Juan Carlos Zapata (ALN).- Dicen que no hay nada imposible en política. O que la política es el arte de lo posible. Esto está por confirmarse o negarse en Barbados, donde Juan Guaidó y Maduro negocian un acuerdo para conjurar la crisis de Venezuela. El arte de la política tendrá que despejar el escenario sobre si hay elecciones presidenciales en 2020, y sin Maduro en el poder.
Elecciones sin Nicolás Maduro en el poder. La frase la escucha Diosdado Cabello y responde: Esto es claudicar. Y el chavismo no claudica. El chavismo ni siquiera negocia, ha dicho Cabello, que es el número 2 en el régimen de Maduro, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, ANC, que la comunidad internacional no reconoce como legítima.
El disidente del chavismo, y expresidente de Petróleos de Venezuela, PDVSA, Rafael Ramírez, escribe que “Maduro negocia con el agua al cuello, busca una salida personal, para él y los suyos. Sabe que terminará muy mal, no puede ser de otra manera, y utiliza al chavismo y a la Fuerza Armada Bolivariana para lograr una salida, mantener en el país algún tipo de presencia política, algo que le permita sobrevivir”.
Aquí está la traba. De las declaraciones chavistas de estos últimos días, se infiere que el punto elecciones presidenciales con Maduro en el poder no tiene discusión. Para los de Guaidó, la fórmula de elecciones con Maduro fuera del poder, tampoco tiene discusión.
Para Juan Guaidó y su equipo, el arreglo no sería otro que elecciones sin Maduro en el poder. Pero el chavismo que está en el poder no consideraría otra fórmula que elecciones con Maduro en el poder.
Lo de ir a elecciones presidenciales es un tema que está sobre la mesa de Barbados, y pasa, se discute, y se acepta. O se aceptaba, porque la vocería del chavismo, Cabello, Maduro, el gobernador de Miranda y miembro del equipo negociador, Héctor Rodríguez, ha descartado tal posibilidad, hablando más bien de elecciones parlamentarias, diciendo que eso es lo constitucional, y que eso es lo que procede en el cronograma electoral.
Lo más seguro es que enfaticen en esta posición como una forma de avisar la línea con la que llegan otra vez a Barbados los negociadores de Maduro: Puede haber elecciones presidenciales pero sólo con Maduro en el poder.
Aquí está la traba. De las declaraciones chavistas de estos últimos días, se infiere que el punto elecciones presidenciales con Maduro en el poder no tiene discusión. Para los de Guaidó, la fórmula de elecciones con Maduro fuera del poder, tampoco tiene discusión.
Maduro consulta con el ministro Jorge Rodríguez, con la vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, con el gobernador Héctor Rodríguez, con el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, con Diosdado Cabello, y seguro que con el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, y con su esposa, Cilia Flores.
Corre el reloj de la negociación y Maduro espera por el punto de las sanciones
Guaidó consulta al que llaman el G-4 de los partidos, a Henry Ramos Allup, Acción Democrática, a Julio Borges, Primero Justicia, a Manuel Rosales, Un Nuevo Tiempo, y a Leopoldo López, Voluntad Popular. Por algunas vías, Guaidó sigue consultando a Roberto Marrero, su jefe de gabinete, detenido por el régimen en la tenebrosa cárcel del Sebin.
Guaidó y Maduro son los que tienen la máxima presión encima. Para Guaidó, ceder, es borrar la línea de cambio político de los tres pasos que comienza con el cese de la usurpación. Para Maduro, es qué obtener a cambio, y cómo defender a los suyos, tal cual lo dice Rafael Ramírez, pero también significa la entrega del poder, un antecedente que marcaría la historia del chavismo, y marcaría el destino de Cuba y Nicaragua.
El chavismo una vez cedió el poder, el 11 de abril de 2002. Cuando Hugo Chávez estuvo dispuesto a viajar a Cuba. Pero Chávez tenía una pistola en la sien: la Fuerza Armada y el pueblo en la calle estaban en contra suya. Chávez negoció y los demás comenzaron a huir, entre otros Nicolás Maduro, que se sintió traicionado por Chávez. Después la historia cambió y Chávez volvió al poder. Ese antecedente es otra lección para Maduro, que más que ablandarlo puede reafirmarlo en su posición. ¿Hará lo mismo que Chávez? ¿Cuál será el balance de la historia si ello pasa?
