Leticia Núñez (ALN).- Dice Salvador Martí i Puig, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Girona, que aunque Daniel Ortega tenga pocos apoyos (prácticamente se limitan a Venezuela, Cuba y Bolivia), la presión internacional “afecta poco” la economía nicaragüense, dependiente de Centroamérica. En declaraciones a ALnavío, considera que “es difícil pensar en condenas mundiales contra Nicaragua más allá de las declaraciones de la OEA y la Unión Europea”.
Nicaragua no está en Oriente Próximo. Ni en el este de Europa. Tampoco tiene petróleo. Así explica Salvador Martí i Puig, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Girona e investigador en el think tank Cidob (Barcelona Centre for International Affairs), la escasa movilización de las potencias internacionales en la crisis nicaragüense. Desde que estallaron las protestas en abril, ha habido más de 440 muertos y miles de heridos, según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos.
En declaraciones al diario ALnavío, Martí considera que la presión de la comunidad internacional contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo “no es contundente”. En este sentido, apunta que “es difícil pensar en condenas internacionales más allá de declaraciones de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea”.
Martí señala que las sanciones “afectan poco” la economía del país, dependiente del mercado de Centroamérica, y descarta que vayan en aumento. Hasta ahora, Bruselas envió un comunicado al canciller Denis Moncada pidiendo “el fin inmediato de la violencia, la represión y las detenciones arbitrarias” y que se respeten las libertades fundamentales.
“Para que hubiera elecciones libres sería necesario reformar toda la administración electoral”
Por su parte, Estados Unidos sancionó en junio a varios altos cargos del Gobierno y en julio castigó a la élite del régimen por estar involucrados en “graves abusos a los derechos humanos” y corrupción. Cualquier activo perteneciente a estos funcionarios en EEUU queda bloqueado, tal como informó el Departamento del Tesoro.
Y la OEA acaba de aprobar una comisión especial para buscar soluciones a la crisis política. Se trata de una resolución planteada por EEUU, Canadá, Argentina, Colombia, México, Chile, Perú y Brasil con 20 votos a favor y cuatro en contra, los de Venezuela, Bolivia, San Vicente y Granadinas, y la propia Nicaragua.
Preguntado por las posibles salidas a la crisis, Salvador Martí señala que hay varios escenarios. “Uno es el bloqueo y la represión, como ocurre en Venezuela”, dice en primer lugar. No descarta negociaciones si el régimen de Ortega “percibe que no puede aguantar la presión internacional y no tiene el control del país”. En tercer lugar, plantea una salida a la egipcia, es decir, un golpe del Ejército “si percibe que la continuidad de la presión cuestiona a la institución”. No obstante, este es un escenario que por ahora ve poco probable y que se daría en caso de un conflicto abierto mayor.
– ¿Se imaginaba que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo sería capaz de causar semejante terror?
– La verdad, no. Creo que nadie lo esperaba. Hasta la fecha había algún caso de represión puntual, pero no generalizada. La Policía y el Ejército eran instituciones respetadas y era inimaginable lo que está ocurriendo. Tampoco se pensaba que se utilizarían fuerzas de choque.
– ¿Está Nicaragua en un callejón sin salida?
– Parece que sí. Aunque debe haber alguna salida, pronto o tarde.
– Con el diálogo bloqueado y Ortega rechazando adelantar elecciones, ¿qué salidas ve posibles?
– Los escenarios son varios. Uno es el bloqueo y la represión, como está ocurriendo en Venezuela. Pero no cabe descartar negociaciones si el régimen percibe que no puede aguantar la presión internacional y no tiene el control del país. Tampoco sería inimaginable una salida “a la egipcia”: un golpe del Ejército si percibe que la continuidad de la represión puede suponer el cuestionamiento de dicha institución a medio o largo plazo.
– ¿Cuán probable sería un golpe de Estado por parte del Ejército?
