Moris Beracha (ALN).- Hace pocos días leí un trabajo en el que se sostiene que la pandemia del Covid-19 puede convertirse en el episodio más grave desde la llamada gripe española en 1918. Fundamentan esta premisa en el hecho de que aún no existe vacuna que pueda prevenir la expansión del virus. Destaca que si bien la estrategia de supresión agresiva y recurrente, es decir, de confinamiento en casa puede reducir el número de contaminados y fallecidos, el coronavirus sólo pasará al segundo lugar como la pandemia más extendida en el último siglo. Siendo esto así, es muy fácil llegar a la conclusión de que el desastre económico que el Covid-19 puede dejar a su paso será todo un reto de superar para las sociedades actuales.
El papel de trabajo titulado “Consecuencias económicas de la pandemia a largo plazo”, de los autores Òscar Jordà, Sajay R. Syngh y Alan M. Taylor, compara las pandemias como hechos macros y sobrevenidos al igual que las guerras. Explica que las privaciones que se producen en situaciones de conflictos bélicos hacen que las enfermedades sean más probables de existir.
En su trabajo citan un ejemplo que me pareció idóneo para explicar esta relación de las guerras con pandemias, y fue el primer brote de influenza registrado y que ocurrió entre los atenienses durante la Guerra del Peloponeso. No obstante, son cuidadosos los autores al indicar que esta correlación no siempre se cumple. Es decir, el terreno está preparado, pero no necesariamente se produce una pandemia durante un conflicto.
Entrando en algunos detalles mucho más macroeconómicos, los autores recuerdan que los mercados de bonos soberanos fueron una innovación, cuya razón de ser era la necesidad de financiamiento al sector militar, y tuvieron un papel importante desde el punto de vista fiscal.
De hecho, en tiempos de guerra recaudar grandes sumas a través del financiamiento de la deuda podría implicar fácilmente tasas de interés reales más altas, por la prima de riesgo por incumplimiento o por la escasez de capital. Esta situación no se presenta en tiempos de pandemia.
De esta manera, en el papel de trabajo se destaca que las grandes pandemias históricas del último milenio generalmente se han asociado con bajos retornos posteriores a los activos.
Las pandemias -según explican- son seguidas por períodos sostenidos, durante varias décadas, con oportunidades de inversión deprimidas, posiblemente debido al exceso de capital por unidad de trabajo sobreviviente. Asimismo, puede darse el hecho de que se incrementen los deseos de ahorrar, “posiblemente debido a un aumento en el ahorro precautorio o una reconstrucción de la riqueza agotada”, señalan.
Es así, como los autores destacan que si las bajas tasas de interés reales se mantienen durante décadas, proporcionarán un espacio fiscal bienvenido para que los gobiernos mitiguen las consecuencias de la pandemia.
Me llamó la atención que una de las conclusiones a la que llegan estos investigadores es que las pandemias en el pasado ocurrieron en el momento en que prácticamente ningún miembro de la sociedad sobrevivió a la vejez. La peste negra y otras plagas golpearon a las poblaciones con la gran masa de la pirámide de edad por debajo de los 60. Sin embargo, esta vez con el Covid-19 la realidad puede ser diferente.