Juan Carlos Zapata (ALN).- Eran los tiempos de la enfermedad. Y la tos y la fiebre le impedían a Kafka ir al cine. Y estaba aquella película. Un éxito de taquilla. Llevaba meses proyectándose en el cine. Y Kafka quería verla. No pudo. Se perdió de un clásico de todos los tiempos. ¿Cuál era esa película?
Esa enfermedad lo hacía toser. Le producía fiebres. Lo obligaba a aislarse. A tomar curas y reposo que le consumieron días, semanas y meses. Toda la vida social quedó atrás. Ni los cafés. Ni la noche. Ni las vinaterías. Porque Kafka, contra lo que se cree y parecía, iba al cine, a las varietés, disfrutaba de paseos, y hasta de los burdeles. Pero en el último trimestre de 1923 la tos era un problema. Y tenía que coger el tranvía. Lleno de gente. El pudor le impedía salir. Pero seguía leyendo la prensa, atento a lo que ocurría en Praga. Y se sorprendía de aquella película que era un éxito de taquilla. Kafka la quería ver. Pudo haber sido la última película que viera. Qué lástima. Es para llorar.
-A mediados de enero -se lee en la biografía- Kafka se sorprendía de que aquella película de Hollywood, con acompañamiento musical, siguiera en las pantallas después de meses.
El relato está detallado en esa monumental biografía de Kafka escrita por Reiner Stach, publicada por Acantilado en dos tomos. Los detalles son elocuentes. Que en medio de la enfermedad, Kafka mantenía el interés por el cine. Los diarios daban cuenta de la cartelera. E informaban sobre la taquilla y los éxitos. Recomendó a sus amigos y hermanas que vieran Papá Piernas Largas a la que según la biografía, vio varias veces.
La otra. La última. La que pudo ser la última estaba allí. La proyección se extendió por semanas y meses. ¿Qué era? ¿De qué iba esa película? Señala Stach que en noviembre de 1923 se estrenó en alemán en Berlín. Pero que ya era un exitazo en Praga.
-A mediados de enero -se lee en la biografía- Kafka se sorprendía de que aquella película de Hollywood, con acompañamiento musical, siguiera en las pantallas después de meses.
Dice el autor que “sabemos cuál fue la última película en la que Kafka pensó con el propósito de ir a verla”.
Se sabe cuál es. La prueba apareció en una carta hasta ahora inédita. Una carta que envió Kafka a Elli Herman. Kafka se tomó la molestia –Gracias a Dios- de pegarle atrás a la carta el aviso de la película. Kafka hubiera ido acompañado de Dora Diamant, su compañera de ese momento. Conjetura el autor que le hubiera “sentado bien, pues era una de esas películas para reír y llorar”.
Como provoca llorar con la prueba en la mano que dejó Kafka antes de morir. Era El Chico de Charles Chaplin. ¿Quién no la ha visto al cabo de casi un siglo del estreno? Con El Chico hemos reído. Con este recuerdo de Kafka, llorado.