María Rodríguez (ALN).- Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo señala que la industria cultural ofrece “grandes oportunidades” para impulsar el emprendimiento femenino en Latinoamérica. Detalla que los emprendedores de este sector tienen de media 35 años, aunque los hay, como en Honduras, que no llegan a 25, y como en República Dominicana, que superan los 45.
Más de 60% de los emprendedores de la industria cultural y creativa de América Latina y el Caribe cuentan con título universitario, pero la mayoría aprendió a hacer negocios sobre la marcha y se fue formando a su manera. Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) identifica estas y otras características de los emprendedores culturales de la región como, por ejemplo, que en su mayoría son hombres, aunque la brecha de género es menor que en otros sectores empresariales.
Los datos corresponden al análisis de 200 entrevistas a emprendedores creativos de América Latina y el Caribe realizadas por el Instituto del Fracaso a petición del BID. Dicho instituto, creado en 2014, analiza el ecosistema emprendedor de los países y estudia los motivos por los que fracasan las startups. 23,4% de los encuestados se dedica al diseño; 14,4% al turismo y patrimonio cultural; 10,6% a publicidad y otro 10% a artes visuales, escénicas y espectáculos.
Según el informe del BID, los emprendedores culturales latinoamericanos tienen de media 35 años, pero la edad varía mucho de unos países a otros. Por ejemplo, en Honduras este emprendedor tiene (en promedio) 24 años, mientras que en Brasil y Argentina ronda los 32. En México roza los 35. En Venezuela supera los 36 y en República Dominicana sobrepasa los 45 años.
61,8% de los emprendedores culturales en Latinoamérica son hombres, frente a 38,2% de mujeres
61,8% de estos emprendedores son hombres, frente a 38,2% de mujeres. A pesar de la brecha de género esta es menor que entre los emprendimientos a nivel general, donde el sexo masculino abarca 75% frente a 25% del femenino. “Esto reafirma que la economía cultural ofrece grandes oportunidades para impulsar el crecimiento de las mujeres emprendedoras en América Latina y el Caribe”, subraya el informe.
Por países también se dan situaciones extremas en cuestión de sexo. Por ejemplo, en Chile dio la casualidad de que 100% de los emprendedores culturales encuestados eran mujeres. En Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana se invirtió la tendencia y ese 100% lo abarcaron los hombres, tal como reseña el informe.
En cuanto a la formación profesional, 69,4% cuenta con un título universitario. Sólo 1,9% accedió al doctorado. Para 61,4% de los encuestados, su negocio sí tiene relación con los estudios cursados previamente. Para 27,5% sólo hay “una relación indirecta” y para 11,1% la empresa y la formación académica son como el agua y el aceite, nunca se mezclan.
29,4% aprendió a hacer negocios sobre la marcha. 23% es autodidacta; 15,1% acude a cursos presenciales para mejorar sus técnicas y 9,4% aprendió lo que sabe de emprendimiento a través de cursos online.
El emprendimiento cultural “no presenta buena salud”
Con relación a la situación laboral, 43,5% cuenta con una empresa propia y asalariados; 24% trabaja freelance; 17,2% firmó un contrato fijo y 6,2% aún está sin ingresos. Y una pregunta clave, ¿cuántos viven de su negocio? 41,5% afirma que sí, que puede vivir de su negocio. 58,5% responde que no, por lo que debe tener varios empleos.
De ahí que el BID concluya que el emprendimiento creativo y cultural en Latinoamérica “no presenta una buena salud”. No obstante, subrayan que “a partir de este estudio, se puede aprender de los fracasos y lograr grandes éxitos”.
Este informe también analiza el nivel de inglés de los emprendedores. 49,3% de los encuestados dijo contar con un nivel fluido; 29,7% intermedio; 16,7% básico y 4,3% se sinceró totalmente al decir que no habla nada este idioma.
También les preguntaron sobre el lugar de trabajo. 47% respondió que la jornada laboral la realiza en casa; 30,8% en la oficina o un local fijo. Sólo 7,7% afirmó que trabaja en un espacio coworking, compartido con otros emprendedores.
La mayoría subrayó que le hace “feliz” su empleo y que trabaja en la industria cultural y creativa “por vocación”. Ahora bien, los inicios no fueron fáciles. 48,9% revela que la inversión inicial la sustentó con dinero propio, 20,7% con el dinero de familiares y amigos, y 15% gracias a los ingresos de los primeros clientes.
18,4% de los encuestados admitió haber fracasado por una mala planificación estratégica. 15,6% lo hizo por problemas de promoción y 11,2% por falta de inversión. 10,8% dijo que los fracasos, cuando los han tenido, estaban relacionados con la elección de un equipo de trabajo “inadecuado”. Todos tienen margen de mejora.