Zenaida Amador (ALN).- El fenómeno, que por casi dos años arrasó el poder adquisitivo de los venezolanos y sumió a la población en una aguda crisis, comenzó a perder velocidad en la segunda mitad de 2019. Sin embargo, todo indica que vuelve con fuerza estimulado por los coletazos generales del coronavirus y las políticas del régimen de Nicolás Maduro que apuntan a la agudización de la debacle económica en Venezuela.
Para destrabar el juego económico, luego de casi 16 años de control de precios y de cambio, Nicolás Maduro se vio en la necesidad de flexibilizar estas regulaciones en el tramo final de 2019, lo que contribuyó a mejorar el abastecimiento de productos básicos. Esta medida, así como una relativa disciplina fiscal, con menores emisiones monetarias para financiarse, ayudaron a que el país viviera una “normalización”. Sin embargo, es obvio que ese precario equilibrio se está rompiendo.
La Asamblea Nacional (AN) emite mes a mes un estimado de la evolución de la inflación que sirve de referencia general, ya que por decisión de Nicolás Maduro se silenciaron los reportes oficiales sobre la evolución de los precios que hacía el Banco Central de Venezuela. Aun así, el Parlamento ha llevado el pulso inflacionario del país, que cerró 2019 con una tasa de 7.374,4%.
En enero de este año la variación mensual de precios fue de 65,4%, pero logró retroceder a 22,4% en febrero. Sin embargo, en marzo llegó a 21,2% y todo indica que en abril podría apretar el paso y comenzar a acercarse al registro de inicios de año.
El Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda) ubicó el costo de la canasta alimentaria de marzo en 19,1 millones de bolívares, equivalentes a 236,66 dólares, 14% más que en febrero.
Cuál es el plan que tiene Maduro para enfrentar la crisis de gasolina en Venezuela
Así suben los precios de los alimentos
La llamada “Cesta Petare”, que es una medición semanal que registra la AN sobre la conducta de los precios de unos ocho rubros básicos en una de las zonas más populosas de Caracas, ha registrado alzas y bajas desde que se detectó el primer caso de coronavirus el pasado 13 de marzo.
En la semana 12 del año (del 15 al 21 de marzo) el aumento de precios fue de 4,43%, en la semana 13 fue de 5,83%, en la 14 tuvo un descenso de -2,20% y en la semana 15 (del 5 al 11 de abril) la escalada fue de 20,58%.
En estas fluctuaciones han incidido el descenso de la demanda, porque la población ha perdido ingresos debido a la parálisis general de actividades, pero también el impacto general en las estructuras de costos por la escasez de gasolina, la incertidumbre y la devaluación que responde, además, a la política monetaria expansiva adelantada por las autoridades para costear sus gastos.
Solo en las tres primeras semanas de cuarentena en Venezuela hubo una expansión de 21% en la liquidez monetaria, lo que se inmediato comenzó a reflejarse en el precio del dólar. Entre enero y lo que va de abril, el tipo de cambio oficial ha registrado una variación de 159%, por lo que el bolívar ha sufrido una depreciación de 62%. De inmediato esta escalada se refleja en los precios. Así que las proyecciones no son alentadoras. El Fondo Monetario Internacional estima que este año la inflación será de 15.000% en Venezuela.
Buscando un culpable y más represión
Solo en las tres primeras semanas de cuarentena en Venezuela hubo una expansión de 21% en la liquidez monetaria, lo que se inmediato comenzó a reflejarse en el precio del dólar
El Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) ya advirtió acerca de un eventual apetito de las autoridades de responsabilizar de la crisis a los empresarios. En estas circunstancias generales del país, donde inciden diversos factores como la escasez de gasolina y donde “el panorama hiperinflacionario parece cobrar vigor, en el que el tipo de cambio se aleja de su relativa estabilidad, y en el que la cadena de valor de la economía corre el riesgo de tener una ruptura que conduzca a circunstancias conocidas por todos los venezolanos en cuanto a las dificultades para acceder a bienes y servicios, se debe tener sumo cuidado en buscar en la figura del comerciante un chivo expiatorio o culpable de las dificultades que atestigua Venezuela y el resto del mundo”.
El presidente de Consecomercio, Felipe Capozzolo, fue tajante: “A falta de combustible no hay distribución eficiente, aumenta el riesgo de escasez de productos. Si disminuye la oferta suben los precios ocasionando malestar a la gente. Sospechosos habituales: ¿los comerciantes? ¡No, no, no, a otro con ese cuento!”.
La Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) ha reactivado las fiscalizaciones para verificar el cumplimiento de la Ley de Precios Justos y se ha limitado a hacer “exhortos” para evitar brotes especulativos. Sin embargo, otros funcionarios ya hablan de controlar nuevamente los precios y de aplicar coto a los empresarios especuladores.
Uno de ellos es Lisandro Cabello, secretario general de Gobierno del estado Zulia, quien asegura que hay supermercados y negocios “que tienen el privilegio de estar abriendo”, pues hay una orden de parálisis general de actividades por la cuarentena, y están “haciendo mucho dinero” con especulación y sobreprecio. Así que los amenazó con la llamada “operación tun tun”, que suele ser mencionada por el líder del chavismo Diosdado Cabello al referirse a allanamientos y persecuciones de enemigos del régimen.
La Milicia Bolivariana, que es un cuerpo civil en armas recientemente adscrito a las Fuerzas Armadas, es parte del sistema de control que se ha activado en estados como Aragua, donde han procedido al cierre de comercios por especuladores.
La tendencia general de control que se establece en el país a propósito del COVID-19 puede tener repercusiones en las relaciones del régimen de Maduro con el sector privado.