Leticia Núñez (ALN).- Carlos Alvarado asumirá la Presidencia de Costa Rica el próximo 8 de mayo con 38 años. Será el mandatario más joven del país centroamericano en los últimos 124 años y el más joven de toda la región. Según Ilka Treminio, directora de Flacso en Costa Rica, esta juventud debería jugar a favor del presidente: “Cuenta con la energía y el vigor de quien tiene todo que ganar”. Eso sí, advierte que si todo transcurre con normalidad, Alvarado dejará el poder con 42 años, por lo que “también se juega el futuro de su carrera”.
La juventud siempre tiene la ilusión por alimento, afirmaba el filósofo francés René Descartes. Una ilusión, más bien energía, de la que deberá hacer gala Carlos Alvarado a partir del próximo 8 de mayo, día en el que asumirá la Presidencia de Costa Rica (Ver más: La continuidad le gana al fanatismo religioso).
El líder del Partido Acción Ciudadana (PAC) llega al poder con sólo 38 años. Será el presidente más joven de Costa Rica en los últimos 124 años y el más joven de toda América Latina. Para Ilka Treminio, directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en el país centroamericano, esta juventud debería jugar a favor de Alvarado. Juventud en el sentido de vigor, de fuerza. Ya se sabe que otras veces va ligada a la falta de experiencia, pero esto no es algo que preocupe a la experta.
En esta entrevista con el diario ALnavío, Treminio señala que “para eso están los equipos” y que “ninguna persona puede generar ningún proyecto y sostenerlo en solitario”. Eso sí, advierte que, si todo transcurre con normalidad, Alvarado dejará el poder con 42 años, por lo que “se está jugando no solamente su presente como gobernante sino también el futuro de su carrera”.
Asimismo, apunta que por primera vez en la historia de Costa Rica, el presidente deberá tener habilidades de negociación “de forma permanente”. Enfatiza que es por primera vez porque hasta ahora es algo que “no se ha hecho mucho” en el país “dado que los presidentes negociaban en mayoría, con su fracción”. Según Treminio, “el liderazgo va a ser clave”. No lo tendrá fácil Alvarado: el PAC sólo tiene 10 diputados de 57.
– Ya con datos en la mano, ¿qué valoración hace de las elecciones?
– Hay una serie de datos llamativos. El primero es que el Partido Restauración Nacional ganó la primera vuelta, pero la segunda la ganó el rival. Ese tipo de reversiones suele ocurrir en América Latina, pero no es lo frecuente. Lo normal es que se mantenga la tendencia. En el caso de Costa Rica, en todas las segundas vueltas ha ganado el que ganó la primera. En segundo lugar, Carlos Alvarado ganó la elección y lo hizo con un margen que superó el 20% de distancia. Es un triunfo rotundo e inesperado porque las encuestas mostraban una distancia pequeña. Y luego, la participación aumentó respecto a la primera vuelta, lo cual también es extraño, dado que en las segundas vueltas suele disminuir la participación. Tenemos estos tres factores que llaman la atención.
“Va a ser un presidente que deberá tener habilidades de negociación de forma permanente”
– Otro más es que nuevamente fallaron las encuestas.
– De cara a los politólogos, esto nos supera. Gana el partido del gobierno que ha sido castigado por su desempeño, hay que plantearse qué factores explican que se le haya dado continuidad a un Ejecutivo altamente criticado. Además, todos pronosticaban un alto abstencionismo y no. Nos quedamos fuera de un escenario realista. Con respecto al entusiasmo con el que se tomó el resultado, Costa Rica lo celebró ya que más de 60% de los ciudadanos votó por el PAC en coalición con otras fuerzas y por eso es que se llama gobierno de unidad nacional. Costa Rica tiene poca experiencia en la formación de coaliciones, pero ha tenido que ir aprendiendo poco a poco. Desde 2002, los gobiernos se han tenido que aliar con algunas fracciones minoritarias. El presidente electo prometió un gabinete equitativo en materia de género y equitativo en términos de socios de esa gran coalición. Entonces estamos a la espera (Leer más: Por qué en Costa Rica también fallaron las encuestas).
– ¿Qué supone para Costa Rica tener a la primera vicepresidenta afrodescendiente de Iberoamérica?
