Caleb Zuleta (ALN).- En enero comenzó el efecto Guaidó y la deuda de Venezuela comenzó a subir. Los inversionistas observaron que allí había una oportunidad. O te montas en la subida o te quedas. Fue tal el impulso, o rally, como es conocido este tipo de reacciones del mercado, que recuperó los precios en un 40%. ¿Pero qué pasó después?
La historia la publicó The Financial Times. Cualquier venezolano puede constatar que en realidad ocurrió de la manera como lo cuenta el periódico de Londres. Entre enero y febrero de 2019, eran ciertas las expectativas del cambio. El régimen de Nicolás Maduro estaba contra la pared. Y los inversionistas se dijeron, entonces, hay que invertir, hay que comprar bonos. The Financial Times los resume en una frase: “El “tremendo temor a perder la oportunidad provocó un gran aumento en los precios que no duró”.
Se recordará el impulso con el que arrancó el fenómeno Juan Guaidó. Ascendió a la presidencia de la Asamblea Nacional y despertó la oposición, despertó la calle, con el respaldo de los Estados Unidos, la comunidad y la opinión pública internacional que reconocieron a Guaidó y desconocieron el mandato de Nicolás Maduro. Aquel tiempo, sin embargo, no se parece a este. Dice FT que el impulso de Guaidó “está decayendo y el optimismo pareciera ser aún más escaso mientras los tenedores de bonos se resignan a otro año de parálisis”.
Pero enero era otro tiempo. Se observaba que:
El poder de Maduro se desvanecía.
Llegaba la posibilidad de cambio.
Con el cambio y un nuevo líder, nuevas políticas.
Con las nuevas políticas el fin de la crisis humanitaria.
Con el cambio otro tiempo para la deuda, que permitiera la reestructuración.
Y otro tiempo para los bonos que con Maduro llegaron al default.
Dice FT que “esas esperanzas ayudaron a alimentar un rally de más del 40% en los bonos en enero, aunque desde una base baja. El bono de referencia en dólares del país con vencimiento en 2027 vio aumentar el precio hasta más de 30% por primera vez desde 2017. Los emitidos por la petrolera estatal PDVSA también saltaron, con algunas notas transándose hasta por 25% de su valor nominal”.
El mercado se alimentaba de esas expectativas. FT recuerda las palabras de un inversionista: “Tremendo temor a perder la oportunidad”. Se produjo el rally. Que resultó ser “fugaz”. Finales de 2019, bajan las expectativas. El optimismo es escaso. Y “los tenedores de bonos se resignan a otro año de parálisis”.
“No ha sido un buen año para los tenedores de bonos en Venezuela”, le declaró a FT Russ Dallen, jefe del banco de inversión Caracas Capital Management. “No hay manera de que puedas darle un rayo de esperanza”.
Entonces aquí viene parte de la historia. “A los pocos días del rally de enero, los tenedores de bonos de Venezuela, que incluyen Fidelity, T Rowe Price, BlackRock y Pimco, recibieron la primera de una serie de sorpresas, todas las cuales ayudaron a reducir el precio de los bonos soberanos y de PDVSA a sus niveles actuales de aproximadamente 10% y 8%, respectivamente”.
Que para debilitar a Maduro, el gobierno de Donald Trump inició una serie de sanciones.
Primero, prohibió a los ciudadanos de los EEUU comprar deuda de PDVSA.
Segundo, la OFAC amplió la sanción a los bonos de la República.
Los estadounidenses podían quedarse o vender los bonos a extranjeros.
Las sanciones paralizaron las operaciones. Y tenedores de bonos por montos estimados en 8.000 millones de dólares señalaron que la restricción era negativa, toda vez que se “arriesgaba forzar la venta de los bonos a manos extranjeras “indeseables”.
Señala el artículo que “JPMorgan dio otro golpe en julio cuando anunció que paulatinamente reduciría a cero el peso de la deuda venezolana de su ampliamente seguido índice de bonos de mercados emergentes. La presión para vender sus posiciones en un mercado disfuncional a precios extremadamente deteriorados se incrementó para los inversionistas estadounidenses que siguen ese índice”.
FT obtuvo estas declaraciones: “Todos sabíamos el riesgo que estábamos asumiendo en la compra de deuda venezolana o PDVSA en vías de incumplimiento, pero la sorpresa fueron las sanciones de la OFAC”, dijo un tenedor internacional de bonos. “Estas sanciones fueron sólo un desastre, y todo lo que esto ha hecho es dañar a los tenedores de los bonos, muchos de los cuales administran dinero de pensionados estadounidenses”.
La historia continúa: “El Tesoro actuó de nuevo en octubre en anticipación al previsto incumplimiento de la deuda emitida por PDVSA con vencimiento en 2020. El departamento prohibió a los tenedores de bonos cobrar su garantía durante tres meses: Citgo, la joya de la corona de la industria petrolera venezolana. El gobierno interino siguió días más tarde con una demanda contra los inversionistas, alegando que la deuda debe ser anulada. Desde entonces, los acreedores han acelerado el vencimiento del bono, lo que significa que ahora están vencidos más de $1.800 millones de bonos de PDVSA”.
Pero “la saga PDVSA 2020 no es el único litigio entre los acreedores y el país”. FT cita al profesor de derecho de la Universidad de Duke, Mitu Gulati, quien señala que “el tipo de personas que están adquiriendo la deuda venezolana por centavos sobre cada dólar de valor nominal serán ‘especialistas en litigios’”.
En verdad no es el único litigio. Suman más de una docena. De fondos de cobertura. Por pagos incumplidos. Se prevé que las demandas aumenten en 2020. Es una manera de los tenedores de poseer una constancia de validez de sus posiciones. “Veremos multiplicarse lo que vemos ahora”, advirtió Russ Dallen de Caracas Capital Management.
“Pero”, señala FT, “con un cambio de régimen estancado, las sanciones estadounidenses firmemente en vigor y las medidas de protección aplicadas para proteger uno de los últimos activos codiciables de Venezuela, es poco probable que los acreedores obtengan mucho más que decepciones en el próximo año”.