María Rodríguez (ALN).- Adrián Jaén España, profesor de Sociología de la Universidad de Costa Rica, asegura al diario ALnavío que lo más preocupante de la militarización de las fronteras de Colombia y Brasil con Venezuela es el mensaje que los gobiernos de Juan Manuel Santos y Michel Temer envían a la población: “Quienes vienen del otro lado a tocar nuestra puerta son una amenaza”. La entrevista con Jaén forma parte de una serie de ALnavío con expertos en Sociología que analizan el impacto del éxodo venezolano.
El drama del éxodo venezolano es tal que Colombia, además de poner en marcha controles migratorios más estrictos, está dispuesta a recibir apoyo internacional para paliar la situación. Brasil, por su parte, “duplicará los pelotones” en los pasos fronterizos con el país gobernado por Nicolás Maduro para regular el tráfico de migrantes. Como Colombia -que reforzó la frontera con 3.000 militares y policías- el principal objetivo del Ejecutivo de Michel Temer es ordenar y controlar el incesante flujo migratorio.
Esta situación invita a reflexionar sobre sus implicaciones. Por ello, ALnavío inició una serie de entrevistas con expertos en Sociología que analizan el grave problema humanitario, el impacto psicológico de la huida en los migrantes venezolanos y los retos a los que se enfrentan. Tras las entrevistas a los sociólogos Pablo Carballo, Carlos Eduardo Gálvez, Hernando Uribe Castro y Jenyel Contreras es el turno de Adrián Jaén España, profesor e investigador de la Universidad de Costa Rica y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), también en Costa Rica.
– Como sociólogo, ¿qué opina de la situación actual de los migrantes venezolanos que cruzan la frontera?
– Siempre en la historia de la humanidad ha habido migraciones, pero nunca han tenido un carácter tan masivo y tan explosivo como lo tienen en la actualidad. La migración venezolana a Colombia no es un caso aislado; en este momento se están dando movimientos migratorios de dimensiones colosales en varias partes del mundo. Entre los más llamativos están la migración generada por la crisis humanitaria provocada por la guerra civil en Siria y los fenómenos migratorios internos en China. Por supuesto que se puede comprender el problema enorme que la migración venezolana representa para el Gobierno colombiano, ya que este país no está en condiciones de recibir migrantes.
– ¿Cómo evalúa las últimas medidas del gobierno de Juan Manuel Santos y de Michel Temer para el ingreso de venezolanos?
Jaén destaca otros movimientos migratorios de dimensiones colosales, como en Siria y China
– Las medidas que toman Santos y Temer no son distintas a las que toman los países europeos en relación a la migración de Medio Oriente y los países árabes. Por un lado, dicen que no van a impedir la entrada de migrantes, pero endurecen los controles migratorios y dificultan la entrada. Las migraciones masivas provocan mucho temor en la población. Las personas las perciben como una amenaza, sobre todo cuando las condiciones sociales no son buenas y esta situación provoca presión sobre los salarios; pues el gran capital suele aprovecharse de la población migrante, incluso en algunas ocasiones la promueve y organiza. El mayor peligro es la mediatización del fenómeno migratorio: las migraciones masivas pueden generar fenómenos de xenofobia, que si son explotados políticamente pueden constituirse en mecanismos de manipulación social, sobre todo si ciertos sectores políticos y los grandes medios de comunicación logran convencer a la población de que las personas migrantes vienen a destruir el estilo de vida al que están acostumbrados, las instituciones sociales o la estabilidad social o política. No podemos todavía decir que esto esté ocurriendo ni en Colombia ni en Brasil, pero es una posibilidad.
– ¿Cree que los mayores controles en la frontera duplican la presión de los venezolanos que aún permanecen en el país?
– Los controles en la frontera están dirigidos más a tranquilizar a las personas de los países receptores que a otra cosa. Es una forma de decir a los votantes que están protegiendo sus intereses, evitando que esos otros amenazantes ingresen al país y pongan en riesgo la estabilidad y la seguridad. Por supuesto que estos mayores controles pueden aumentar la tensión interna venezolana, pues hay gente que está decidida a salir; sin embargo, lo más preocupante es el mensaje que se le envía a la población del país receptor: quienes vienen del otro lado de la frontera a tocar nuestra puerta son una amenaza. Por lo tanto, este pensamiento generalizado empeora las condiciones de las personas que ya migraron, que llegan en condiciones muy precarias a un nuevo lugar en donde la mayoría las empieza a ver como una amenaza y un peligro social.
– ¿Se están vulnerando Derechos Humanos al endurecer los controles fronterizos?
Jaén considera que sí se vulneran los derechos de las personas al posicionar a los migrantes como una amenaza
– Desde mi perspectiva, como sociólogo, pero también como militante de Derechos Humanos, sí, se vulneran los derechos de las personas, sobre todo cuando se aplican medidas que fortalecen un discurso que posiciona a las personas migrantes como una amenaza. Es lo que planteaba el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Ocurre una adiaforización haciendo que la vida misma de las personas migrantes se vuelva moralmente neutra o irrelevante; es decir, son una especie de zombis que caminan por nuestras calles sin ningún sentido y que no solamente nos amenazan, sino que simplemente no merecen nuestra compasión ni nuestra preocupación, porque en el fondo no son personas. En otras épocas las personas migrantes, tanto las que migraban por condiciones económicas adversas como las que vivían una tragedia, recibían el apoyo de organizaciones de la clase trabajadora que las veían como iguales. Hoy en día los sectores más explotados y oprimidos de la población ven a los migrantes como amenaza y como competencia desleal; circunstancias que son caldo de cultivo para el fortalecimiento de sectores de ultraderecha y para la manipulación mediática y político-electoral de grandes sectores sociales.
– ¿Es comparable este éxodo venezolano con algún movimiento migratorio vivido en Latinoamérica en el pasado?
– En América Latina han existido situaciones similares, algunas de ellas muy dramáticas. Las migraciones de centroamericanos hacia Estados Unidos, durante la década de los 80, producto de la guerra civil en Centroamérica, sobre todo de la población salvadoreña, fueron muy masivas. Igualmente, la migración de cientos de miles de nicaragüenses hacia Costa Rica después de la revolución sandinista. Mucho menos conocida pero tal vez más dramática es la condición de los haitianos que migraron a República Dominicana cuando consorcios azucareros de capital estadounidense importaban braceros para que trabajaran en la corta de la caña. A mucha de esta gente nunca se le reconoció la nacionalidad dominicana, tampoco a sus hijos, por lo que en este momento las organizaciones de Derechos Humanos denuncian la existencia de una población apátrida, que no es reconocida ni por Haití ni por República Dominicana.
– ¿Cómo impacta en la persona y en el carácter ser emigrante y a qué desafíos se enfrenta?
– El impacto personal y psicológico de la migración depende mucho de las condiciones en las que son recibidas las personas que migran. Siempre existe cierto desarraigo y lo que llamamos comúnmente mal de patria. Esto ocurre incluso cuando las personas salen de su país voluntariamente a realizar estudios o cuestiones similares, pero el impacto dependerá mucho de la forma en la que se les reciba. Por ejemplo, Costa Rica recibió mucha migración del Cono Sur en los años de las dictaduras, sobre todo argentinos y chilenos. Eran recibidos con aprecio por mucha gente, lograron desarrollarse en el país y contribuyeron de manera importante con el crecimiento cultural y social. Todo lo contrario ocurre en Costa Rica con la población migrante nicaragüense, que es recibida con actitudes xenófobas por parte de la población y las autoridades.