Orlando Zamora (ALN).- ¿Quiénes condujeron a la deplorable situación de las finanzas públicas venezolanas que ha obligado hoy a negociar en tan viles condiciones los activos en dólares más importantes de la nación? ¿Qué hicieron para que se arribara a esta calamitosa situación? Sí, es cierto, Venezuela arriba, no al encuentro de la modernidad, como se empeñan todos los países de Suramérica, sino a algo más triste. No requiere ahora del apoyo y la asistencia de los centros financieros reconocidos del mundo, serios por seleccionar a sus clientes por prestigio y solvencia material. Acude a los expertos en obtener ventajas, en provecho propio de las debilidades, tanto crediticias, como de los instrumentos de deuda que emite hoy la nación.
Los llamados “fondos buitres” tienen excelente olfato para comprar muy barato y vender luego a un precio superior. Pero, no es eso precisamente lo que se deriva del trato adelantado por Venezuela y Fintech Advisory Inc. Este último adquiere derechos de propiedad sobre valores emitidos por PDVSA en 1.440 millones de dólares, hasta que se cumpla el pago definitivo de la deuda por 450 millones de dólares, según cifras aportadas por el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, diputado José Guerra.
No hubo ahorros en dólares y sí mucho derroche de PDVSA fuera del país
La garantía ofrecida excede en 990 millones de dólares al préstamo otorgado por Fintech, la pignoración triplica el préstamo. De ahí el nombre de fondos buitres, porque son audaces, se las saben todas y ante el reclamo de sus derechos son verdaderas aves de rapiña.
¿Quiénes condujeron a la deplorable situación de las finanzas públicas venezolanas que ha obligado hoy a negociar en tan viles condiciones los activos en dólares más importantes de la nación? ¿Qué hicieron para que se arribara a esta calamitosa situación? Surge entonces la pregunta: ¿Quién será más buitre, los que rematan un país o el fondo financiero que saca provecho de ello?
Por qué el país malogró su imagen ante los mercados
Descartemos de entrada el principal y único argumento oficial: “El fenomenal derrumbe del ingreso petrolero”, una verdad muy relativa. Esta profunda caída solo fue dramática entre 2014 y 2015. Entre 2016 y 2017 se percibe un precio por barril nada despreciable.
En tiempos precedentes al chavismo, los precios se desplomaron cuatro veces. El drama del precio del barril no alcanza aún los tres años. Por lo tanto, no puede explicar por sí solo el estallido de la fortaleza financiera y la capacidad negociadora que tenía Venezuela aún en condiciones adversas.
Citgo, filial de PDVSA, llegó a ser propietaria de siete grandes refinerías en EEUU / Wikipedia
El profundo deterioro de la fortaleza e imagen de las finanzas externas tiene ya 10 largos años. Desde 2007 la balanza de pagos es negativa; significa que no hubo ahorros en dólares y sí mucho derroche de PDVSA fuera del país. Con excesiva renta petrolera las reservas internacionales fueron muy inferiores a las de Perú, Chile y Colombia, países que no inventaron regalar a sus hermanos 100.000 millones de dólares.
La revolución disparó la tasa riesgo país, lo que explica que prestar dinero a Venezuela se realiza a una tasa que duplica la de los países antes mencionados.
El Banco Central de Venezuela (BCV), al transferir al Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) 64.000 millones de dólares y dejar de percibir 665.000 millones de dólares que administraron el expresidente de PDVSA, Rafael Ramírez, el exministro de Planificación, Jorge Giordani, y otros, se quedó sin reservas que reinvertir o manejar con profesionalidad, una cualidad que no tuvieron los presidentes y ministros que en 18 años de gobierno manejaron y dilapidaron dinero a su antojo.
El remate final de los activos venezolanos denominados en moneda extranjera
En la época chavista se liquidaron activos internacionales vitales en condiciones de crisis y sin crisis. Fue la fábula de la “repatriación del oro” de 2011, ilustrada por la foto gigante del fallecido presidente Hugo Chávez que muestra en sus manos un “lingote rescatado”, una de las 12.819 barras repatriadas, que correspondían a 160 toneladas, con un valor de 8.100 millones de dólares. Pues bien, ese gesto patriótico se mantuvo hasta el año pasado porque se fueron regresando o comprometiendo semestre tras semestre con el resto del mundo. Antes era oro venezolano en el exterior, ahora está afuera y no es venezolano.
Citgo, filial de PDVSA, llegó a ser propietaria de siete grandes refinerías en EEUU. Vendió Lake Charles, Corpus Christi, Lemont, la Lyondell en Texas, las asfalteras Paulsboro y Savannah, y negocia bajo litigio la Chalmette en Louisiana. Vendieron 4.000 estaciones de servicios de la Citgo y el terminal Borco en Bahamas. El 7 de octubre de 2010 Hugo Chávez le había vendido a la empresa rusa Rosneft en 1.600 millones de dólares el sistema de cuatro refinerías venezolanas situadas en Alemania, la Ruhr Oel. También fueron negociadas dos refinerías suecas propiedad de la finlandesa Nynas y PDVSA. Se endeudó Citgo para auxiliar a su matriz PDVSA en más de 3.000 millones de dólares. La filial de PDVSA es la prenda de garantía de los bonos que vencen en 2017 y que fueron refinanciados a fines de 2016, y la otra mitad de Citgo se ofreció en garantía a la rusa Rosneft por créditos concedidos. Citgo está hipotecada en 100% y con deudas propias por 4.000 millones de dólares.
Rafael Ramírez llamó a este proceso de remate de bienes de la nación “proceso de desmontaje de la internacionalización de la vieja PDVSA”. Fue una carrera maratónica iniciada en 2006 para desprenderse de activos estratégicos, donde se incluyen 11 refinerías. Solo quedan cuatro en EEUU, cuatro en Europa, Jamaica, Aruba (paralizada) y Cuba. Se construyen las de Ecuador y Nicaragua, la primera exclusiva para procesar crudos de ese país. La refinería Hovensa situada en las Islas Vírgenes se convirtió en centro de almacenamiento.
Antes era oro venezolano en el exterior, ahora está afuera y no es venezolano
Hay que incluir la entrega del 40% del subsuelo que contempla la Faja Petrolífera del Orinoco de 53.000 kilómetros cuadrados (el 6% del país). Aquí los inversionistas por un 40% de capital se hacen del dominio del subsuelo y la producción percibida. Esa extensión geográfica se duplica cuando el Arco Minero del Orinoco -un proyecto lanzado por Nicolás Maduro en el sur del país- imita el mismo esquema entreguista de la Faja. O sea, ahora son 111.847 kilómetros cuadrados, es decir, el 12% del territorio nacional.
Finalmente, para cerrar el inventario deplorable de activos en moneda extranjera esfumados: entre Gobierno y particulares se fugaron más de 277.000 millones de dólares de los 1.100 millones de dólares recibidos en 18 años. Las inversiones extranjeras por vez primera si sitúan por debajo de 1.600 millones de dólares. De 100 dólares incorporados a la economía solo tres son de fuentes distintas a los hidrocarburos. Centenares de empresas extranjeras se retiraron del país.
El Banco Central de Venezuela redujo dramáticamente sus activos de garantía para hacerle frente a la emisión de dinero inorgánico (16% del PIB) y honrar el elevado servicio de la deuda externa, el cual compromete 40% del ingreso neto anual en moneda extranjera. Liquidó más de 2.600 millones de dólares en derechos especiales de giro, así como también los mejores títulos valores invertidos en otros bancos centrales, y redujo la tenencia de oro de 18.000 millones de dólares a 7.750 millones de dólares.