Para Estados Unidos no hay punto medio. Las elecciones deben celebrarse sin Maduro en el poder. Si acepta otra solución, la estrategia del no reconocimiento a Maduro se derrumba. Es la misma posición de Europa. Y la del Grupo de Lima. ¿Cómo desconocer a Maduro para luego reconocerlo otra vez?
Los Estados Unidos y Europa seguirán ejerciendo presión con las sanciones. El chavismo hasta ahora ha demostrado que le importa más el poder que la situación a la que pueda llegar el país. Sin embargo, cuando los negociadores de Maduro solicitan en Barbados que se levanten todas las sanciones contra figuras del régimen e instituciones y empresas del Estado, también están asomando que todos los factores del chavismo buscan una solución. Con la megaconspiración del 30 de abril quedó en evidencia que el cambio es una aspiración de los múltiples factores del chavismo. Y la posición de Cabello, el más enconado crítico de la negociación, también puede interpretarse como un anuncio de que no quiere que esta vez lo dejen fuera, tal como ocurrió en la megaconspiración. Lo cierto es que las sanciones son la única arma efectiva de Guaidó contra Maduro. Y los negociadores apuntan que si el chavismo no cede, vendrán sanciones más duras. Por ejemplo, este 27 de julio, Donald Trump tendrá que decidir si renueva o no la licencia a las empresas petroleras norteamericanas para que sigan operando en Venezuela. Si no lo hace, Chevron tendrá que irse del país, y Chevron produce el 25% de la producción petrolera de un total de 750.000 barriles diarios.
Por lo pronto, Maduro asoma que juega en el tablero de las elecciones. El chavismo también. De hecho, en el entorno de Maduro ya se cuentan cuatro precandidatos, Héctor Rodríguez, Jorge Rodríguez y el gobernador de Carabobo, Rafael Lacava. Héctor Rodríguez es el preferido de Maduro. Pero no hay que descartar que Diosdado Cabello quiera aspirar. Se supone que seguía en la línea de sucesión de Chávez, pero el fracaso del gobierno de Maduro acabó con el pacto de la sucesión. Por tanto, estaría obligado a entrar en el esquema de la candidatura y aglutinar en torno a sí lo que quede de chavismo.
¿Optimismo o pesimismo? Cómo se retoma la negociación entre Guaidó y Maduro
¿Hay un punto intermedio? La política es el arte de lo posible. Hay quienes asumen como solución intermedia que Guaidó no sea el candidato de la oposición sólo si Maduro cede el poder. La oposición sacrifica así su principal figura, que ganaría de corrido las elecciones. Pero Maduro, a cambio, tendría que desalojar el Palacio de Miraflores. Suponiendo un candidato como Héctor Rodríguez por el chavismo y otra figura que no fuera Guaidó por la oposición, las opciones podrían emparejarse. Phil Gunson, analista de International Crisis Group, le declaraba a la BBC de Londres que “Si uno ve la cosa en frío, podría llegar a la conclusión de que podría haber renuncias recíprocas. Si tenemos dos hombres que dicen ser el presidente, lo lógico en el proceso de negociación, donde ambos tienen fuerzas y debilidades, es que ambos se aparten temporalmente para dar lugar a un tercero para permitir un gobierno interino que prepare el camino a una elección sin que lo maneje ninguno de los dos”. Dice Gunson que “ambas partes van a tener que aceptar hacer concesiones, quizás mucho más allá de lo que aceptan ahora. Por supuesto, el gobierno tiene que aceptar la posibilidad de perder el poder, y hasta ahora no hemos oído ninguna declaración que lleve a pensar que eso pase por su cabeza. Hasta ahora ha dado la impresión de que negocia para mantenerse en el poder, no negocia su salida, y en el otro extremo, la oposición sólo está dispuesta a hablar de su salida del poder. Es más, dice que es el primer paso de la negociación. Ahí la oposición va a tener que ceder, porque, a menos que tengas, metafóricamente hablando, la pistola en la sien de tu adversario, no puedes llegar a una negociación diciendo que lo primero que tiene que hacer la otra parte es irse”.
Esta semana llega a Caracas el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Riabkov. Va a reunirse con Maduro. Llega en el momento crucial de la negociación. Rusos y cubanos pueden inclinar la balanza. Hay rumores, y esto son sólo rumores que provienen desde Washington: que Rusia se inclina por la solución intermedia. Que Maduro se vaya y que Guaidó también. Luego, viene otro punto difícil a solucionar. ¿Y quién se queda en la Presidencia?