Leticia Núñez (ALN).- Luis Guillermo Solís hizo historia en 2014 al convertirse en el primer presidente de Costa Rica en más de seis décadas que no procedía de un partido político tradicional. Cuatro años después, el país ha roto definitivamente con el bipartidismo. Celebrada este domingo la primera vuelta electoral, marcada por el rechazo al matrimonio gay, los ciudadanos elegirán el próximo 1 de abril entre dos candidatos emergentes: Carlos Alvarado, del PAC, y el evangélico Fabricio Alvarado, de Restauración Nacional.
Aquí yace el bipartidismo. Este fue el epitafio que los costarricenses colocaron el domingo con los votos en las elecciones presidenciales. Las dos principales fuerzas, el Partido de Liberación Nacional (PLN) y el Partido de Unidad Social Cristiana (PUSC), que se alternaron en el poder en Costa Rica de 1949 a 2014, parecen cosa del pasado. O al menos no del presente ni del futuro inmediato que se vislumbra en el país.
Ya en 2014, Luis Guillermo Solís se convirtió en el primer presidente que llegó al poder al frente de un partido político emergente: Acción Ciudadana. Ahora la tendencia se afianza. Y es que gane quien gane la segunda vuelta electoral del próximo 1 de abril, no será de ninguna de las fuerzas tradicionales. Es el golpe definitivo al bipartidismo en un país con una de las mayores estabilidades políticas de América Latina y el Caribe. Llega, además, tras unos comicios atípicos que estuvieron marcados por el rechazo del sector más conservador al matrimonio gay.
Los costarricenses tendrán que elegir entre el predicador evangélico Fabricio Alvarado, de Restauración Nacional, un partido fundado en 2005 y que hasta ahora sólo había cosechado un diputado -el propio Alvarado-, y el candidato oficialista, Carlos Alvarado, de 38 años.
“En 2002 ya empezamos a ver que había menos porcentaje de votos distribuido entre las grandes fuerzas políticas”
“Esto confirma la muerte del bipartidismo”, señala rotundo Juan Carlos Hidalgo, analista de políticas públicas sobre América Latina en el Cato Institute de Washington. En declaraciones al diario ALnavío, asegura que Costa Rica dejó de ser una democracia bipartidista y que el único interrogante es ver si algún día los partidos tradicionales volverán con fuerza. “No sabemos si estamos ante un fenómeno sólo de 2018 con Fabricio Alvarado o estamos a las puertas del nacimiento de una gran fuerza política”, dice al respecto.
En unas elecciones polarizadas entre quienes se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo y quienes están a favor, Fabricio Alvarado disparó su popularidad con un discurso fuertemente conservador en defensa de la familia tradicional. No obstante, Hidalgo cree que el tema del matrimonio igualitario irá perdiendo importancia de cara a la segunda vuelta, lo que favorecería al candidato del Gobierno (Leer más: El matrimonio gay polariza los comicios en Costa Rica).
Quienes no conquistaron al electorado en la primera vuelta fueron los líderes de los históricos PLN y PUSC, Antonio Álvarez Desanti y Rodolfo Piza, respectivamente. Desanti terminó con un 18,6% de apoyos y Piza, con un 16%.
“Desanti, quien se ha lanzado múltiples veces para presidente, es el epítome del político tradicional, oportunista, sin principios y que genera mucho rechazo. Las encuestas indicaban que cuando se preguntaba a los indecisos por quién no votarían nunca, Desanti salía entre los primeros”, recuerda Hidalgo.
En este sentido, el analista añade otra observación. Mientras que el electorado de Liberación Nacional se sitúa entre el 20% y el 25% de la población, Desanti cosechó un 18,6% de sufragios. Es decir, ni siquiera convenció a todos sus propios votantes.
En opinión de Hidalgo, “la gente sigue sin perdonar los errores al bipartidismo. Liberación Nacional es percibido como un partido corrupto, mercantilista, mientras que el PUSC sigue pagando los errores de hace años, cuando se vio involucrado en grandes casos de corrupción”. Por ello, concluye: “El bipartidismo tiene una mala percepción. La gente lo ve como algo corrupto e incompetente”.
“La gente ve el bipartidismo como algo corrupto e incompetente”, asegura Hidalgo
No obstante, el analista advierte que el Partido Acción Ciudadana, del presidente Solís y del aspirante Carlos Alvarado, también se vio involucrado en el caso del Cementazo, una compleja trama de influencias políticas que afecta a los tres poderes de la República y que salpicó al propio Solís, pero los ciudadanos no le castigaron. “Resultó ser igual de incompetente, pero el rechazo a la figura del bipartidismo es mayor”, apunta Hidalgo.
La fragmentación comenzó en 2002
Pese a que Solís fue quien rompió en 2014 la alternancia en el poder de socialdemócratas y socialcristianos y abrió un momento sin precedentes en la historia costarricense, la fragmentación, sin embargo, se empezó a producir en 2002.
Tal como recuerda al diario ALnavío Ilka Treminio, directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Costa Rica, en 2002 por primera vez hubo una segunda vuelta electoral, pese a que la Constitución admite la segunda ronda desde 1949. “Ya empezamos a ver que había menos porcentaje de votos distribuido entre las grandes fuerzas políticas, que nunca habían necesitado el balotaje porque siempre obtenían más del 45% de los votos”.
Ahora, dice Treminio, “hay un sistema político fragmentado y muchas personas sienten que ya se agotó y que necesitan cambios”. Sólo queda un interrogante: ¿Fabricio o Carlos Alvarado?