Redacción (KonZapata / ALN).- Los resultados que el Gobierno y el Consejo Nacional Electoral han querido vender con respecto a las elecciones para representantes ante la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro, realizadas este domingo 30 de julio, se deshacen aceleradamente con el paso de las horas.
Cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela infló las cifras de las elecciones para representantes ante la Asamblea Nacional Constituyente, realizadas este domingo 30 de julio, por encima de los supuestos ocho millones de votantes, intentaba conseguir varios objetivos.
En primer lugar, se mostraba que teóricamente el gobierno de Nicolás Maduro había logrado capitalizar el rechazo a las formas violentas de manifestación de la oposición venezolana, lo que le habría permitido “rescatar” la votación histórica del chavismo, incluso a niveles cercanos a los obtenidos por Hugo Chávez en su última elección presidencial, en 2012, con 8.191.132 votos.
Se pretendió exhibir una cifra apenas unos 100.000 votos por debajo de este hito (8.089.320), aún después de dos años de implacable escasez, inflación galopante, crecimiento del desempleo y la informalidad, desabastecimiento de medicinas y bienes esenciales, represión brutal, persecución política, censura y pérdida de oportunidades, con el barril de petróleo en menos de 45 dólares y a cuatro años del fallecimiento del líder histórico.
En segundo lugar, se buscó mostrar además un número que superara de forma concreta los 7,5 millones obtenidos por la oposición el 16 de julio, en la consulta popular plebiscitaria en contra de la misma Constituyente y a favor de una transición pacífica para la conformación de un nuevo gobierno.
Se buscó mostrar un número que superara de forma concreta los 7,5 millones obtenidos por la oposición en la jornada del 16 de julio
En tercer lugar, se buscó validar el presunto respaldo popular a la Constituyente, obviando la necesidad constitucional de un referendo consultivo que fue omitido con el aval del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
Las primeras dudas se plantearon a partir de una filtración recibida por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) el mismo domingo, en que se habló de 2,48 millones de votantes, equivalentes apenas a 12,4% del padrón, con data manejada por el CNE y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Reuters habla de un corte de 3,7 millones de votos hasta las 5:30 pm, según data del CNE a la que la agencia noticiosa tuvo acceso.
En el ámbito financiero e internacional pesó además el reporte de Torino Capital, en que con ‘exit polls’ propios en 110 centros electorales distribuidos en 23 estados más la capital del país se calculó que la votación real fue de entre 3,1 y 4,1 millones de electores, considerando el margen de error, estimando una participación de 3,6 millones, cercana a la cifra de Reuters.
Luego vendría la declaración del rector del CNE Luis Emilio Rondón, quien no estuvo presente durante la lectura de los resultados preliminares, ni en el acto con Nicolás Maduro y la plana mayor del Gobierno y la FANB en el CNE. El rector logró lo que los reportes extraoficiales y las filtraciones no habían conseguido hasta el momento, al señalar las fallas técnicas, irregularidades y medidas de seguridad que se obviaron para este evento. Desde la realización de un menor número de auditorías hasta la falta de tinta indeleble y la admisión de que los votantes asistieran a cualquier centro dentro de su municipio, una multiplicidad de factores puso en entredicho la transparencia de la jornada. Pero Rondón fue más allá, al exigir que se presenten las totalizaciones por mesa y por candidato.
La revelación de Smartmatic
Ahora la revelación de Smartmatic, la contratista fundamental de los procesos electorales en Venezuela desde hace más de una década, la empresa en la que el dirigente chavista Jorge Rodríguez cifró toda su confianza desde que estuvo al frente del Poder Electoral, saca a la luz el fraude por completo. Su representante Antonio Mugica afirmó este miércoles desde Londres que hubo “manipulación” en los resultados y que estos son inferiores “al menos” en un millón de votos a la cifra dada por el CNE, por lo cual se hace imperativo realizar una auditoría completa.
La verdad es que el ‘voto duro’ del chavismo, en su máxima expresión, podía aspirar a conseguir hasta un tercio del padrón electoral, si se extrapola el respaldo a esta tendencia política en cuanto a identificación social.
Las primeras dudas se plantearon a partir de una filtración recibida por la MUD el mismo domingo, en que se habló de 2,48 millones de votantes
Esto lo coloca en un margen que en el mejor de los casos, y a toda su capacidad de movilización y respaldo, habría podido superar si acaso cinco millones de votos (similar a lo obtenido por el chavismo en diciembre de 2015 para las elecciones parlamentarias), descartando dentro de toda lógica, a partir de las tendencias electorales y las mediciones de opinión pública, que se haya podido obtener un resultado ni aún cercano a los ocho millones.
La última medición de respaldo de gestión a Nicolás Maduro en apenas 17% (Datanálisis) también da cuenta del escaso poder de movilización que el mandatario tiene, ya que en una campaña muy gris, caracterizada también por la amenaza, hizo de este proyecto su bandera. Esto último también hace incoherente el resultado que se ha intentado mostrar.
A este punto, queda esperar una nueva serie de reacciones radicales desde el Gobierno para intentar defender hasta el final los resultados ofrecidos y un recrudecimiento de la presión internacional, mientras que un acuerdo para que la oposición vaya a elecciones regionales estaría en entredicho.