Juan Carlos Zapata (ALN).- El coronavirus es una pandemia sanitaria que puede convertirse en pandemia financiera. Ya no queda duda que el impacto del virus en la economía mundial es devastador. Ahora los expertos y el FMI piensan en los bancos. Los riesgos están allí. El shock está aquí. El FMI asoma una receta de cómo actuar desde ahora.
“Nos enfrentamos a una turbulencia económica con el potencial de ser más grave que la vivida durante la crisis financiera mundial”. Con esta frase que para los pelos de punta comienza un análisis de Tobías Adrian, Consejero Financiero y Director de Asuntos Monetarios y Mercados Financieros del Fondo Monetario International (FMI), y Aditya Narain, Subdirector del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital (MCM) del FMI y responsable de supervisar la labor de MCM. Ya la expresión supone un alerta de magnitud. ¿Puede repetirse la crisis financiera de 2008? El propio FMI ha dicho que la recesión de 2020 puede ser igual o peor que la registrada en la crisis financiera global. Sólo que esta es otra crisis. O como señalan los expertos: “La pandemia del coronavirus es un tipo de shock diferente”.
¿Por qué es diferente? Comenzando porque “nunca antes las economías modernas se habían paralizado de un momento a otro. De una semana a otra, muchos trabajadores han perdido sus empleos y sus salarios. Restaurantes, hoteles y aviones se han vaciado. Y los consumidores y las empresas se enfrentan a grandes pérdidas de ingresos y a posibles quiebras generalizadas”.
El informe que presentó la ONU hace un par de días es desolador. Que 25 millones de personas perderán su empleo, que se van a pulverizar entre 860.000 millones y 3,4 billones de dólares de ingresos laborales, y que caerán hasta un 40% los flujos comerciales de inversión directa. No se diga lo que ocurrirá con el turismo. Y lo que va a ocurrir con los créditos bancarios. La morosidad. Los atrasos. Las renegociaciones.
Es así como Adrian y Narain señalan que “la presión sobre el sistema bancario está creciendo y es inminente el aumento de los incumplimientos de deuda. Y son muchos los que esperan un shock en el sector financiero de magnitud similar al de la crisis de 2008”.
Es verdad, algunos expertos calculan que la economía se pondrá en movimiento en el último trimestre de 2020. ¿Pero quién lo garantiza? La pandemia ahora es que se está asomando en la economía más grande del planeta, Estados Unidos. Por ello es que los expertos señalan que “tenemos que considerar escenarios más adversos”. Esto obliga a ajustar estrategias. O a cambiarlas. Porque “en circunstancias de presión más grave, tendremos que hacer un replanteamiento considerable de nuestro manual de estrategias”.
Con la crisis, incluso, “podría ser necesario recapitalizar o incluso reestructurar algunos sistemas bancarios”, dicen los autores. Y como el FMI posee experiencia en este sentido, ya está preparado para ayudar.
Pero surge otra pregunta. ¿Cómo hacerle frente desde hoy a la amenaza? ¿Como en 2008? En este año, bajo la acción mancomunada de las autoridades financieras del mundo, señalan los expertos, “se elevaron de forma significativa las exigencias mínimas de calidad y cantidad de liquidez y capitalización bancarias y se consiguió crear un sistema bancario más resiliente, diseñado para mantener reservas por encima del mínimo que puede utilizarse de forma segura en condiciones de tensión”.
Hoy ha habido respuestas en cada país. Sin embargo, estos funcionarios del FMI, colocados en el peor de los escenarios, se apuran y proponen una especie de “receta para el sistema bancario” “sobre el camino a seguir”.
Es así como proponen “No cambiar las reglas”. Y es que “hacerlo en medio de una crisis probablemente cause más confusión”. Las iniciativas bancarias deben ser dejadas para después. El ahora es ahora y por tanto “los bancos deben centrarse en mantener las operaciones en curso, dadas las crecientes dificultades para realizar estas operaciones a distancia”.
El siguiente punto es “Utilizar las reservas”. ¿Cómo se traduce esto? En que “los reguladores deben comunicar con claridad que las reservas de liquidez y capital deben respaldar la continuidad de los préstamos bancarios, sin consecuencias adversas para la administración de los bancos. Los bancos acumularon estas reservas por encima de las normas mínimas de Basilea para gestionar las presiones sobre la liquidez y las pérdidas de ingresos derivadas del incumplimiento de reembolsos de préstamos”.
Luego viene un punto clave. Que toca directamente a bancos y clientes. Proponen “Fomentar la modificación de los préstamos”. Esto significa que “los supervisores deben comunicar con claridad a los bancos que actúen de manera proactiva para reestructurar la cartera de préstamos de aquellos prestatarios y sectores que más están sufriendo por este duro shock temporal”. Los gobiernos y los propios bancos en cada país y en cada entorno ya tienen medido cuáles son los sectores más afectados, y pueden prever hacia qué otros sectores se extenderá la crisis con mayor impacto.
Los expertos del FMI también proponen “No esconder las pérdidas”. Es decir, “los bancos, los inversionistas, los accionistas e, incluso, los contribuyentes tienen que asumirlas. La transparencia contribuye a preparar a todas las partes interesadas”. Punto importante para evitar sorpresas como en el pasado. Y es que, apuntan, “las sorpresas sólo empeoran sus respuestas, como quedó demostrado durante la crisis de 2008”.
En el análisis se establece que hay que “Aclarar el tratamiento regulatorio de las medidas de apoyo. Aclarar por adelantado cómo deben tratar los bancos y los reguladores las medidas fiscales, entre otras, las medidas dirigidas directamente a los prestatarios, las garantías de crédito, la suspensión de pagos, los subsidios y las transferencias directas -más allá de las directrices actuales del marco de capital de Basilea- contribuiría a la transparencia general”. También abordan “Fortalecer la comunicación”… “un diálogo continuo entre los supervisores y los bancos, sobre todo en esta situación sin precedentes de trabajo a distancia con compañeros, clientes y supervisores”.
Y aunque dejan para el final, el siguiente aspecto, no por ello deja de ser fundamental. “Coordinarse a escala transfronteriza. El sector bancario es una actividad mundial. Es imperativa una amplia coordinación entre los reguladores nacionales a escala internacional. Esta crisis pasará tarde o temprano, y que sus efectos se disipen puede llevar un tiempo, pero conservar la integridad del marco internacional será fundamental para la credibilidad e integridad del sistema financiero mundial. Los organismos internacionales, como el Consejo de Estabilidad Financiera y el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea trabajan día y noche para que así sea”.