Antonio José Chinchetru (ALN).- Los estudios de postgrado se están convirtiendo en un peligro para los políticos españoles. Las posibles irregularidades cometidas en la obtención de un máster fueron clave para que se acabara la carrera de una ministra, Carmen Montón, y de una presidenta autonómica, Cristina Cifuentes. También pueden provocar que Pablo Casado, el líder del partido con más diputados de España, sea juzgado y caiga.
El ya desaparecido Instituto de Derecho Público (IDP) de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) es el foco de origen de la epidemia de los másteres que se extiende en la política española. Los tres políticos de alto nivel que en los últimos meses han protagonizado escándalos por la posibilidad de que hayan obtenido de forma ilícita sus títulos los lograron en esa institución. Cristina Cifuentes y Pablo Casado cursaron un máster de Derecho Público Autonómico, mientas que Carmen Montón lo hizo sobre Estudios Interdisciplinares de Género.
La confianza de la sociedad en los partidos ha sufrido un gran desgaste en los últimos años debido a diversos escándalos de corrupción. Los casos relacionados con los másteres hacen que el prestigio de las formaciones políticas y sus miembros más destacados se hunda todavía más. Si muchos ciudadanos desconfiaban de la honestidad con el dinero de gran parte de quienes administran la cosa pública, ahora también lo hacen con respecto a la forma en que obtienen sus títulos.
En menos de cinco meses, las trampas que supuestamente hicieron para obtener un título de máster han llevado a la dimisión de una presidenta autonómica del PP, Cristina Cifuentes, y de una ministra del PSOE, Carmen Montón. Quien por el momento ha sobrevivido políticamente es Casado. A pesar de las dudas que se ciernen sobre él, logró vencer en las primarias del Partido Popular y ser elegido presidente de la formación.
Con la dimisión de Montón cambian las cosas. Desde el momento mismo en que saltó el escándalo de la ya exministra comenzaron las comparaciones con el líder del PP. Esto hace mella en la situación de Casado y pone en duda su credibilidad frente a la opinión pública.
Fuentes de la sede central del PP, en la madrileña Calle de Génova, dijeron a ALnavío que “ahora todos están a la espera. Más allá de las obligatorias declaraciones públicas de apoyo, nadie está moviendo un dedo a favor o en contra de Pablo Casado”. Explicaron que es un líder que “todavía se está consolidando y formando equipos” y quienes están en la estructura popular prefieren ser prudentes.
Las mismas fuentes anticiparon que los movimientos van a tener mucho que ver con lo que haga el Tribunal Supremo, que está pendiente de decidir si imputa o no a Casado por el modo en el que logró el máster. “Si el Supremo decide que no hay caso todo se termina ahí. Este asunto no pasará de una mala anécdota y le respaldarán. Si hay juicio, la cosa se complicará para él”, dijeron.
Cristina Cifuentes, el primer escándalo por un máster
La que ocupaba un puesto más relevante a la hora de cursar el máster era Cristina Cifuentes, que lo hizo en el curso 2011-2012. Cuando arrancaron las clases era vicepresidenta primera de la Asamblea de Madrid (Parlamento regional) y en enero de 2012 fue nombrada delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid. Su carrera política, cuando ya era presidenta del Ejecutivo autonómico, se vio truncada en buena medida por este caso.
La que ocupaba un puesto más relevante a la hora de cursar el máster era Cristina Cifuentes, que lo hizo en el curso 2011-2012
El escándalo que la obligó a presentar la dimisión el pasado 27 de abril fue la aparición de un vídeo antiguo que mostraba cómo había robado unas cremas faciales en un supermercado próximo a la Asamblea de Madrid. Sin embargo, no fue más que la gota que colmó el vaso. Su prestigio ya estaba muy dañado por el caso del máster, que fue desvelado por eldiario.es.
Cifuentes asegura que ella presentó el Trabajo de Fin de Máster (TFM), que ya era obligatorio en aquel momento. Sostiene que lo defendió, como obliga la normativa, ante un tribunal universitario. Las tres supuestas miembros de dicho tribunal declararon ante la juez que instruye el caso que eso no fue así, y que sus firmas fueron falsificadas en las actas. La expresidenta autonómica dijo que no podía enseñar su TFM porque lo había perdido en una mudanza. La universidad tampoco ha mostrado copia alguna del documento.
Otras de las irregularidades que presuntamente cometió Cifuentes fue no haber asistido nunca a clase, cuando el máster era presencial, y haberse matriculado tres meses después de la fecha límite. Además del TFM, las actas con las notas de otra asignatura habrían sido también manipuladas de forma ilícita, según las investigaciones periodísticas. El caso de la expresidenta de la Comunidad de Madrid está siendo investigado por un tribunal de primera instancia.
El caso de Pablo Casado
La juez instructora del caso trasladó los indicios sobre el presidente del PP, Pablo Casado, al Tribunal Supremo, dado que es la instancia que puede juzgarle al ser diputado. El Supremo decidirá en las propias semanas si le imputa o no por los delitos de prevaricación y cohecho impropio. Si decide hacerlo, el caso se alargará en el tiempo. Si opta por lo contrario, habrá llegado a su punto final desde un punto de vista judicial.