– Para nosotros es un hito importante. También es importante destacar que no es el único partido que llevaba en la fórmula a una afrodescendiente, también lo hizo el Frente Amplio. Epsy Campbell no es una política outsider. Ha sido precandidata de Acción Ciudadana por lo menos en dos elecciones anteriores, ha sido diputada… Es una representación estratégica en términos de participación en su partido porque Campbell representaba el ala otonista del PAC. El PAC está dividido en al menos dos facciones que se enfrentaron en el periodo 2014-2018. Por un lado, están quienes ocuparon el Gobierno, los luisguillermistas [cercanos al presidente Luis Guillermo Solís]. Y, por otro, quienes dentro del partido hicieron las veces de oposición, liderados por Otton Solís. Carlos Alvarado cuando ganó la precandidatura prometió unificar al partido. Entonces se dieron espacios importantes al ala crítica al Gobierno. La mayor cesión es otorgar la Vicepresidencia a una representante de ese sector del partido.
– ¿Cuáles son las fortalezas y cuáles las debilidades de Carlos Alvarado?
– Pienso que la principal fortaleza está en la institucionalidad. El Tribunal Supremo de Elecciones demostró vigor, efectividad, dio el 90% del conteo de las mesas en dos horas. Acabamos de pasar hace nada las elecciones de Honduras en las que tardaron un mes. Costa Rica preserva una institucionalidad robusta y el presidente puede gobernar con esa institucionalidad de manera tal que le permita gestionar hábilmente, por ejemplo, los presupuestos. La siguiente fortaleza es que llega bien legitimado. Va a ser un presidente que deberá tener habilidades de negociación de forma permanente, lo que nos recuerda a las habilidades negociadoras de un líder como Lula da Silva. Este es el aprendizaje que deberá tener nuestro presidente para sacar adelante agendas. Es algo que no se ha hecho mucho en Costa Rica porque los presidentes negociaban en mayoría, negociaban con su fracción. Una vez que empezó la fragmentación, negociaban con socios minoritarios, pero ahora hay dos fenómenos: partido el gabinete y partida la Asamblea. El liderazgo va a ser la clave. Vamos a ver cuáles son las habilidades de Alvarado, recordemos que es el presidente más joven de América Latina, tiene 38 años.
“Puede ser que el PLN en algunos momentos tome posición con el Gobierno y que el PRN se mantenga como oposición”
– ¿La juventud puede jugar a favor, en contra o en ningún sentido?
– Debería jugar a favor en el sentido de que cuenta con la energía, el vigor y la fuerza de quien tiene todo que ganar. Si todo transcurre en la normalidad institucional, Alvarado saldría de la Presidencia con 42 años, o sea que tiene una carrera adelante que seguir. Se está jugando no solamente su presente como gobernante sino también el futuro de su carrera. Creo que aprovechará la característica de ser joven como la posibilidad de impulsar hasta el final los esfuerzos que tenga que sacar adelante. Y bueno, hay una falta de experiencia también en la juventud, pero para eso están los equipos. Son fundamentales. Ninguna persona puede en solitario generar ningún tipo de proyecto y sostenerlo. Los proyectos más importantes requieren socios y grupos de pensamiento. Ahí está la clave.
– Después de que el matrimonio igualitario polarizara toda la campaña, ¿qué se puede esperar que haga Carlos Alvarado?
– Creo que se va a tratar con mucha sutileza. Lo que no se quiere ahora es provocar en la oposición un sentimiento de revancha. La Corte Interamericana ya dictó una resolución, entonces se va a tener que ir adaptando la legislación, pero creo que esta legislación se adaptará paulatinamente, no de golpe.
– ¿En qué otros temas debería centrarse Carlos Alvarado, cuáles son los más urgentes?
– Hay reformas económicas que se tienen que hacer, son los temas que más preocupan. Lo que tiene que ver con déficit fiscal, con renegociación de convenios colectivos, topes a los salarios de los funcionarios públicos… Tiene que pensarse en una política macroeconómica que estabilice el país. Hay otros retos que tienen que ver con la sostenibilidad de instituciones clave como la Seguridad Social, los hospitales públicos… Luego están las infraestructuras. Costa Rica es un país que padece un enorme problema en este sentido y eso reduce mucho la calidad de vida. También hay temas ambientales y de cambio climático. Costa Rica se sitúa en el Trópico y empieza a ser golpeada frecuentemente por huracanes y temporales y también tiene que prepararse económicamente para hacer frente a estos problemas.
