Elizabeth Fuentes (ALN)- Viñedos, restaurantes y hoteles en Suramérica y Europa convierten al cineasta en el verdadero Padrino de un holding económico dedicado al disfrute de paisajes y sabores cinco estrellas, un goce que ahora le permite dirigir filmes más como hobby que para hacer dinero. Cada filme, exitoso o fracasado, le sirvió de estímulo para centrar su interés en ese primer viñedo que, película tras película, fue creciendo. Luego del triunfo de El Padrino en 1972, Francis Ford Coppola y su esposa Eleanor decidieron comprar una propiedad en Napa Valley -2,2 millones de dólares- “para que los hijos pudieran nadar y trepar árboles”, como dijo a la revista especializada Wine Enthusiast.
Pero luego vendría el fracaso económico y de crítica de Apocalipsis Now, seguido de los problemas financieros de la familia. Entonces el director volteó la mirada hacia el valle y cuenta que le preguntó a su esposa: ¿Por qué no hacemos vino? Y explicó su ímpetu con una frase que podría quedar para la posteridad: “Cuando empecé a hacer cine tampoco sabía hacer películas”.
Coppola restauró un antiguo palacio en la ciudad donde nació su abuelo y lo transformó en un hotel de lujo
Eso fue en 1979 y mucho vino ha corrido por Napa Valley desde entonces. Hoy el imperio de la familia se extiende más allá de las cepas y las catas. A sus dos vinerías, Francis Ford Coppola Winery y Virginia Dare Winery -esta última adquirida el año pasado-, el imperio de la diversión Coppola se ha extendido desde California hacia Europa y Suramérica, ofreciendo lo que el autor de El Padrino sabe hacer tan bien: divertir, entusiasmar, generar emociones en sus espectadores o en sus clientes. Para ello ha armado una red de hoteles y restaurantes, sin descontar que su Viñedo Coppola en Napa Valley es una suerte de Disneyland para adultos, donde no faltan dos piscinas, tres restaurantes y diversos programas para catar y comprar vinos.
De Belize a Italia
Coppola es más que cine y vinos / Foto: WineEnthusiast
De los cinco hoteles que ya tienen en su portafolio, los Coppola tiene dos en Belize, uno en Guatemala, uno en Argentina y otro en Italia, todos con la tendencia hacia el disfrute de la naturaleza. En Belize, la familia posee el Blancaneaux Lodge, un hotel-escondite situado en una reserva forestal y rodeado de pinos tropicales, robles y arbustos antiguos. Francis solía ir allí a esconderse en vacaciones, hasta que decidió adquirirlo. Tienes tres restaurantes -uno italiano por supuesto-, piscina, bar y el costo de cada cabaña -apenas 20- comienza en 300 dólares la noche y asciende hasta 1.500 las más grandes y lujosas.
También en Belice la familia posee Turtle Inn, en una isla privada y con solo 25 habitaciones frente al mar. Un paraíso mucho más costoso donde se puede hacer submarinismo, pesca y que cuenta con una bodega de vinos y dos restaurantes. Los precios oscilan entre 340 dólares por la cabaña más pequeña y 4.500 dólares por la Cabaña Sophia, grande y frente al mar, bautizada obviamente en honor a su hija.
Muy cerca, en Guatemala, está La Lancha, un hotel más pequeño y exclusivo, con solo 10 cabañas pero ubicado muy cerca de las ruinas de Tikal y el lago Peten Itza. Aquí los precios bajan en relación a la diversión, que no es mucha. Es un sitio solo para relajarse, degustar la cocina local de su restaurante y visitar las ruinas mayas cercanas. El costo va desde 149 dólares por la cabaña pequeña en temporada baja hasta 445 dólares las más grandes en temporada alta.
Todos sus hoteles y restaurantes mercadean el apellido del cineasta como un atractivo más
En Argentina, la propiedad de los Coppola varía y mucho. Porque el Bourbon Exclusive Jardín Escondido está ubicado en la exclusiva zona de Palermo en Buenos Aires, en medio de restaurantes de lujo, tiendas y bares, en el mero centro del ocio nocturno. Es una vieja casona con patio interno y piscina, que Coppola adquirió debido a sus frecuentes viajes a Argentina para catar vinos. Eso sí: este hotel es un homenaje a sí mismo, porque parte del atractivo que mercadean es, por ejemplo, que la habitación Bolaño -llamada así en homenaje al escritor chileno- está al lado de la que ocupa Francis Ford Coppola. O que en la habitación Cortázar fue donde la esposa de Francis escribió un guión o donde se aloja Sophia de vez en cuando. El precio es razonable, unos 700 dólares por cuatro noches. Lo difícil es conseguir reserva porque suele estar lleno.
Blancaneaux Lodge, en Belize. Un paraíso para esconderse / Foto: richandcelebs.com
Por supuesto, en su menú de propiedades no podía faltar Italia, donde la familia adquirió el Palazzo Margherita, una joya del siglo XIX situada en Bernalda, una pequeña ciudad del sur donde nació el abuelo de Ford Coppola. Francis lo compró en 2005 y lo restauró completamente. Está ubicado entre las antiguas ciudades de Metapontum y Matera, una zona casi intacta que incluye viviendas de cuevas y joyas arqueológicas de los primeros días del cristianismo. De hecho, Matera ha sido considerada Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y declarada Capital Europea de la Cultura para 2019.
Como “un sueño hecho realidad”, lo describió el propio Coppola. “Es un palacio antiguo, con frescos en sus techos y paredes, habitaciones palaciegas con innumerables detalles, aunque moderno en cuanto a sus sistemas, música y cine disponibles, pero la pátina de su época se conserva”. Tiene dos restaurantes y dos bares, uno de los cuales se llama Cinecitá, en homenaje al estudio de cine romano.
Aquí los precios se elevan hasta un promedio de 1.000 dólares la noche, dependiendo siempre de la época y el tipo de habitación, e incluyen desayuno y clases de cocina. Queda a tres horas en auto de Roma y visitar Matera, a solo 35 minutos del hotel, convertirá las vacaciones en un asombro.