Sergio Dahbar (ALN).- Uno de los mitos de la cinematografía universal, ‘Casablanca’, cumple 75 años. Lo que permite viajar al origen del mito y las complejidades que debieron resolverse para que la historia de un triángulo amoroso llegara a la pantalla. “Siempre nos quedará París” le dice Rick a Ilse, en el aeropuerto, entre brumas, cuando las hélices del avión anuncian la huida hacia la libertad. Casablanca cumple 75 años y el piano del cantante negro Dooley Wilson desata aún nostalgia entre quienes se acercan a la fábula de un triángulo amoroso, que comienza en París cuando entran los nazis y cierra sus imágenes en Marruecos cuando los amantes vuelven a despedirse.
Sin duda, el mundo vive hoy alguna de las realidades que confirman el mito de esta producción mitológica de Hollywood. Anuncios de guerras, inmigrantes que buscan espacio en países libres, persecuciones, luchas ideológicas, exilios…
Pocos recuerdan que esta película inolvidable de Michael Curtiz comenzó como una obra de teatro. Un profesor estadounidense, Murray Burnett, recorrió Europa con su mujer en 1938. Pasó por Viena y por Bruselas, y se detuvo unos días en un balneario francés, frente al mediterráneo, donde un curioso pianista negro y un cantante actuaban en un club nocturno.
‘Casablanca’ sigue siendo una gran película después de 75 años
Al regresar a Estados Unidos, Burnett y su habitual socia creativa, Joan Alison, se encerraron a escribir una historia con todos los elementos que Murray había observado en una Europa en vísperas de guerra. La llamaron Everybody Comes to Rick’s. Y ubicaron la trama en un club nocturno de Casablanca.
La historia tenía la ventaja de que se parecía demasiado a una realidad que crecía en Europa. Los nazis avanzaban y la gente huía o pretendía hacerlo desde puertos internacionales que estaban vigilados por la Gestapo.
Lo curioso es que la obra de teatro no se llegó a montar en aquellos años por desavenencias entre productores y dramaturgos. Nunca se pusieron de acuerdo en los cambios que pedían unos y a los que no cedieron los otros.
En el cine tuvo más suerte, aunque una lectura de los materiales que existen sobre cómo se hizo Casablanca demuestra que no fue fácil llegar al producto final. Poner de acuerdo a productores, estrellas, guionistas, censores, no era tarea fácil pero la historia tenía buena estrella y se convirtió en un mito de titanio. Sigue vivito y coleando.
Todos los arquetipos en una trama
“Tócala otra vez, Sam”, dice Humphrey Bogart en una escena clásica / Flickr: Classic Film
Tanto, que meses atrás medios y redes desplegaron la noticia de que había muerto la última actriz que sobrevivía a la leyenda: Madeleine LeBeau, una rubia que se enfrenta a los nazis en el bar de Rick pidiéndole a la orquesta que toque La Marsellesa. Una de las escenas que erizan la piel de cualquier persona que ha conocido la opresión de un tirano y la necesidad de quitárselo de encima. LeBeau murió cerca de Málaga a los 93 años.
Todos los fanáticos de Casablanca tienen una escena que los deslumbra, algo que ilumina un guiño personal. La mía se centra en un diálogo, juego secreto de dos de los dialoguistas, Julius y Philip Eipstein, que no sabían cómo terminar la película, porque a medida que escribían y filmaban los cambios resultaban inevitables. Desde la obra de teatro al cine hubo demasiados cambios.
Esta es la frase: “¿Puedo contarte una historia?”, pregunta Ilse. Y añade: “No sé todavía cuál será el final”. A lo que Rick responde: “Venga, cuéntala. Quizá se te ocurra mientras la cuentas”. Toda una frase psicoanalítica.
Casablanca, suma de cuentos ancestrales encadenados, ha sido reinterpretada hasta el hartazgo. Quizás la mirada de Umberto Eco sea una de las más notables: los arquetipos nos acosan durante toda la película. El talismán deseado (las visas), las palabras mágicas (“As Time Goes By”), la máquina voladora para huir (el avión), el pícaro (el comisario Renault), el héroe en el exilio (Rick), y la tierra prometida (América).
Ha muerto ya la última actriz del elenco y ‘Casablanca’ parece una trama de hoy
Eco va más allá: “Llevados a inventar una trama entre varios, los autores han metido todo dentro. Y para meter todo eligieron el repertorio ya probado. Cuando la elección de lo probado es ya limitada, resulta una película kitsch. Pero cuando en lo ya probado se mete todo, se consigue una arquitectura como la Sagrada Familia de Gaudí. Se llega a un punto de vértigo, se roza la genialidad”. Los guionistas, Epstein, Koch y Robinson, alcanzaron la gloria con un guión que nadie podía prever cómo terminaría.
De las derivaciones de este ícono cultural del siglo XX, quizás la más interesante es la del escritor Chuck Ross, quien confirmó sus sospechas sobre la ignorancia de las personas que evalúan el talento de los otros. Metió el guión en 217 sobres con el título cambiado y lo envió a las empresas que revisan libretos. Todo firmado con el seudónimo Erik Demos.
Sergio Dahbar es escritor, periodista y editor nacido en Córdoba, Argentina.
Solo una de cada siete agencias reconoció el guión de Casablanca. Una de las objeciones fue que el argumento se desarrollara en el Marruecos francés, obligando así a la producción a filmar en exteriores lejanos y notablemente costosos. Desconocían que Casablanca se filmó en 1942 en la ciudad de Los Angeles.
Hubo un comentario irónico de alguien que advirtió el juego de Ross. “Tengo algunas ideas excelentes para el elenco de ese magnífico guión, pero la mayor parte de esos intérpretes están muertos”. Y una respuesta se permitió recomendarle a Erik Demos que transformara el guión en una novela.