María Rodríguez (ALN).- Sólo 52,8% de los trabajadores latinoamericanos cotiza para obtener en un futuro una pensión. El dato lo recoge el Banco Interamericano de Desarrollo en un informe donde clasifica a los países según su sistema de pensiones. Por ejemplo, la pensión media de los mexicanos sobrepasa el 100% de lo que cobraban en activo. En cambio, en Bolivia esa tasa de reemplazo apenas llega a 30% del salario.
Los sistemas de pensiones son un elemento esencial del Estado del bienestar por varios motivos. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) cita específicamente tres en un reciente informe sobre el presente y futuro de las pensiones en América Latina. En concreto, habla de las “tremendas diferencias de bienestar” en la última etapa de la vida de una persona si opta o no por una pensión. Subraya que este sistema redistribuye una gran cantidad de recursos entre individuos de distintas generaciones y recuerda que el gasto asociado a las pensiones afecta directamente la estabilidad fiscal y macroeconómica de los países.
A pesar de la importancia del asunto, en América Latina “sólo 52,8% de los trabajadores cotiza para pensiones futuras en algún momento [de su vida laboral]”, apunta el BID en el informe. De ahí que en la región se empiecen a ver “importantes problemas de sostenibilidad financiera en algunos países y de adecuación o de nivel de pensión en otros”, insiste el análisis.
En chile y Perú las pensiones no llegan a representar ni 40% del salario
En este marco, existen enormes diferencias entre el porcentaje de salario que cobran los pensionistas latinoamericanos según el país donde hayan trabajado y el sistema de pensiones con el que se hayan movido. Así, según los datos que recoge el BID en el informe, las pensiones más altas se encuentran en México, donde cobran de media el 107% de lo que era el salario en activo (a este porcentaje también se le conoce como tasa de reemplazo).
Les sigue Paraguay (98%), Ecuador (96%), Costa Rica (90%) y Panamá (88%). En la sexta posición están empatados Brasil y Argentina (80%). En la cola de este ranking figuran las pensiones de Venezuela, Haití y Bolivia, que cobrarían de media apenas 30% de lo que ingresaron mensualmente cuando eran trabajadores en activo.
También son bajas las tasas de reemplazo de países como Chile y Perú, donde las pensiones no llegan a representar ni 40% del salario.
Dos modelos de sistemas de pensiones
En América Latina conviven principalmente dos modelos de cálculo de pensiones. La mayoría de los países cuenta con sistemas de Beneficio Definido (BD), similares al español. En ellos, el Estado subsidia a los trabajadores que participan de manera continuada. Es decir, los aportes del trabajador no lograrían financiar la totalidad de la pensión que el sistema de pensiones otorga. Es el Estado el que les echa una (gran) mano. En la región, la tasa de reemplazo media en estos sistemas es de 64,7%.
Por otro lado están los sistemas de Contribución Definida (CD), donde la pensión se determina por el valor de los activos que un individuo acumula a lo largo de su vida laboral. Los beneficios pueden retirarse de una sola vez o de forma programada (mensualmente). En este sistema la tasa promedio de reemplazo es de 39,8%.
En la región hay tres países con sistemas mixtos (Panamá, Costa Rica y Uruguay), que combinan componentes de BD y CD. La tasa de reemplazo media en los sistemas mixtos es la más alta: 80% del salario en activo.
El caso de Chile
Un informe del Servicio de Estudios de Mapfre de 2017 analizó el caso de las pensiones en Chile. El sistema chileno de pensiones sufrió una reforma integral a principios de los años 80. Pasó de un modelo de pensiones públicas de reparto (Beneficio Definido) a un sistema de capitalización individual (Contribución Definida). Es decir, los trabajadores chilenos tienen la obligación de destinar, en términos generales, el 10% del salario mensual que reciben a su cuenta individual de pensiones.
De esta forma, la pensión del chileno se traduce en el dinero que ahorró vía sueldo a lo largo de su vida en activo y nada más (al margen queda la inversión en productos financieros).