Caleb Zuleta (ALN).- El coronavirus no da tregua. Y el impacto económico sobre los países en desarrollo se puede manifestar en tres vertientes. En “condiciones más estrictas de los créditos, un crecimiento más débil y el desvío de recursos públicos para combatir el brote podría disminuir los fondos disponibles para prioridades de desarrollo fundamentales”. Así lo afirma Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidenta de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones (EFI) del Grupo Banco Mundial.
En su blog que publica en la web oficial del Banco Mundial, Ceyla Pazarbasioglu, advierte que “una recesión económica podría afectar también la lucha contra la pobreza extrema”.
La experta apunta que en la medida que se propaga la enfermedad, hay que plantearse cómo proteger las vidas de las personas y cómo frenar los daños sobre la economía de los países.
Como se sabe, el Banco Mundial y el FMI vienen alertando sobre el impacto del coronavirus en la economía mundial. Y han dicho que la epidemia llegó justo cuando la economía estaba débil pero mostraba signos de recuperación para 2020. Ahora todo es incertidumbre. Y lo peor, como señala la experta, “nadie puede predecir de manera fiable el impacto económico total. Demasiado depende de cosas que son imposibles de saber, como la duración del brote, la cantidad exacta de países afectados y la magnitud de la movilización y mantención de una respuesta normativa rápida, coordinada y concertada”.
Lo que sí es cierto, señala es que “el brote se manifestó en un momento en que la economía mundial estaba débil, cuando el crecimiento global empezaba a recuperarse de su tasa más baja desde la crisis financiera de 2009”.
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Es así que plantea como “imprescindible” “que los encargados de formular las políticas en todas partes reconozcan de qué manera los daños económicos se pueden traspasar de un país a otro, y actúen rápidamente para prevenir que se propaguen”.
Apunta que “a partir de experiencias pasadas, sabemos que una acción firme, coordinada y rápida marca la diferencia cuando la economía mundial enfrenta una amenaza común. Eso está empezando a ocurrir. Diversos países han anunciado programas de estímulos, varios han reducido las tasas de interés y tanto el Grupo Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional han dado a conocer grandes paquetes de asistencia financiera para ayudar a los países a afrontar la crisis sanitaria y limitar los perjuicios económicos”.
La epidemia, dice, “tiene consecuencias preocupantes para los países en desarrollo: condiciones más estrictas de los créditos, un crecimiento más débil y el desvío de recursos públicos para combatir el brote podrían disminuir los fondos disponibles para prioridades de desarrollo fundamentales. Una recesión económica podría afectar también la lucha contra la pobreza extrema”.
¿Por cuáles vías se pueden traspasar los daños económicos?
Los daños económicos se pueden traspasar de un país a otro, advierte. ¿Y cómo? “Es probable que ese traspaso se produzca a través de diversas vías. La primera es el comercio: las cadenas de valor mundiales, que representan alrededor de la mitad del comercio mundial, se ven interrumpidas por cierres de fábricas y retrasos en la reanudación de las operaciones. La segunda son los flujos financieros externos, que se podrían retirar de los países afectados por esta enfermedad. La tercera es el capital nacional -tanto humano como financiero- que está empezando a ser desaprovechado a medida que las fábricas están inactivas y las personas permanecen en sus hogares. La cuarta es el transporte y el turismo, una importante fuente de ingresos para numerosos países en desarrollo que está disminuyendo con la baja de la demanda y el aumento de las restricciones para viajar. Por último, las bruscas caídas de los precios de los productos básicos perjudicarán a los países en desarrollo que dependen de ellos para obtener ingresos que tanto necesitan”.
Entonces propone que “Para hacer frente a estos desafíos será necesaria la cooperación mundial. Los Gobiernos deben evitar las políticas proteccionistas, que podrían empeorar las alteraciones en las cadenas de valor mundiales y aumentar los ya elevados niveles de incertidumbre. Pero más importante aún, los Gobiernos deben evitar la restricción de las exportaciones de alimentos y productos médicos necesarios y, en cambio, trabajar juntos para apoyar una mayor producción y asegurar que los recursos lleguen a los lugares donde más se requieren. En el mediano plazo, y a medida que las condiciones económicas mejoren, la recomendación para los responsables de las políticas es no mirar introspectivamente, sino incentivar a las empresas a mantener altos niveles de inventarios y a diversificar a sus proveedores para gestionar mejor los riesgos”.