Pedro Benítez (ALN).- Con sus 75 años de edad a cuestas Daniel Ortega aspira a su cuarta reelección presidencial. Si a sus primeros años de poder en los 90 se suma esta etapa que arrancó en 2006, es el hombre que más tiempo ha dominado Nicaragua desde el dictador Anastasio Somoza García. Pero mientras este tiranizó a los nicaragüenses con el apoyo de Estados Unidos, Ortega lo hace contra Estados Unidos. Cómo se instauró esta nueva dictadura en el atormentado país centroamericano es bastante revelador por el papel que cumplieron los petrodólares libios y venezolanos, y por los dos personajes que los aportaron: Muamar Gadafi y Hugo Chávez.
Se cuenta que en los años 70 del siglo pasado Anastasio Somoza (hijo) compartía una sobremesa con un grupo de ricos rancheros estadounidenses. Los caballeros en cuestión comentaban mutuamente sobre sus numerosas y extensas propiedades, hasta que uno de ellos se inclinó hacia Somoza y le preguntó si era propietario de alguna hacienda, a lo que este contestó:
-“Tengo sólo una. Se llama Nicaragua”.
Cuatro décadas después de la heroica revuelta mediante la cual el pueblo nicaragüense se sacudió la tiranía de la familia Somoza el país vuelve a ser la propiedad de un hombre: Daniel Ortega Saavedra.
A inicios de esta semana el antiguo guerrillero antisomocista, hoy presidente de Nicaragua, cumplió 14 años seguidos en el poder y luego de tres reelecciones seguidas (2006, 2011 y 2016) se apresta a una cuarta en noviembre de este 2021 ante una oposición que él mismo ha descabezado.
Con ese récord el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) es el hombre que más tiempo ha ejercido el cargo de presidente de su país (1985-1990 y de 2006 hasta ahora), sólo por detrás del también dictador Anastasio Somoza García, quien lo tiranizó entre 1937 y 1956, y por delante del hijo de este, Anastasio Somoza Debayle (Tachito), quien ejerció el cargo entre 1967-1972 y 1974-1979.
Precisamente fue a este último al que la Revolución Sandinista derrocó poniendo fin al dominio de su dinastía. Daniel Ortega, que fue uno de los líderes de aquella insurrección popular, ha terminado traicionando todo lo que combatió y hoy ha hecho de Nicaragua su propiedad personal.
Para que no queden dudas de la comparación con los Somoza, comparte el poder con su esposa, la extravagante Rosario Murillo, su vicepresidenta desde 2017 y virtual sucesora en caso de contingencias.
Sin embargo, entre los Somoza y Daniel Ortega hay diferencias a tener en cuenta. El viejo Anastasio Somoza García dominó Nicaragua como jefe de la Guardia Nacional y con el apoyo de los Estados Unidos.
Daniel Ortega viene haciendo lo mismo pero como jefe del sandinismo y en contra de los Estados Unidos. Como se podrá apreciar, esa es la coartada favorita entre los dictadores del siglo XXI.
Pero al igual que con los Somoza, a Ortega no le han faltado los apoyos externos. Su retorno al poder fue financiado por dos grandes aliados que hoy no están con él en este mundo. El libio Muamar Gadafi y el venezolano Hugo Chávez.
La historiadora, excomandante guerrillera, exministra y exdiputada sandinista Mónica Baltodano recuerda que fueron los años que siguieron a la derrota electoral de 1990 ante Violeta Chamorro cuando Daniel Ortega logró el control absoluto sobre el aparato político de ese movimiento. Pese a haber sido derrotado en tres elecciones presidenciales sucesivas, durante los 16 años que estuvo en la oposición, no fue desplazado como jefe del FSLN por el aporte financiero que el malogrado Gadafi le dio.
“Las conexiones de Daniel Ortega con Gadafi son ampliamente conocidas en Nicaragua y el mundo. Se conoce que Gadafi financiaba hasta los gastos personales de Ortega después que este perdió las elecciones de 1990. Por los cables diplomáticos de Estados Unidos revelados por Wikileaks se conoció que el régimen libio también aportó fondos para la campaña electoral del líder sandinista en 2006”, afirma Baltodano.
Con ese dinero construyó su propia clientela política, apartó a todos sus rivales y frustró la renovación dentro del sandinismo.
El régimen de Ortega
Su dictadura personal empezó dentro del Frente Sandinista. El FSLN no siguió el camino de los partidos excomunistas del extinto campo socialista europeo que se transformaron en organizaciones de corte socialdemócrata al estilo de Europa Occidental luego de 1989. Por el contrario, el otrora heroico movimiento fue secuestrado por un caudillo. El viejo mal hispanoamericano.
Luego, gracias a un pacto corrupto con el expresidente Arnoldo Alemán y a la división del liberalismo nicaragüense, Ortega ganó la elección de 2006 con apenas el 38% de los sufragios. Así regresó al poder con la determinación de no volver a perderlo nunca más.
En esta nueva etapa tuvo la ayuda de un nuevo amigo, el expresidente venezolano Hugo Chávez. Ortega consiguió por medio de Petrocaribe privatizar el subsidio petrolero venezolano para su manejo discrecional, sin que ni siquiera tuviera que pasar por el presupuesto público del Estado.
El exembajador de Nicaragua en España durante el primer gobierno sandinista de los años 80, Edmundo Jarquín, señala en el libro El régimen de Ortega (octubre de 2016): “La cooperación de Venezuela ha tenido enormes consecuencias en la consolidación del poder de Ortega, cuyo destino, en parte significativa, está vinculado a la evolución de ese país”.
En otro capítulo de ese mismo trabajo el economista y diputado opositor a la Asamblea Nacional de Nicaragua Enrique Sáenz indica: “La clave para interpretar el régimen político, económico y social impuesto por el gobierno de Ortega a lo largo de sus 10 años de ejercicio reside en la cooperación petrolera venezolana”.
Sáenz explica que el primer acto de gobierno de Daniel Ortega fue incorporar a Nicaragua a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) y a Petrocaribe. En el marco de esos acuerdos Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) se comprometía a cubrir todas las necesidades de combustible de ese país a precios subsidiados: 50% de la factura a pagarse a un plazo de 25 años, con dos de gracia y 2% de interés.
PDVSA decidió mediante transacción privada entregar el 50% de ese suministro petrolero a la Caja Rural Nacional (Caruna), una cooperativa controlada por el Frente Sandinista. Esto le otorgó a Daniel Ortega un poder económico discrecional inmenso en Nicaragua para financiar sus políticas sociales y su maquinaria política.
En los siguientes 10 años, por medio de cuestionables maniobras legales y con otras dos claras victorias electorales, Ortega impuso una dictadura en Nicaragua sin que el resto del continente se percatara.
Ahora busca ser reelegido nuevamente el 7 de noviembre de este 2021. Domina los cuatro poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral), y es el jefe supremo de la Policía Nacional y del Ejército. Todo a cuenta de los petrodólares libios y venezolanos. Dos países hoy destruidos, uno por una guerra civil y el otro por la insólita incompetencia chavista.