Pedro Benítez (ALN).- Los chavistas parecen destinados por la Providencia a tragarse todas sus palabras y desandar todo lo transitado. Podemos citar una lista cada vez más larga que va desde jurar que nunca se negociaría con la burguesía, declarar la guerra económica a los empresarios privados, prometer pulverizar el dólar y nunca jamás levantar el control de cambio a hacer todo lo contrario sin problemas de conciencia.
Una nueva muestra de esa capacidad para cambiar de opinión sin necesidad de dar explicaciones, porque suficientes son los aplausos y la sensación de alivio que provoca dentro de Venezuela cada decisión medianamente sensata por la que se inclina el actual Gobierno, la tenemos en la reciente declaración de la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, en la que sugiere que el presidente Nicolás Maduro evalúa regresar a la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Nunca es tarde cuando la dicha es buena.
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Una revolución prisionera del dólar
Creada mediante el Acuerdo de Cartagena del 26 de mayo de 1969, la CAN se concibió como un organismo de integración subregional, también conocido como el Pacto Andino, y ha tenido una trayectoria tan accidentada como la vida nacional de cada uno de sus miembros. Regímenes arancelarios distintos, políticas comerciales e industriales proteccionistas, así como sistemas de cambio enfrentados, fueron sólo algunos de los inconvenientes que tuvieron los buenos deseos de integración las naciones andinas herederas de los héroes de la gesta independentista del siglo XIX. A estos problemas habría que agregar la inestabilidad política de cada país caracterizada por la permanente oscilación latinoamericana entre democracia y autoritarismo.
Venezuela se une a la CAN en 1973
Luego de muchas resistencias por parte de su protegido sector industrial, en 1973 Venezuela se unió al grupo. Tres años después el general Augusto Pinochet retiró a Chile aduciendo incompatibilidad con la liberalización que por entonces imponía a su país, aunque lo cierto era la cada vez más incómoda presencia de su régimen militar en la región.
En 1992, más o menos por las mismas razones, Alberto Fujimori sacó al Perú. No obstante, esa fue la década en la cual la fe en la apertura a los mercados llegó a la CAN. Se acordó una Zona de Libre Comercio entre Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela, y entró en vigencia el Arancel Externo Común. En 1997 Perú solicitó su ingreso en esa Zona de Libre Comercio.
A inicios del siglo XXI el saldo en cuanto al crecimiento del intercambio comercial entre los países de la CAN lucía muy prometedor en un mundo en el cual los países tendían a integrarse en bloques comerciales con sus vecinos. El entusiasmo por el futuro de la Comunidad Andina permitió a sus países miembros convenir el libre tránsito de todos sus ciudadanos con el solo requisito de presentación de su respectivo documento de identidad nacional, y hasta se aprobó un pasaporte andino.
Sin embargo, el destino común se desvió, al menos en términos comerciales, cuando los gobiernos de Colombia y Perú, encabezados por los presidentes Álvaro Uribe y Alán García, culminaron negociaciones con Estados Unidos para firmar un Tratado Libre Comercio con ese país.
“El Alca, al carajo”
Aquella fue la respuesta soberana (por cierto) de esos gobiernos a la célebre cumbre presidencial efectuada en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005 donde los jefes de estados de Argentina, Brasil y Venezuela, Néstor Kirchner, Luis Ignacio Lula Da Silva y Hugo Chávez, respectivamente, derrotaron la propuesta presentada por sus colegas George W. Bush de Estados Unidos, Vicente Fox de México y el primer ministro de Canadá Paul Martin de crear un área de libre comercio para todo el continente americano, el ALCA.
La cumbre en cuestión se hizo muy famosa porque el Gobierno del país anfitrión auspició una anticumbre en las calles de la ciudad austral para protestar contra la cumbre que él mismo había organizado. Cosas de Latinoamérica.
Otro hecho digno de recordar fue el eslogan acuñado por el entonces mandatario venezolano que salió a animar a los activistas de la anticumbre con: “el Alca, al carajo”.
Consecuente con su prédica, el 19 de abril de 2006, fecha patria en Venezuela, su presidente informó el retiro del país de la CAN, manifestado su inconformidad con los TLC suscritos por Perú y Colombia con los Estados Unidos. No desaprovechó la ocasión para declarar a la entidad andina de integración como “muerta”.
Retorno a la CAN
Pues bien, he aquí que los muertos que vos matasteis gozan de buena salud. Argumentado la necesidad de romper el “bloqueo” impuesto al país, y aprovechando la mano tendida por el nuevo presidente colombiano Gustavo Petro, el Gobierno de Venezuela ve en un eventual retorno a la CAN una manera de legitimarse internacionalmente.
Tomando en cuenta que tres gobiernos de los actuales cuatro miembros son afines políticamente al venezolano pues no luce improbable que tal cosa acontezca. Algo que, por cierto, le facilitará la vida a millones de venezolanos, porque a esos países se ha trasladado, según información oficial de la propia CAN, el 60% de toda la migración venezolana.
Esto último resulta ser paradójico. La migración venezolana huyó del ensayo de justicia social socialista justamente a esos países que tienen esos tratados de libre comercio con el perverso imperio estadounidense. Eso por no mencionar los venezolanos que siguen cruzando el Tapón del Darién rumbo a esa tierra prometida de todos desheredados latinoamericanos que está al norte del Río Grande.
Así pues, estamos por cerrar otro capítulo de las relaciones exteriores venezolanas, en concreto con la CAN, organismo del cual arbitrariamente se sacó al país para ingresar, sin que quedara claro para qué, en el Mercosur, del cual fue suspendido a los pocos años.
En la fantasía de hacer de Venezuela el centro de una nueva arquitectura internacional, usando todas las letras del abecedario, el país quedó más aislado que nunca. Ahora el gobierno venezolano quiere el regreso del país a la Comunidad Andina de Naciones de la cual nunca debió salir. Es el regreso del hijo pródigo. Hay que celebrarlo.