– Hace cuatro años Ortega modificó la Ley del Ejército para concentrar el poder en sus manos, así que la cúpula hoy está configurada por sus fieles. Así que la hipótesis de un golpe “de palacio” aparecería en un contexto de mayor conflicto abierto y mayor presión. Ahora no es el caso.
– ¿Está el país al borde de una guerra civil?
– No. Para que haya una guerra es necesario tener dos o más bandos armados. En Nicaragua sólo está armado el oficialismo.
– En el supuesto caso de que Ortega decidiera adelantar los comicios, ¿hay una alternativa de peso en la oposición?
– Por ahora no. No hay candidatura común -ni programa común- de la oposición. Pero para que hubiera elecciones libres sería necesario reformar toda la administración electoral, y eso no se hace de un día para otro.
– ¿Puede haber borrón y cuenta nueva? Es decir, ¿ve probable que el Gobierno se mantenga en el poder ofreciendo concesiones al sector privado?
– Más que borrón, el escenario de continuidad significaría impunidad. Pero sí puede acontecer.
– ¿Qué más puede hacer la Iglesia?
– La Iglesia Católica ha hecho de mediadora y de garante. Puede hacer poco más a nivel logístico. Pero sí puede mantenerse como una voz moralmente autorizada, aunque la Iglesia tampoco es compacta ni homogénea.
– ¿Y los empresarios? ¿Sería necesario otro paso al frente de este sector para forzar la salida del régimen?
– Hasta abril la gran empresa era aliada de Ortega. Ahora se está distanciando. Sospecho que está sopesando escenarios futuros, pues el sector de negocios es notablemente dependiente de las regalías del Estado. Dudo que quiera confrontarse directamente y sin garantías de una victoria a corto o medio plazo.
– Más de 400 muertos, miles de heridos, desaparecidos… ¿Qué más hace falta para que Ortega y Murillo dejen el poder?
– Más bien: si no han abandonado el poder hasta ahora… ¿lo harán por un muerto más?
– En un análisis suyo, señala que Ortega ha “desdemocratizado” el país. ¿Qué significa esto y qué consecuencias tendrá que asumir quien tome el relevo en el poder? ¿Será un proceso largo?
– Significa que no hay separación de poderes, que la administración electoral está partidizada, que la oposición no está presente en las instituciones y que muchos derechos y garantías políticas están en el aire. Democratizar significa volver a armar un Estado de derecho.
“Hace cuatro años Ortega modificó la Ley del Ejército para concentrar el poder en sus manos, así que la cúpula está configurada por sus fieles”
– El régimen cada vez está más aislado. ¿A Ortega sólo le queda el apoyo internacional de Venezuela, Cuba y Bolivia?
– Tiene pocos apoyos, pero la presión internacional no es contundente.
– ¿Qué hace falta para lograr mayor contundencia?
– Nicaragua no está en Oriente Próximo, ni en el este de Europa, ni tiene petróleo. En las dos áreas geopolíticas mencionadas, cualquier conflicto genera una intensa y rápida movilización de las potencias internacionales y regionales. Pero en Centroamérica no. En este sentido, es difícil pensar en condenas internacionales más allá de declaraciones de la OEA o de la Unión Europea.
– ¿Espera que la comunidad internacional continúe con las sanciones?
– Nicaragua es un país al que las sanciones internacionales le afectan poco en la economía. Su mercado es el regional (Centroamérica), el norteamericano y el venezolano. Las sanciones desde la UE o desde la OEA no son muy efectivas a corto plazo. Y no creo que vayan en aumento. Y Estados Unidos no quiere generar una crisis humanitaria en Nicaragua.
– ¿Cuánto tiempo aguantará Nicaragua tanto terror?
– En el mundo han existido y perdurado muchos regímenes autoritarios y represores, así que si en Nicaragua se consolida un régimen represor no será una excepción. Pero espero que no sea así y que pronto renazca un régimen que garantice derechos y libertades, y genere un país más justo.