Pedro Benítez (ALN).- El Poder Judicial de Estados Unidos ha comenzado a moverse como una pesada pero imparable maquinaria contra los principales dirigentes del régimen chavista en Venezuela empezando por Nicolás Maduro. Nada lo va a detener. No se trata ya de la simpatía o cálculos electorales de Donald Trump o de algún otro político republicano o demócrata en ese país. Las instituciones de los EEUU no le van a dar tregua a Maduro. Con o sin coronavirus. Esto desbarata los planes para flexibilizar las sanciones y complica todavía más el cuadro político venezolano.
Toda la operación política que Nicolás Maduro venía articulando internacionalmente para aprovechar la pandemia del coronavirus a fin de desmontar las sanciones norteamericanas contra el régimen se ha venido abajo. La presentación de cargos por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos este jueves 26 de marzo contra él y varios altos personeros del chavismo, por su presunta vinculación con narcotráfico, abre un nuevo capítulo en el drama político venezolano.
El Fiscal General William Barr impuso cargos por tráfico de drogas a la plana mayor del chavismo luego de una larga investigación de las autoridades federales y tres lustros de acusaciones e investigaciones periodísticas dentro y fuera de Venezuela.
En realidad esto era algo que se veía venir de manera más o menos independiente de la estrategia de sanciones y presiones de la Casa Blanca contra el régimen chavista.
Concretamente la Justicia estadounidense acusa a los más importantes dirigentes del régimen chavista de aliarse con la exguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para inundar de cocaína a los Estados Unidos usando como escala Honduras.
La nueva acusación de EEUU cohesiona y no divide al grupo de poder de Maduro, Cabello y Padrino López
Todo comenzó con Hugo Chávez
Este es un tema que entre otros ya había abordado y documentado el periodista brasilero Leonardo Coutinho en su libro de 2015 Hugo Chávez, o espectro: Como o presidente venezuelano alimentou o narcotráfico, financiou o terrorismo e promoveu a desordem global.
La tesis de Coutinho es que en el caso de Venezuela no fue que el narcotráfico penetró al Estado, sino que el Estado deliberadamente asumió funciones del crimen transnacional. En su versión esta fue una decisión política del expresidente Hugo Chávez, cuyo sentido era atacar al enemigo (Estados Unidos) y respaldar a un aliado (las FARC). La política y el negocio pasaron a sus herederos. Esto explicaría que la Fiscalía norteamericana señale a Maduro como “jefe del Cartel de los Soles” y no a Diosdado Cabello, como habían hecho Coutinho y otros periodistas.
De modo que como en algunas otras cosas, Chávez en esto intentó emular algo que ya había hecho Fidel Castro en los años 80 del siglo pasado. Sólo que a una escala mucho mayor por ser Venezuela un país con más recursos y territorio que Cuba.
Ante este nuevo giro de los acontecimientos Maduro luce a las primeras de cambio desorientado. Hasta hace pocas horas maniobraba para entenderse con la Casa Blanca, algo que ha venido intentando infructuosamente desde enero de 2017. También venía operando internacionalmente para que se flexibilizaran las sanciones norteamericanas usando como coartada la pandemia internacional.
Esgrime un argumento “creíble” para la siempre compresiva izquierda europea y se presenta como la víctima.
Ahora las cosas cambian. No se trata de los cálculos políticos de Donald Trump en campaña electoral. Hay un proceso judicial en curso con indicios sobre la mesa que va a seguir su curso independientemente de quién se siente en enero de 2021 en el Despacho Oval. El costo de defender a Maduro sube significativamente para sus antiguos amigos, aliados y beneficiarios de la izquierda latinoamericana y europea. Desde México y Argentina van a ver esto de reojo.
Se complica la negociación
En Venezuela se complica al extremo cualquier intento de negociación política. No es imposible (nada lo es en política) pero será más difícil.
Maduro nunca ha querido negociar de buena fe con la oposición. Todavía ayer se aferraba a la conocida táctica chavista de usar los procesos de diálogo para dividirla. Respondiendo a un planteamiento público del exgobernador y excandidato presidencial opositor Henrique Capriles conminó a este y a Henry Ramos Allup y Manuel Rosales a dialogar en la Nunciatura Apostólica en Caracas sin Juan Guaidó.
Ramos y Rosales son los jefes de dos de los cuatro principales partidos políticos (Acción Democrática y Unete) que hacen la mayoría opositora en la Asamblea Nacional. Son partidos con implantación nacional que por su naturaleza se inclinan a participar en procesos electorales pero que han mantenido un respaldo firme a la estrategia de Guaidó.
Si bien es de suponer que, en principio, este nuevo capítulo cohesionará a la cúpula chavista, también lo hará con los opositores. Las respectivas posiciones se reafirman.
Aunque siempre en la búsqueda de grietas en la oposición, Maduro necesita no obstante con urgencia que partidos reales se sienten con él. Requiere que se sumen a su demanda contra las sanciones. Ya no le son útiles los actores de la denominada “mesita” con los que ha intentado montar una ficción de diálogo nacional. Pero es ya es tarde para eso.
Para cualquier dirigente opositor es muy costoso en lo personal negociar cualquier acuerdo con alguien (ahora sí) señalado de ser la cabeza de un cartel del narcotráfico. Aún es una acusación y a todo acusado se le presume inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero es una acusación formal muy grave por parte del principal sistema judicial del mundo. Pocas personas en el mundo van a desear aparecer retratadas con Maduro.
Si bien es de suponer que, en principio, este nuevo capítulo cohesionará a la cúpula chavista, también lo hará con los opositores. Las respectivas posiciones se reafirman.
Todo esto ocurre en una Venezuela sumida como ningún otro país de la región en una crisis múltiple. Hay una grave escasez de gasolina, gas doméstico, y agua. El país está paralizado. Los sectores populares de Caracas están militarizados con el pretexto de la emergencia creada por la pandemia.
El país necesita urgentemente recursos para enfrentar la emergencia y los precios del petróleo se han desplomado.
Pese a esto Maduro apostaba por utilizar una vez más la crisis a su favor. Sin embargo, los planes se le han caído. ¿Quién es el próximo valiente en sugerir que se levanten las sanciones?
Siempre hay salidas
Por otro lado, desde 2017 Maduro le viene prometiendo a su gente que las logrará levantar. Que sólo es cuestión de tiempo. Que Estados Unidos y el mundo tendrán que aceptar que él es quien manda en Venezuela. Pero la potencia no cede ni cederá. Es la única conclusión a la que el poder chavista puede llegar hoy. La única certeza.
¿Desenlace posibles a todo esto? Casi cualquiera es posible. Incluso que de alguna forma se dé una negociación como ayer mismo recordó el encargado de Negocios de Estados Unidos para Venezuela, James Story, a la periodista Luz Mely Reyes.
No sería la primera vez. Las FARC, grupo terrorista y narcotraficante, entraron en un proceso de negociación y ahora están sentadas en el Congreso de Colombia. Siempre hay salidas.