paranoia de la pareja Ortega/Murillo que ve complots y traidores por todos lados. En Nicaragua hoy nadie se encuentra a salvo de sospecha.
Según parece, le ha tocado el turno al ex ministro Iván Acosta. Desde mayo de 2020 se encuentra sancionado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, junto con el jefe del Ejército, Julio César Avilés, por tejer todo el apoyo financiero al régimen orteguista luego de la durísima represión contra las protestas del año 2018. Uno ha sido el brazo financiero de Ortega, el otro el militar.
¿Nueva cacería de brujas?
Según informan los citados medios, empleados del Ministerio que dirigía Acosta temen una nueva cacería de brujas en su contra, tal y como ha ocurrido tras la salida de los titulares en otras entidades públicas, como la Corte Suprema de Justicia, que fue intervenida en octubre de 2023 por órdenes directas de Murillo, dejando a más de mil trabajadores despedidos.
Acosta hizo una vertiginosa carrera como funcionario desde que Daniel Ortega regresó por elecciones al Gobierno en 2007, ganándose su confianza en la red de operaciones y negocios que ayudaron a concentrar todo el poder en su persona, en las que el subsidio petrolero venezolano a través del ALBA fue determinante. Pero como les ha pasado a otros, terminó siendo víctima del sistema represivo que ayudó a edificar.
Curiosamente, este caso en concreto, recuerda el procedimiento ocurrido en Cuba en febrero de este año, cuando fue defenestrado de sus cargos de viceprimer ministro y ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, uno de los hombres de más confianza del presidente Miguel Díaz-Canel, junto con los ministros de Industrias Alimentarias y de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. El diario Granma calificó aquello como un “movimiento de cuadros”, y desde el exterior se consideró que las destituciones fueron motivadas por la crítica situación de la isla. Sin embargo, las mismas se dieron con características similares al caso nicaragüense: en medio de rumores y la desinformación propios del régimen, mientras varios sitios digitales publicaron que la esposa y la hija del ex ministro se encontraban detenidas.
Economía y corrupción
Aunque la situación económica de Nicaragua se ha ido deteriorando desde 2019, dista de ser tan calamitosa como en Cuba. Además, mientras que en la isla hay un ambiente de efervescencia y malestar en las calles que se expresa en protestas puntuales pero continuas, en el país centroamericano impera una tensa calma. La paz autoritaria.
No obstante, los dos casos, con situaciones distintas en apariencia, uno corrupción, la otra ineficiencia, han sido vinculados a conspiraciones reales o supuestas. Para ese tipo de regímenes la paranoia es como el aire que se respira.
Pasará algún tiempo para saber si el ex ministro nicaragüense es culpable de algún hecho de corrupción. Aunque, como suele ocurrir en este tipo de situaciones, se le condene por un delito que no cometió y, en cambio, no por su responsabilidad en haber colaborado en instalar la dictadura de la pareja Ortega/Murillo de la que ahora es la víctima más reciente.