– Aunque Fabricio Alvarado no ganó, su partido, Restauración Nacional, tendrá mucho peso en el Parlamento. ¿Esto ya es una victoria?
– El grupo más numeroso en la Asamblea Legislativa será Liberación Nacional, con 17 diputados de 57, y luego sigue Restauración Nacional con 14 diputados. El Gobierno, con 10 diputados, tiene una escena adversa porque además Restauración Nacional no es un partido con experiencia legislativa. Hasta ahora tenían uno o dos diputados. Los legisladores son personas que no se lo esperaban, no tienen la suficiente preparación y pueden suceder dos cosas. Una, que mantengan la disciplina de partido a partir del establecimiento de un líder, pero ese líder está en pugna. Ahora la cuestión es ver si será Fabricio Alvarado o el exdiputado Carlos Avendaño, que vuelve a ser diputado. Una vez se establezca esto, no todos los miembros proceden de un grupo cohesionado, sino que se fueron sumando en las comunidades a partir de la necesidad de llenar esos espacios en la lista y, por lo tanto, unos tendrán más afinidad con estos líderes y otros sentirán que llegaron al curul por mérito propio y entonces se puede indisciplinar la fracción. Esos son los dos escenarios. De esa ruptura o esa cohesión va a depender con quiénes se asociarán. Tampoco Liberación Nacional está del todo cohesionado, porque hay cuadros figueristas [partidarios del expresidente José María Figueres] y otros de Antonio Álvarez Desanti.
– Es un cuadro muy complejo.
– Sí, porque además el partido de gobierno tiene sólo 10 diputados y su principal socio [el Partido Unidad Social Cristiana] tiene nueve. Pienso que la agenda se va a negociar de forma parcial de acuerdo a las afinidades de los partidos. Puede ser que Liberación Nacional en determinados momentos tome posición con el Gobierno y que Restauración Nacional se mantenga como oposición, pero que en algunos temas tome parte de las agendas a negociar.
– ¿Puede interpretarse el avance de la Iglesia evangélica y el poder político que ha conseguido como una amenaza?
– Parecería que no. En campaña se exacerban las emociones y posiblemente haya un apaciguamiento de ese discurso. Lo que sí es verdad es que han tomado mucha fuerza, que ahora van a tener representación legislativa y que esta representación puede favorecer su presencia. Otro escenario es que las personas se sientan más molestas con la campaña que se hizo y pierda influencia nacional. Creo que los grupos más influyentes de las iglesias pentecostales van a aprovechar los cuadros que tienen en la Asamblea Legislativa para verse permanentemente representados.
– Otton Solís dijo que este triunfo de Carlos Alvarado debe ser interpretado como una segunda oportunidad al PAC, dado que en este mandato “despilfarró” el cheque que le dio el pueblo. ¿Qué opina?
– Es una frase muy fuerte porque lo que nos está diciendo es que al PAC se le dio la confianza, pero se le dio a un ala que no representaba al grupo de Otton Solís. De ahí sus palabras de ‘necesitamos una segunda oportunidad para que quienes adversábamos ese proyecto podamos demostrar la fuerza del origen’. Si nos pusiéramos en este momento en 2017, diríamos que el PAC no volvería a ganar en mucho tiempo porque la popularidad estaba en cuestión, por las críticas, el escándalo del cemento…
– Entre la lluvia de reacciones, Human Rights Watch dijo que “se impuso la cordura” con el “sólido triunfo de la tolerancia democrática” en Costa Rica. ¿Prima este sentimiento?
– Ese fue el motor de la elección, buscar una alternativa a un discurso que parecía dejar de lado a grupos de la sociedad como el LGTB porque había un mensaje muy fuerte de disminuir los derechos de estas personas. Eso generó en la sociedad un sentimiento de división, de segmentación, que además acarreaba la posibilidad de que Costa Rica denunciara el convenio con la Corte Interamericana de Derechos Humanos y, por lo tanto, todo esto afectaba la identidad social. Costa Rica ha basado su discurso de Relaciones Internacionales precisamente en la defensa de la institucionalidad internacional, y bueno, después de abanderar durante décadas este discurso pasar a otro en el cual denunciábamos a los organismos internacionales y reducíamos derechos se convirtió en una amenaza.