Leopoldo Martínez Nucete (ALN).- Un primer balance de las elecciones en EEUU confirma que en medio de una economía sin problemas y a pesar del estructural “Gerrymandering” que favorece la rentabilidad del voto por los republicanos, Donald Trump y su partido perdieron el control del Congreso, y aunque el Senado sigue en manos republicanas, existe un importante contrapeso en el Poder Legislativo.
¿Por qué sucedió esto? En primer lugar, la preocupación transversal y que hace mayoría ciudadana, más allá de partidaria, en el promedio nacional es la urgencia de retomar un camino que garantice la cohesión social de los EEUU. La xenofobia y el racismo que ha estimulado la retórica de Donald Trump tienen eco en algunos espacios del mapa electoral, pero un rechazo muy grande en el país. Los riesgos de la visión arbitraria de Trump en el manejo del poder con menoscabo de las instituciones (incluido el escándalo que rodea a la Casa Blanca desde el primer día) son percibidos por sus leales seguidores como una manipulación mediática de la libre prensa, a cuyos periodistas Trump ha calificado peligrosamente como “los enemigos del pueblo”. Ese clima tan peligroso ha creado ansiedad y rechazo en todo el país.
La xenofobia y el racismo que ha estimulado la retórica de Donald Trump tienen eco en algunos espacios del mapa electoral, pero un rechazo muy grande en el país
El otro tema que privó en la ciudadanía que votó por los candidatos demócratas fue un instinto de preservación de alcances sociales fundamentales como la cobertura médico-sanitaria, o el respeto a los derechos civiles de las minorías. La idea de que avanza una agenda al servicio de grandes intereses corporativos y no de las necesidades y aspiraciones más sentidas del ciudadano también estuvo presente en la votación. El avance de una agenda religiosa conservadora con los nombramientos judiciales moviliza a muchos ciudadanos, creando tensiones sociales adicionales a las expuestas.
Pero Trump logró retener el control del Senado, y alguien puede preguntarse cómo si lo anterior es cierto. Por una razón. Sólo estaba en juego un tercio de la Cámara Alta y ese mapa electoral era especialmente adverso a los demócratas por la forma en que se ha venido dividiendo la preferencia electoral por regiones en el país. Los demócratas tenían que defender los escaños de Missouri, Indiana, North Dakota y West Virginia, bastiones republicanos que se alcanzaron en la reelección del popular Barack Obama en 2012. Si el promedio nacional de Trump es de 60% de rechazo y 40% de aceptación, en esos estados es exactamente lo contrario. Los demócratas retuvieron sólo uno (West Virginia) de esos cuatro estados; y para compensar debían lograr victorias en tres estados de comportamiento pendular: Arizona, Nevada y Florida; más Texas: uno de los bastiones republicanos más consolidados hasta hoy del país. Los demócratas ganaron Nevada y perdieron Arizona, Texas y Florida (que se encuentra en recuento obligatorio de votos) por la mínima diferencia de 1% o menos. Valga recordar por si fuese poco, que en esos estados, como en Georgia, las autoridades electorales a cargo de gobiernos republicanos practicaron una purga de los registros electorales o pusieron trabas al registro de miles de electores. ¡Sólo en Indiana fueron excluidos del registro 470.000 ciudadanos!
Se estrecha el camino a la reelección de Trump
Pero este control del Senado, por la vía de estados con gran lealtad a la franquicia republicana y la marca Trump, tiene su objetivo en la estrategia de los asesores de la Casa Blanca. Trump quiere ponerle mano férrea al Departamento de Justicia y esto se lo permite. De hecho, ayer mismo le solicitó la renuncia a Jeff Sessions y pronto propondrá su reemplazo con alguien más leal a su agenda de desmontar el trabajo del fiscal Bill Mueller, y para ello en este Senado probablemente sí cuenta ahora con los votos. Si ese es el camino, habrá una respuesta energética desde la Cámara de Representantes, que ahora en manos demócratas puede usar sus facultades de investigación y control sobre el Ejecutivo a plenitud.
Florida merece un aparte para destacar que los demócratas ganaron sin problema el espacio de Miami con las diputaciones de Donna Shalala y la dirigente latina e inmigrante ecuatoriana Debbie Mucarsel. Es decir, la narrativa tradicional del senador Marco Rubio y sus aliados enfocada en el tema Cuba-Venezuela no fue suficiente para cautivar más del 50% del voto de esas comunidades, mientras que en todo el país y en esos distritos los demócratas alcanzaron récords de participación para una elección de mitad de período, con niveles de apoyo a sus candidatos que promedian el 76% a nivel nacional. Es decir, priva en las prioridades del elector hispano otra agenda: la de las oportunidades y la inclusión dentro de la diversidad que representan como colectivo en la sociedad estadounidense.
Un increíble proceso de empoderamiento al liderazgo de las mujeres en general; seis nuevos representantes de la comunidad latina (mayoritariamente también mujeres) y una latina electa gobernadora de Nuevo México
Por otro lado, los demócratas demostraron su fortaleza en el cinturón industrial de Pensilvania, Michigan y Wisconsin, que le dio la ventaja en los colegios electorales a Trump en 2016 a pesar de no tener la mayoría del voto popular nacional. Los demócratas ganaron todas esas gobernaciones de estado y sus senadores, así como la mayoría de las delegaciones de diputados a la Cámara, de forma muy contundente.
Visto todo lo anterior, el camino a la reelección de Trump se estrecha de forma significativa. Incluso cabe pensar en esto: no sólo fue cerrada la votación en Texas al Senado, sino en Kansas, otro bastión republicano, donde ganó la gobernación la candidata demócrata, Laura Kelly.
Cómo cierre en el análisis de la jornada de este martes cabe destacar la diversidad que llegó de la mano del triunfo demócrata a la Cámara y los altos cargos de representación popular. Un increíble proceso de empoderamiento al liderazgo de las mujeres en general; seis nuevos representantes de la comunidad latina (mayoritariamente también mujeres) y una latina electa gobernadora de Nuevo México: Michelle Lujan Grisham. Llegaron al Congreso también las dos primeras diputadas americanas de religión musulmana, junto a las dos primeras representantes de origen indígena. En fin, un mosaico de representación que es un reflejo de la sociedad americana: un país diverso, plural, incluyente, donde como siempre los inmigrantes son bienvenidos porque son parte esencial de la sociedad de oportunidades y la movilidad social que siempre han ofrecido los EEUU.
Interesante elección la de este martes. Ya sabremos si los integrantes de ambas Cámaras, al margen de la agenda partidaria o la distorsión que introduce la Casa Blanca por los caprichos de Trump, podrán trabajar de forma más productiva o si continuará la tensión política que hace de Washington, por ahora, un centro político algo disfuncional.