Nelson Rivera (ALN).- El 14 de noviembre de 2015, la cuenta de Twitter de Ortega hizo silencio. No hubo despedida. Simplemente calló. Es probable que nadie se haya preguntado siquiera qué pasó. Entre el primero, el 18 de agosto de 2012, “Que viva Nicaragua Jodido”, y el último, apenas emitió 97 tuits. Unos tres mensajes al mes, previsibles e irrelevantes. Ninguna consistencia. Salvo los 8 mensajes en los que reportó su encuentro con Diego Maradona en diciembre de 2014, Daniel Ortega (@DanielOrtega_Ni) no hizo campaña alguna. Ni escribió nada que merezca ser recordado. Rutinario. Blando. Como si en la red estuviese fuera de lugar.
Justo por aquellos días, como un cielo que va oscureciéndose lentamente, hasta que resulta inequívoco que viene una tormenta, los demócratas nicaragüenses entendieron lo que venía: Ortega había decidido dar el salto final para la implantación de una dinastía, todavía más poderosa que la de los Somoza. Lo que se confirmó en agosto de 2016, que su esposa sería su compañera de fórmula, candidata a la Vicepresidencia de su país, fue evidente para los observadores de la política nicaragüense, justo en los dos últimos meses del 2015. Si hasta entonces Rosario Murillo compartía el protagonismo del poder con Ortega, desde entonces en la balanza se ha producido una vertiginosa inclinación de su lado: en noticieros y programas de opinión, en portales y en las redes sociales, el tema casi exclusivo es la palabra de Murillo, sus declaraciones, sus frases de varia coloratura.
Que viva Nicaragua Jodido
— Daniel Ortega (@DanielOrtega_Ni) 19 de agosto de 2012
Cuando se habla de dinastía, en el caso de los Ortega-Murillo, no hay un ápice de exageración. De la política a las grandes inversiones extranjeras, de las comunicaciones a los espectáculos operísticos, casi todo en Nicaragua para por las ávidas manos de la familia. Por lo pronto, nada los detiene: lo que aún no controlan, lo estará, más temprano que tarde. Porque aunque Ortega se haya deslizado hacia un segundo o tercer plano, no para. Vive en estado de aceleración. En silencio y con sus demonios. Ejecutando su programa de ambiciones. Llenando los vacíos de su infancia de niño pobrísimo y de los siete años que pasó en la cárcel por integrante de una banda que atracó un banco.
En noticieros y programas de opinión, en portales y en las redes sociales, el tema casi exclusivo es la palabra de Murillo
Y es que los Ortega-Murillo tienen algo de banda: Laureano Ortega intermedia inversiones, lidera Pro-Nicaragua, se abraza con los chinos que avanzan en la construcción de un canal interoceánico en ese país, al tiempo que organiza espectáculos operísticos en Managua, capital del segundo país más pobre del continente. Rafael Ortega hace negocios con los más de 3 mil 700 millones de dólares en petróleo barato que Venezuela le ha entregado en poco más de una década, al tiempo que controla el emporio de medios de comunicación propiedad de la familia y sus testaferros. Y así, se pueden llenar páginas y páginas con los fructíferos negocios y dispendios que los demás hijos, sobrinos, cuñados y cuñadas, y otra parentela, manejan en la agricultura, la incipiente industria y los servicios en el país.
Rosario Murillo, qué hay detrás de tanto perifollo
Mientras todo esto ocurre, la reina madre de la dinastía, que ha defendido a Daniel Ortega de las acusaciones de violación hechas por su propia hija, Zoilamérica Murillo, se pronuncia en contra del imperialismo. Conviene verla: vaya el lector a @el19digital, el 8 de febrero y la verá envuelta de decenas y decenas de anillos, pulseras y collares. Más que vestirse, la primera dama se adorna. Y aliña la vida pública nicaragüense. Compra árboles ornamentales con los que engalana la recalcitrante pobreza visible incluso en Managua. Poeta, autora de cinco o seis libros, cultiva una cierta poesía de aderezo y oportunidad: “Sandino platica con Darío / y los dos se abrazan / en el Hilo Dorado de los Sueños (…..)”.
Compañera Vicepresidenta Rosario Murillo: Las mujeres tenemos el futuro por delante para crearlo juntas https://t.co/sZ8fbynr6j pic.twitter.com/ngmNNJofLj
— El19Digital (@el19digital) 11 de enero de 2017
En la página web del mismo medio, el 19 digital, en la parte superior se encuentra la pestaña “Discursos de Daniel y Rosario”. Quien abra la sección se verá enfrentado a un torrente: centenares de discursos, declaraciones, exhortaciones y demás vertientes de una dama en la que confluyen el sandinismo, la autoayuda, el antimperialismo, la bisutería, la invocación cósmica, los consejos para madres y padres, los saludos a la Iglesia, además de sus reiteradas promesas a la pobreza: asegura la dama, que recomienda “no caer en el pecado capital de la vanidad”, que Nicaragua está en un camino de progreso, aunque todavía no se vea. Rosario Murillo es una vicepresidenta en continuo espectáculo.
Pasa de forma simultánea: mientras el país sigue a diario el espectáculo de Rosario, Ortega, en las sombras, hace las veces de maestro de obras, albañil, electricista, fontanero: está dedicado a la construcción. Su sueño verdadero: un país para la dinastía. Un entramado político, legal, institucional, empresarial, financiero y comunicacional, que recuerda al de Somoza. El mismo hombre que alguna vez desafió aquel poderío y contribuyó a liquidarlo, parece haber olvidado la lección. Avanza en el crecimiento de su emporio, sin mirar atrás.