Daniel Gómez (ALN).- No es casualidad que este fin de semana hablaran el ministro argentino de Transporte, Guillermo Dietrich, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Toca capitalizar el escándalo de corrupción del kirchnerismo, por lo que el Ejecutivo de Mauricio Macri se ha puesto manos a la obra. Según el ministro de Transporte, en la época kirchnerista desaparecieron 200.000 millones de dólares de las cuentas públicas en obras que o no se ejecutaron o “se hicieron mal”.
Mientras en Argentina la economía camina en contra del Gobierno, la Justicia destapa las prácticas mafiosas del kirchnerismo en el poder. Desde el Ejecutivo de Mauricio Macri insisten en que lo primero es consecuencia de lo segundo. Por eso el oficialismo se ha puesto manos a la obra para capitalizar la crisis de cara a las elecciones presidenciales de 2019.
Este fin de semana hablaron con los medios de comunicación los responsables de Transporte y Seguridad del Gobierno. Nada de esto es casualidad. Por el primer ministerio se tramita la mayor parte de la obra pública argentina, y por el segundo transcurre toda la legislación asociada con la justicia.
Estos dos temas, obra pública y justicia, están bajo el foco mediático después de que el juez federal Claudio Bonadio destapó el caso de ‘los cuadernos de las coimas’. Un escándalo de corrupción que revela sobornos de los constructores a los gobiernos de Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández, a cambio de favores y facilidades para las empresas.
200.000 millones de dólares desparecieron
El primero en hablar del tema fue el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. En una entrevista para Radio Continental, calculó que en el periplo kirchnerista desaparecieron 200.0000 millones de dólares de las cuentas públicas por obras que, o no se ejecutaron, o “se hicieron mal”.
“Reconstruir un país en el que desaparecieron 200.000 millones de dólares de forma casi mágica y sin que nadie lo viese requiere tiempo”, dijo el ministro.
Dietrich insistió en que precisar un monto exacto es difícil. Consideró que el “despilfarro” se produjo de diferentes formas. Como carreteras casi nuevas por las que no circulan coches y sistemas de licitaciones en los que no había competencia.
El ministro de Transporte pide tiempo para reconstruir la economía nacional
A raíz de estas deficiencias, el gobierno de Macri armó un sistema diferente. Por un lado, digitalizó las administraciones. Eso significa que las subastas se realizan en línea y que los datos se hacen públicos de forma inmediata, lo cual complica el trámite de cualquier corruptela.
“Con más tecnología compramos 45% más barato de lo que lo hacía el kirchnerismo”, afirmó el ministro. También añadió que con estos sistemas consiguen más participación. La competencia no teme amaños, por lo que ahora “hay subastas con 20 empresas cuando antes sólo había tres”.
Dietrich también mencionó la ley del arrepentido impulsada por Macri. Con esta norma, los delincuentes reciben una rebaja de la pena siempre y cuando colaboren de forma activa con la Justicia.
“Con esta ley la gente habla. Porque acá nadie contaba nada”, indicó el ministro. De hecho, la ley del arrepentido es a la que se acogen los empresarios imputados por el caso de los cuadernos de las coimas que ahora están contando sus testimonios.
Un antes y un después en Argentina
En el gobierno de Macri, una de las personas que conocen más a fondo el escándalo de los sobornos es la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. En una entrevista concedida al diario La Nación este domingo, aseguró que este no será el típico caso que estalla y luego pasa de largo.
“Hemos contado [el saqueo] por mucho tiempo y ahora comienzan a dejar de ser hechos aislados para demostrarse que hubo un sistema para saquear el Estado. Esto ya no tiene vuelta atrás: eso es lo que siento”, sostuvo.
Para la ministra lo que está pasando es “de enorme importancia”. Dijo que “marcará un antes y un después” porque se acaba con la impunidad. “Esperamos que cierre la puerta del ‘se roba, pero se hace’”.
Bullrich destacó que una de las claves del caso fue la velocidad y sorpresa con la que se desarrolló todo. No así cómo se tramitó el registro de tres propiedades de la expresidenta Kirchner (previa aprobación del Senado) involucradas en el escándalo.
“Es tan tardío que yo no lo llamaría allanamiento. Es una visita, porque perdió mucho de la condición del allanamiento, que es encontrar las cosas in fraganti, pruebas…”, explicó la ministra.
Tras el registro, la policía federal encontró una caja fuerte en la que Cristina Fernández de Kirchner almacenaba información de sus rivales políticos. Ella, a través de su abogado defensor, Carlos Beraldi, lo negó.
En un comunicado de este lunes reseñado por Clarín, el abogado negó la existencia de bóvedas secretas. Aseguro que las pruebas encontradas son falsas. También detectó “ilegalidades” en los procedimientos, se refirió a una “persecución política” y denunció que una empleada del domicilio se intoxicó en Recoleta debido a la presencia de un “tóxico” en el ambiente.
El discurso de Macri
Lo que subyace de las declaraciones de los ministros es un discurso común orientado a capitalizar la crisis del kirchnerismo. Ya el presidente, en un acto con los empresarios, defendió las medidas en pro de la transparencia de su gobierno, al tiempo que advirtió a los hombres de negocios que con él no hay pie a ese tipo de corruptelas.
También, tanto Macri como los ministros relacionaron la crisis que vive Argentina con esos derroches del pasado. Ese hueco de 200.000 millones de dólares del que habló Dietrich. La impunidad con la que actuaban las empresas, según advirtió Bullrich.
Pero lo cierto es que la crisis económica está impactando en la imagen del presidente. El préstamo de 50.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional está jugando en su contra. Su incapacidad para atajar la inflación, que ya supera el 30%, según datos oficiales, también.
Luego están las proyecciones económicas difundidas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal), que hablan de una recesión de 0,3% en 2018.
Con estos problemas, contaminados -insiste el Ejecutivo de Macri- por la corrupción de los Kirchner, tendrá que lidiar el Gobierno. Sobre todo, ahora que se acercan las elecciones presidenciales en Argentina.