Juan Carlos Zapata (ALN).- Ahora que la crisis económica generada por el coronavirus ha obligado a instituciones, empresas, gobiernos, bancos centrales, multilaterales, dejar atrás los moldes económicos, ¿por qué no pensar en la propuesta de Thomas Piketty de los 120.000 euros para cada persona mayor de 25 años? ¿Es la oportunidad de llevarla a cabo?
La fórmula Piketty es que cada persona mayor de 25 años reciba un aporte de 120.000 euros como si estuviera percibiendo una herencia. Se trata de un aporte único para combatir la desigualdad y crear oportunidades en el mundo. Y en este contexto de gran recesión puede funcionar como instrumento y motor de la economía.
La crisis es tan profunda que los gobiernos, las instituciones, los bancos centrales, los organismos multilaterales han aprobado programas de incentivo para la economía, las empresas y las familias. La recesión destruye empleo por millones y los ingresos familiares se reducen a cero. Los planes aprobados han dejado atrás los patrones económicos. La emergencia obliga.
En España, por ejemplo, la crisis ha colocado a más de 6 millones de familias en situación de alta vulnerabilidad, y más de 8 millones en vulnerabilidad, según lo ha determinado un estudio de BBVA Research. En consecuencia, el gobierno da los pasos para aprobar lo que se llama el ingreso mínimo vital que iría desde los 460 euros por individuos hasta los 1.000 euros por familias con dos hijos. ¿Esto es suficiente? ¿Qué soluciona de fondo?
La emergencia ya toca a las puertas de los hogares. Hay familias que no han tenido ingreso en el último mes, e inclusive muchas tampoco desde marzo. En las organizaciones de caridad que reparten comida y otro tipo de ayudas aumentan las solicitudes, y las colas cada día se hacen más largas, y todavía no hay cura para el Covid-19, y todavía no se sabe hasta cuando se prolongará la crisis sanitaria, y por tanto, cuán y más profunda será la crisis.
Señala el estudio de BBVA Research que “aproximadamente la mitad de los hogares españoles aguantarían menos de 6 meses si perdieran su principal fuente de ingreso, disponiendo de sus propios recursos”. Esto es casi el 50% del universo total de hogares, o sea, 8,61 millones de hogares. Ya está pasando.
La propuesta de Piketty que podía parecer fuera de toda lógica hace un par de años, ahora puede caber en el marco de las soluciones para que la economía reaccione con más rapidez, y así las personas y las familias puedan consumir, pagar alquileres, hipotecas, inyectarle liquidez a los emprendimientos y activar nuevos proyectos. De hecho, es en España donde también se habla de aplicarle un impuesto a los ricos. La fórmula Piketty es otro impuesto que permita ese aporte de 120.000 euros.
Piketty, economista francés, autor del libro Capital e Ideología, no cesa en explicar la polémica propuesta. Lo acaba de hacer de nuevo en una entrevista que concedió a la revista Nueva Sociedad. Dijo que “en primer lugar, este sistema de «herencia para todos» sería un paso más de un sistema de acceso universal a bienes y servicios públicos fundamentales, incluidos la educación, la salud, las pensiones y un ingreso ciudadano”.
En el libro ya había adelantado que con el aporte cada joven en el mundo puede poner en marcha su vida personal y profesional pues dispondría de un patrimonio que equivale al 60% del patrimonio medio. Esto puede traducirse en la posibilidad de financiar un negocio, abrir una empresa, e incluso comprarse una vivienda. Esto fortalecería la posición de las clases medias y bajas que son el 90% de la población mundial.
En el suplemento Ideas del 24 de noviembre de 2019, había adelantado que “el impuesto sobre la propiedad permitiría financiar una herencia para todos de 120.000 euros a los 25 años. Ahora la mitad de la población no posee patrimonio…Quiero una sociedad en la que todo el mundo pueda tener algunos centenares de miles de euros, y en la que algunos crean empresas y tienen éxito tengan unos millones de euros, quizá a veces unas decenas de millones de euros. Pero, francamente, tener varios centenares o miles de millones no creo que contribuya al interés general”.
Con el gran bloqueo de la economía global, la destrucción masiva de empleos hará que las oportunidades sean más restrictivas para las familias y las personas. En este contexto, la propuesta Piketty adquiere sentido, tal como lo señala a la revista Nueva Sociedad:
“Si uno tiene una buena educación, una buena salud, un buen empleo y un buen salario, pero necesita destinar la mitad de su salario a pagar un alquiler a los hijos de propietarios que reciben ingresos por alquileres durante toda su vida, creo que hay un problema. La desigualdad de la propiedad crea una enorme desigualdad de oportunidades en la vida. Algunos tienen que alquilar toda su vida. Otros reciben rentas durante toda su vida. Algunos pueden crear empresas o recibir una herencia de la empresa familiar. Otros nunca llegan a tener empresas porque no tienen siquiera un mínimo de capital inicial para empezar. Más que nada, es importante darse cuenta de que la distribución de la riqueza se ha mantenido muy concentrada en pocas manos en nuestra sociedad”.
Lo más polémico es cuando se afirma que hay que distribuir la riqueza concentrada en pocas manos. Por ejemplo, los más ricos constituyen una minoría de 10% de la población pero que acumula el 60% de la riqueza mundial. ¿A qué hay que esperar para cambiar esta estructura?, se pregunta Thomas Piketty, y no se lo pregunta en esta coyuntura, sino desde hace algún tiempo.
“¿Qué proponemos para cambiarlo?”, vuelve a preguntarse y ofrece la respuesta: “Esperar que llegue el crecimiento económico y el acceso a la educación sin hacer nada no es una opción. Eso es lo que hemos estado haciendo durante un siglo y la mitad inferior de la escala de distribución de los ingresos todavía no posee nada”.
Explica que “cambiar la estructura de la riqueza en la sociedad implica cambiar la estructura del poder de negociación. Quienes no tienen riqueza están en una posición de negociación muy débil. Se necesita encontrar un empleo para pagar el alquiler y las cuentas cada mes, y se debe aceptar lo que se ofrece. Es muy distinto tener 100.000 o 200.000 euros en lugar de 0 o 10.000. La gente que tiene millones tal vez no se da cuenta, pero para aquellos que no tienen nada o que a veces solo tienen deudas, significa una gran diferencia”.