Elizabeth Fuentes (ALN).- Tres empresas de cruceros han decidido llevar a los turistas a través de los ríos Amazonas y Orinoco para que descubran paisajes únicos, indígenas en su hábitat, así como animales y flora exóticos. Pero sin sacrificar la comodidad de una suite o la buena cocina que ofrecen a bordo. Hasta cine tienen algunos de ellos. Fitzcarraldo, el aventurero cuya historia narró magistralmente el director alemán Werner Herzog, quiso levantar un teatro de la ópera en medio de la selva peruana para llevar hasta allí al mismísimo Caruso. Y dentro de su desenfreno, Carlos Fermín Fitzgerald -que los indígenas llamaban Fitzcarraldo-, el adinerado empresario del caucho, imaginó también construir una carretera para unir las cuencas de los ríos Purus y Ucayali, negocio que tampoco terminó bien. En su lugar, se compró un barco a vapor que, según la leyenda, armaba y desarmaba para poderlo pasar de un río al otro.
El filme de Herzog, que une arte, navegación, selva y mucho dinero, bien podría proyectarse en el cine del lujoso crucero Le Soleal, de la empresa francesa Ponant, que atravesará el río Amazonas y parte del Orinoco a partir del 17 de marzo de este año. El viaje comenzará en Recife, Brasil, y culminará, luego de 18 días y 17 noches, en Fort de France, Martinica, pasando brevemente por el Orinoco venezolano.
Hay desde barcos con cine hasta otros con mosquiteros y energía solar
Le Soleal es un hotel de lujo que navega. Posee capacidad para 132 habitaciones, todas con baño y balcón privado, más los privilegios de cualquier cinco estrellas, desde el minibar y cafetera en la habitación, hasta productos higiénicos. Tiene bar abierto, restaurante, gimnasio, sala de cine y lo mejor: la constante vista al río y a la selva que lo circunda. Y como hotel de lujo que navega, el precio es alto, rozando los 10.000 dólares por persona, aunque en algunas agencias de viajes sostienen que ya los cupos del próximo viaje están todos vendidos.
La idea de atravesar el río Amazonas a todo lujo la comenzó años atrás una empresa peruana, Amazon River Expeditions, que cuenta con cinco cruceros VIP y uno que denominan “moderado”, más una pequeña cadena hotelera y de lodges. Los barcos salen de su embarcadero privado, en Nauta, pero la empresa se encarga de buscar a los turistas hasta el aeropuerto de Iquitos, ciudad que queda a 90 minutos de vuelo desde Lima.
Adela Acosta, gerente general de la empresa, señala al diario ALnavío que “nuestros precios solo incluyen los servicios desde la recepción en el aeropuerto de Iquitos y los traslados al barco. Luego los servicios en el barco y el traslado de vuelta al Aeropuerto de Iquitos”.
– ¿Quienes viajan más en sus cruceros? ¿Latinos, europeos o norteamericanos…?
Los cruceros ofrecen visitas a una aldea de la región / Foto: Brasil a la carta
– Viajan muchos norteamericanos, pero recientemente ha habido un aumento importante de turistas que llegan de México, Argentina y Chile. También se ha incrementado el número de turistas ingleses.
En cualquiera de sus cinco cruceros, los viajeros tendrán la posibilidad de visitar Reservas Nacionales donde podrán observar miles de especies vegetales y animales, muchos de ellos amenazados de extinción, como los monos guapo rojo o los delfines rosados.
La mayoría de los cruceros de esta cadena son pequeños. El Zafiro, por ejemplo, tiene solo 19 suites, cada una con balcón y ventanas panorámicas de piso a techo, para disfrutar del espectáculo que ofrece la selva y el río. El restaurante también tiene su extraordinaria vista al río y todas las comidas están inspiradas en ingredientes de la selva peruana. Los otros cuatro cruceros, Aria, Delfín I, II y III, tienen capacidad para un máximo de 40 personas, quienes podrán disfrutar durante el viaje no solo de la vista natural, sino piscina, jacuzzi al aire libre y todos los beneficios de una habitación cinco estrellas.
Aquí los precios oscilan entre 4.800 y 5.000 dólares por los cruceros de cinco días. Y si bien hacen descuento -20% menos para una tercera persona que duerma en el sofá cama que poseen algunas suites-, no se aceptan niños menores de siete años.
De todo hay en la selva del Señor
Pero si se tiene espíritu aventurero y menos dinero -que suelen ir juntos-, conviene descubrir las posibilidades que ofrece la empresa Brasil a la Carta, empeñada en dar a conocer las ventajas de la selva amazónica a través de distintas posibilidades y para muchos tipos de bolsillos.
Desde el Iberostar Gran Amazon -un barco enorme con muchas de las facilidades de los cruceros tradicionales- hasta el Amazon Clipper, con ocho camarotes y literas, menos elegante pero cuyo tamaño le permite ir adonde algunos otros no llegan.
Le sigue Lo Peix, para 10 personas máximo, dirigido a los ecologistas radicales, con mosquitero en las habitaciones y ventiladores movidos por energía solar “para vivir con intensidad y autenticidad una auténtica experiencia amazónica”. Y finalmente ofrecen el velero Desafío, que tiene cocina equipada y una tripulación de nueve personas, expertas en ir y volver del río Amazonas a golpe de viento.
Cada vez hay más turistas de México, Argentina y Chile
Los precios de esta marca son mucho más baratos que la francesa o la peruana. El más costoso alcanza los 3.000 dólares por siete noches. El velero llega a los 2.000 dólares por cinco noches mientras el ecológico solo cuesta 600 dólares por cuatro noches.
Manuel Ortiz, director de Desarrollo de la empresa, advierte al diario Alnavío que no hay cabinas disponibles hasta el 29 de mayo y luego a partir del 24 de julio: “También ofrecemos estancias en Lodge de Selva con programas similares a los cruceros. Por ejemplo, en el Amazon Village Jungle Lodge, donde hay paseos en canoas para observación nocturna de caimanes, caminatas por la selva y visita a una aldea de la región”. Esta empresa también ofrece programas donde incluyen Río de Janeiro y las Cataratas de Iguazú en un solo viaje.
Todos aconsejan llevar equipaje liviano, sombrero, capa o poncho de plástico para la lluvia, camisas de manga larga, botines con suela, binoculares para la observación de aves, repelente contra insectos, protector solar y una cantimplora. En fin, vestirse de aventurero para descubrir la selva y sin la amenaza de hacer shopping ni en 1.000 kilómetros a la redonda.