Zenaida Amador (ALN).- En la última etapa de 2019 Venezuela experimentó una ligera mejora en la oferta de bienes y servicios gracias al sector privado, lo cual fue posible por la flexibilización que Nicolás Maduro les dio a los empresarios al dejar de lado los controles de precios y de cambio. Pero el sector privado, el mismo que hasta inicios de este 2020 lucía como el salvavidas para impedir el colapso general del país, ahora está fuertemente golpeado por la paralización económica aplicada para contener el Covid-19 y sin asomo de que se tome alguna decisión que le ayude a resistir la crisis.
“Cuenten con el gobierno revolucionario para cualquier cosa que necesiten: financiamiento, crédito, moratoria en pagos, todo lo que necesite el empresariado. Venezuela, sí se puede, nosotros somos del tamaño del compromiso que se nos presente, seguimos en batalla”, prometió Nicolás Maduro este fin de semana al decretar 30 días más de cuarentena social en Venezuela como medida para contener la propagación del coronavirus.
Si bien este tipo de afirmaciones son recurrentes, la realidad es otra. Según la Cepal, Venezuela se encuentra entre los países de América Latina y el Caribe que menos medidas ha aplicado en materia económica ante la expansión del covid-19, lo que puede profundizar los efectos de la crisis.
Uno de los grupos empresariales emblemáticos del país, Polar, formalmente informó que debido a la crisis actual, sumada al impacto de seis años consecutivos de recesión, ha tenido que paralizar operaciones de forma progresiva en varias de sus plantas de alimentos. Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar, señaló que específicamente a raíz de la cuarentena, que implica restricciones en la venta de licores, detuvo actividades en la línea de cervezas. Dio las gracias a los accionistas y directivos de la empresa por erogar los fondos para pagarles a los trabajadores y mantener la nómina en una coyuntura en la que no se están generando ingresos.
Otra emergencia más: Maduro puede quedarse sin alimentos y no tiene gasolina
El Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) calcula que la parálisis de ese sector llega a 90%, quedando activos tan solo supermercados, abastos y farmacias, así como algunos servicios clave, como telecomunicaciones. Vale decir que fue el sector comercial el que logró motorizar la llamada «burbuja» económica de cierre de 2019 y hoy es de los más afectados por el ceses de actividades.
Por eso la extensión del estado de alarma nacional enciende las alertas, pues no existen ni estrategias ni recursos para mitigar el impacto económico y social de dos meses continuos de paralización general. Además, las pocas medidas aplicadas hasta ahora desoyen las peticiones del sector productivo y algunas, que implican la entrega de bonos y ayudas por parte del Estado, auguran un recrudecimiento del cuadro inflacionario porque serán financiadas con emisión monetaria.
Tensión contenida en el país
El otro problema grave es que no hay gasolina. “Hemos estado garantizando a los transportistas todo su combustible, a los transportistas de cargas, de alimentos, para que no se paren, eso es un plan perfecto coordinado con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, señala Maduro.
Pero en verdad la situación es otra y ya está en riesgo la movilidad básica de médicos y pacientes, así como de alimentos e insumos básicos para garantizar la atención de las necesidades de la población.
El Estado venezolano centraliza y controla la producción y suministro de hidrocarburos, de allí que Maduro pusiera a los militares al frente de la distribución de las pocas existencias de combustibles para gestionar la crisis. Sin embargo, lo que ha florecido es el mercado negro donde la hasta ahora gasolina más barata del mundo se transa con sobreprecios de hasta 400.000%.
Desde 2016 el chavismo no se ha atrevido a ajustar el precio de la gasolina por miedo a enfrentar el costo político de esta situación, lo que agravó los problemas financieros de la industria y estimuló el contrabando de gasolina. Pero ahora, con la economía destruida y el país paralizado por la cuarentena, el litro de gasolina puede venderse hasta en 4 dólares, dependiendo de por cuál vía se compre el combustible que, de resto, solo se vende con salvoconducto y a sector priorizados de la economía por orden presidencial.
“La gasolina en Venezuela está privatizada por el mercado negro”, resume Iván Freites, líder sindical del sector petrolero al analizar esta situación.
“La gasolina en Venezuela está privatizada por el mercado negro”, resume Iván Freites, líder sindical del sector petrolero al analizar esta situación.
A diario, aun con las medidas de aislamiento social, se registran varias protestas en reclamo por la escasez del combustible que está generando pérdidas adicionales en los sectores productivos. Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, durante marzo hubo 580 protestas y el 55% tuvieron relación con la escasez y control en la distribución de gasolina a nivel nacional, la restitución urgente de los servicios básicos, dolarización del salario y dotación de hospitales. “Ha sido tan grave la demanda de los servicios que hasta el mismo personal médico ha salido a protestar porque requieren de gasolina para movilizarse a los centros hospitalarios. El covid-19 no detuvo la protesta social”.
Para Juan Pablo Guanipa, vicepresidente de la Asamblea Nacional, la verdadera razón de la extensión del estado de alarma por 30 días es que el régimen de Maduro quiere “mantener el control social y contener el descontento por la falta de gasolina” y no el coronavirus, como argumenta, de lo que “la dictadura” no se compadece.
Por ahora una crisis encubre a la otra, pero la presión va en aumento.