Daniel Gómez (ALN).- El Grupo Pellas vuelve a la banca nicaragüense después de que el primer gobierno del presidente Ortega le expropiara el Banco de América. El empresario Carlos Pellas Chamorro aprovecha la mutación del mandatario, que con los años cada vez se parece más a su némesis Anastasio Somoza. Ortega da vía libre a los empresarios para que hagan negocios; a cambio evita que se inmiscuyan en sus políticas. Pellas Chamorro, que sobrevivió a un accidente aéreo, también lo hizo a la dictadura de Ortega.
En Nicaragua conocen el apellido Pellas desde hace más de un siglo. Alfredo Francisco Pellas Canessa llegó al país en 1877. El apetito empresarial de este inmigrante italiano le hizo incursionar en el negocio del transporte marítimo. Gracias a las ganancias de su flota de barcos de vapor pudo convertirse en el extranjero más rico de Nicaragua. Pero lo fue aún más cuando descubrió el azúcar. Junto a otros empresarios locales explotaron una industria inexistente en Nicaragua y lograron cubrir las necesidades de toda la nación. Con el ingenio azucarero empezó la historia de un apellido que hoy firma como conglomerado empresarial.
El Grupo Pellas es el más potente de Nicaragua, el Estado más pobre de la parte continental de América Latina. Su patrimonio supera los 1.000 millones de dólares (aproximadamente 850 millones de euros), según el índice financiero de Bloomberg, lo que equivale al 10% del Producto Interior Bruto (PIB) nacional. La firma cuenta con más de 20 empresas que abarcan la agroindustria, el turismo, la tecnología y los negocios bancarios.
A principios de agosto de 2017 se supo que el Grupo Pellas volvía al negocio mercantil en Nicaragua. La Corporación Financiera de Inversiones S.A., liderada por Carlos Pellas Chamorro, anunció la compra del banco ProCredit SA, establecido en el país. Este aseguró en un comunicado que ProCredit “seguirá comprometido con brindar la mejor atención a las necesidades de sus clientes actuales” y que ampliará el modelo de negocio con nuevas utilidades digitales. Así lo contó el diario ALnavío.
Con Carlos Pellas Chamorro -cuarta generación del apellido- al mando del emporio familiar, la firma recuperó un nicho que era suyo. En 1952, los Pellas fundaron el Banco de América, uno de los más importantes en el sistema mercantil nicaragüense. Pero, ¿por qué abandonaron el negocio?
Ocurrió, como narra el periódico mexicano El Financiero, que el ejército guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional, encabezado por un joven Daniel Ortega, actual presidente del país, embargó los bienes de los grandes empresarios locales cuando llegó al poder -en 1979-. Fueron años de declive para la fortuna Pellas, rescatada por el hoy presidente del grupo. Sin embargo, antes tuvo que esquivar a la muerte.
Carlos Pellas Chamorro, junto a su esposa, Vivian Pellas, sobrevivieron al accidente aéreo de la aerolínea hondureña SAHSA, en 1989. El avión, un Boeing 727, se estrelló poco antes de aterrizar. Vivian Pellas sufrió quemaduras en gran parte del cuerpo, más 62 fracturas y hubo que reconstruirle el rostro con más de 20 cirugías. Mientras, Pellas Chamorro perdió las falanges de los cuatro dedos de su mano izquierda y tuvo otras quemaduras en el brazo.
La escalada de los Pellas comenzó en los 90
A principios de los 80, antes de la catástrofe en la que murieron 148 pasajeros -solo sobrevivieron 10-, el empresario había iniciado la reconquista del imperio. Pero tuvo que parar para recuperarse. Un lapso que se reinició en 1992. Ese año Violeta Chamorro, que fue presidenta de Nicaragua durante siete años en la década de los 90 (1990-1997), devolvió a Pellas Chamorro y a otros empresarios lo que se les había expropiado. Entonces, el grupo creció hasta convertirse en uno de los más poderosos de Centroamérica.
La por entonces presidenta guarda un parentesco con Carlos Pellas. Forman parte de los Chamorro, uno de los apellidos más influyentes en la historia de Nicaragua. Violeta Chamorro fue esposa de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, periodista, dueño y director del periódico La Prensa, opositor al régimen de Anastasio Somoza Debayle y líder de la Unión Democrática de Liberación (UDEL). Por eso el somocismo lo asesinó, desencadenando un malestar social que permitió al ejército sandinista terminar con la dictadura.
Carlos Pellas esquivó la muerte mientras resucitaba el imperio familiar
Cuando Daniel Ortega recuperó la presidencia en 2006, no reeditó las expropiaciones del periodo sandinista. De hecho, una de las maniobras que permitieron al gobernante comunista aferrarse al poder fue lograr el visto bueno de los empresarios garantizándoles estabilidad jurídica. De esta manera, estos se dedicaban a sus negocios y no tenían necesidad de adentrarse en política. Tú a lo tuyo, yo a lo mío.
Con mejor prosa lo evidenció el escritor peruano Mario Vargas Llosa en una reciente columna en el diario El País de Madrid: “Nicaragua tendrá que producir algún día la novela que eternice la historia de Daniel Ortega, este alucinante personaje que, luego de dirigir la revolución sandinista contra los Somoza, se fue convirtiendo él mismo en un Somoza moderno, es decir, en un dictadorzuelo corrompido y manipulador que, traicionando todos los principios y aliándose con todos sus enemigos de ayer y tras antes de ayer, ha conseguido gozar de un poder absoluto a lo largo de 20 años, haciéndose reelegir en unas elecciones de circo, y, a pesar de todo ello, gozando todavía -por extraordinario que parezca- de cierta popularidad”.
El Ejecutivo sandinista dirigido por Ortega mermó la influencia del apellido Pellas en Nicaragua. Aprendió de los errores y copió la estrategia que la dictadura Somoza aplicó durante sus más de cuatro décadas. Carlos Pellas y Ortega se dan la mano. No son amigos, pero se soportan, como aseguran varios portales nicaragüenses y de Centroamérica.
La maniobra de Ortega la narró, también en un texto de El País, el exvicepresidente sandinista Sergio Ramírez antes de que se produjera su cantado triunfo de las presidenciales de 2016: “El régimen se había valido hasta ahora de su alianza con la empresa privada, que aprendió a no temer al discurso virulento de Ortega en contra del imperialismo yanqui, el capitalismo y la oligarquía. La regla de oro de esta relación era que los asuntos políticos quedaban excluidos de las mesas de concertación donde se tratan los temas económicos, que se ajustan al marco aconsejado por el Fondo Monetario Internacional”. La fórmula descrita por Ramírez es un éxito. Le funciona a Ortega, y también a los empresarios.