Leticia Núñez (ALN).- El cantante evangélico Fabricio Alvarado lidera las encuestas con un 36% de apoyos, frente al 29% del oficialista Carlos Alvarado. Cuando quedan menos de seis semanas para que se celebre la segunda vuelta de los comicios presidenciales, ninguno parece cosechar un apoyo abrumador. “No hay un claro líder en términos de atracción electoral”, dice a ALnavío el sociólogo Pablo Carballo.
Con una intención de voto de 36,1%, el cantante evangélico Fabricio Alvarado encabeza las preferencias electorales de cara a la segunda vuelta de los comicios presidenciales de Costa Rica, que se celebrarán el próximo 1 de abril. Mientras, el candidato del Gobierno, Carlos Alvarado, obtendría el 29,4% de apoyos, según la última encuesta, realizada por la empresa OPol Consultores para el periódico El Mundo.
Todo apunta a que la contienda electoral estará reñida. Cuando quedan menos de seis semanas para que los costarricenses elijan al próximo presidente, el porcentaje de indecisos es de 14,7% y quienes afirman que no votarán representan un 19,7%, según el mismo sondeo.
“No hay un claro líder en términos de atracción electoral. Aunque las encuestas dan más peso a Fabricio, no hay claridad como para ver quién ganará”, dice Pablo Carballo, investigador de Sociología y Comunicación Política de Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), y profesor de la Escuela de Sociología de Costa Rica, en declaraciones al diario ALnavío.
“Aunque las encuestas dan más peso a Fabricio, no hay claridad como para ver quién ganará”
En su opinión, la sociedad costarricense no sólo está polarizada entre quienes se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo y quienes están a favor, sino que también hay una polarización “respecto a quien no quiero seguir”. Dice Carballo que la campaña gira en torno “a lo que yo del todo no quiero” y eso implica que “no estamos trabajando en una cuestión de construir cosas sino de no seguir ciertos caminos” (Ver más: Costa Rica entierra décadas de bipartidismo con unas elecciones atípicas).
Entonces, ¿los costarricenses elegirán al menos malo? “Podría ser”, responde el sociólogo, recordando que en 2010 el candidato socialcristiano Luis Fishman utilizó como eslogan “vote por el menos malo”. De momento, la campaña sigue polarizada por el debate en torno al matrimonio igualitario y la defensa de los valores cristianos y la familia tradicional. “A algunas personas, aunque sea importante, no les interesa hablar del déficit fiscal. Eso generó que muchos ciudadanos acudan a un discurso un poco más simplificador en torno al matrimonio igualitario”, señala Carballo.
A su juicio, en esta segunda ronda se añade otra circunstancia: el hecho de que el oficialismo represente “una especie de discurso del progreso” mientras que la opción de cambio, es decir, el Partido Restauración Nacional, “representa el conservadurismo”. Habitualmente, los partidos oficialistas tienen cierta dinámica conservadora, como apunta Carballo, y los partidos emergentes se caracterizan por ser progresistas. “Pero en Costa Rica sucede lo contrario”, remata al respecto.
Preguntado por cuál de los dos candidatos está más preparado para gobernar, Carballo se queda con Carlos Alvarado. “No porque sea el idóneo, sino porque tiene una experiencia directamente relacionada con el quehacer del gobierno ya que fue ministro”. Sobre Fabricio Alvarado, el sociólogo apunta que “ha demostrado un mal manejo y un desconocimiento de la organización en términos de separación de poderes”. Y agrega: “Hay en él una clara demagogia populista”.
Finalmente, Carballo señala que Carlos Alvarado no tendrá los mismos retos que Fabricio Alvarado en caso de ganar. “Carlos tiene un desafío de unir la fractura que hay en Costa Rica en torno al matrimonio igualitario. Fabricio, más bien, se lucró electoralmente de esa fracción. Su reto no es unir, dado que su discurso fue de separación”, matiza al respecto.
Como reto común, el sociólogo lo tiene claro: “El déficit fiscal. Lo tendrá que afrontar cualquiera de los dos y lo tendrán que asumir desde el gobierno” (Ver más: El próximo presidente de Costa Rica tendrá que enfrentar una “profunda” crisis fiscal).