La juez de primera instancia que instruye el caso máster considera que Casado y Cifuentes formaron parte de un grupo de “escogidos” a los que se otorgaba el título sin hacer nada. Los compañeros de clase del entonces presidente de Nuevas Generaciones de Madrid y diputado autonómico no recuerdan haberle visto pasar por las aulas. Le convalidaron 18 de las 24 asignaturas del título por corresponderse con otras de la carrera de Derecho que había estudiado. Aunque se trata de una práctica legal, demuestra que el máster no resultaba muy exigente.
La juez puso en duda que Casado presentara su tesina
Casado no estaba obligado a presentar un TFM ni a defenderlo ante un tribunal, puesto que en el curso en que se matriculó (2007-2008) la legislación no establecía esa norma al no aplicarse todavía el Plan Bolonia (que unificó las normas universitarias en la Unión Europea). Sí tenía que presentar, sin embargo, un trabajo final de investigación, conocido popularmente como ‘tesina’. La juez que instruía el caso puso en duda que existiera. Él sostiene que sí y dijo que si un tribunal se lo requiere entregará el ordenador portátil en el que lo escribió y en el que lo guardó. En la misma rueda de prensa en la que mostró los trabajos con los que aprobó cuatro asignaturas no hizo lo mismo con la ‘tesina’, dejando así de cumplir una exigencia de la opinión pública.
Casado admitió que no acudía a clase, y se justifica diciendo que los profesores le autorizaron a no hacerlo a cambio de presentar trabajos al final de cada asignatura. María Blanco, profesora de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad CEU-San Pablo, habló con ALnavío sobre la posibilidad de sustituir la asistencia por la presentación de trabajos. Habiendo trabajado en la adaptación de su universidad al Plan Bolonia, conoce bien las normativas académicas anteriores y posteriores a la reforma.
Blanco explicó que en principio no es legal que en un máster presencial se permita a los alumnos sustituir la asistencia por la presentación de trabajos. Matizó que, de todos modos, habría que ver la normativa concreta de cada máster. En cualquier caso, dijo, siempre se debería ofrecer las mismas posibilidades a todos los alumnos y no sólo a uno en concreto.
Carmen Montón, el escándalo salpica al Gobierno
Carmen Montón no defendió su TFM ante un tribunal, algo que era obligatorio cuando ella obtuvo el título
La ya exministra de Sanidad, Carmen Montón, protagoniza un escándalo que se ha traducido en la segunda dimisión en el gobierno de Pedro Sánchez en poco más de 100 días. Comenzó después de que eldiario.es publicara irregularidades en la obtención de su máster. Montón lo hizo en 2011, cuando era miembro del Congreso de los Diputados. Montón asegura que presentó su TFM, y hasta ha mostrado la portada ante los medios de comunicación. Sin embargo, no lo defendió ante un tribunal, algo que era obligatorio cuando ella obtuvo el título. Tampoco lo hicieron el resto de los estudiantes de su promoción.
Este martes por la noche salió a la luz otra información según la cual Montón había recurrido al plagio en el TFM. Según La Sexta, el texto contiene párrafos copiados de Wikipedia y de otros autores en 19 de las 52 páginas de la tesina. En ninguno de esos casos se cita a la fuente ni se incluye una referencia a los originales en la enumeración de la bibliografía utilizada.
Montón sí acudió a clase, pero no todo el curso. No lo hizo al menos en los tres primeros meses, como ella misma ha reconocido. Ha mostrado incluso correos electrónicos donde expresaba su voluntad de hacerlo tras haber faltado en el pasado. El máster obligaba a una asistencia mínima de 80% de las horas lectivas de cada asignatura. Esto es difícil que se lograra debido a que cuando comenzó a acudir a las aulas algunas asignaturas habían terminado.
Otro punto en el que queda en entredicho la legitimidad de cómo obtuvo el título le acerca al caso de Cifuentes. Según publicó eldiario.es, al menos la nota de una de las asignaturas habría sido modificada mediante una intromisión no legítima en las actas informáticas meses después de finalizado el máster.
Los políticos como nicho de mercado
María Blanco vincula los casos de estos políticos con la puesta en marcha del Plan Bolonia, si bien no entra a valorar la legalidad o ilegalidad de cada uno de ellos. Esta profesora explicó a ALnavío que con la nueva normativa europea las universidades recurren a los másteres para obtener ingresos y mantener una plantilla que tendrían que reducir al pasar las carreras de cinco a cuatro años. Algunas universidades deciden ofrecer títulos de alta calidad pero otras optan por una oferta masiva sin demasiada exigencia.
Pero no sólo había que ofrecer los másteres, también era necesario atraer alumnos. En opinión de Blanco, “la Universidad Rey Juan Carlos encontró un nicho de mercado en los políticos. Para atraerles se les hizo saber que se les va a dar todo tipo de facilidades, como no tener que acudir a clase y otros privilegios. Y es ahí donde empiezan unos chanchullos que ellos aceptan sin problema alguno”. Atraídos por esas facilidades, “y muchas veces porque sus propios compañeros de partido les decían que lo hicieran”, muchos políticos se matriculaban en esos cursos de postgrado, explica.