Antonio José Chinchetru (ALN).- Una de las figuras determinantes de la política española en las últimas décadas es la de los conocidos como ‘barones’. Son dirigentes regionales de los partidos que controlan la estructura de la organización con un poder casi absoluto, en algunos casos enfrentándose al propio líder, con formas propias del caciquismo. Ciudadanos funciona al margen de esta estructura, y su excelente resultado en Cataluña, unido a su constante subida en las encuestas, refleja que el viejo modelo puede tener fecha de caducidad.
No importan las siglas, la ideología ni la antigüedad de cada partido; en España, casi todos los líderes de las principales formaciones políticas conviven con la figura de los ‘barones’. Estos últimos, líderes regionales dentro de la organización con un poder casi absoluto en su territorio propio de un modelo caciquil. Tienen además una influencia que puede ir mucho más allá de su propia comunidad autónoma. Existen en el Partido Popular (PP), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidos Podemos, e incluso en el socio de este último, Izquierda Unida. La única excepción es Ciudadanos. Albert Rivera no tiene quien le discuta el poder ni nadie con autoridad suficiente en una región como para poner en cuestión su estrategia o sus decisiones.
En ocasiones, los barones son potenciales aspirantes a sustituir al líder al frente del partido. Ese papel lo jugó mucho tiempo en el PP la madrileña Esperanza Aguirre, si bien se retiró de la política sin enfrentarse con Mariano Rajoy por la presidencia de la formación. En el PSOE, Pedro Sánchez siempre ha de estar atento a los movimientos que hace la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. En otros casos, se limitan a discutir las líneas que marca la cabeza de la formación, tanto a nivel nacional como regional. Es el caso de la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, o Albano Dante Fachín en Cataluña, que se enfrentó a Pablo Iglesias y fue apartado por ello.
Dentro de su territorio los barones suelen ser todopoderosos, ejerciendo con mano de hierro el control del aparato
Los barones son figuras claves en los partidos tradicionales españoles. Suelen estar presentes en los máximos órganos de dirección, e imponen cuotas territoriales en toda la estructura de sus formaciones. Dentro de su territorio suelen ser todopoderosos, ejerciendo con mano de hierro el control del aparato autonómico de la organización. Imponen a los miembros de las listas electorales y marcan en buena medida la estrategia que se sigue en la región donde ostentan el poder dentro del partido.
Durante décadas, este tipo de figuras se consideró una parte consustancial al sistema político español. Sin embargo, Ciudadanos actúa siguiendo otras reglas de juego. En su seno no hay barones, sino líderes regionales que han llegado a su puesto en poco tiempo, y no tras décadas de actuar como un clásico apparátchik.
Cataluña, primera derrota de las baronías
La prueba de fuego para la nueva manera de entender el liderazgo han sido los comicios catalanes. La candidata de la formación naranja, Inés Arrimadas, tenía como principal rival en el bloque constitucionalista a un barón en su estado más puro, el socialista Miquel Iceta. El resultado fue una contundente victoria de la organización de Rivera. La mayor parte de las comunidades autónomas celebrarán elecciones el año que viene. Y si Rajoy no adelanta la llamada a las urnas, las generales tendrán lugar en 2020. Si en todas esas convocatorias se confirma la espectacular subida de Ciudadanos que pronostican las encuestas, esta formación pondrá en peligro el tradicional sistema de baronías en el resto de partidos. Sus militantes podrán comenzar a exigir modelos menos caciquiles.
Arrimadas, convertida en segunda líder de Ciudadanos, es una de los pocos dirigentes regionales de Ciudadanos con una amplia proyección mediática y fuerza moral dentro de la organización que vayan más allá de su propio territorio. Su popularidad se ha disparado con las elecciones autonómicas del 21 de diciembre. De hecho, según una encuesta de Gad3 publicada por el diario ABC este lunes, es la política mejor valorada de España. En el sondeo, obtiene una nota de 5,7, tres décimas más que Rivera. Está muy por encima de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (4,5); Mariano Rajoy (4,4); Pedro Sánchez (4) y Pablo Iglesias (2,5).
Otro caso es la portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís. Su presencia mediática va más allá de la capital de España y es mucho más conocida que el líder del partido en la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado. Sin embargo, ninguna de estas dos mujeres juega un papel de baronesa. Su línea de actuación es en todo momento concordante con la de Albert Rivera y no se han dado casos de enfrentamientos con él, al menos de forma pública. Además, en el caso de Villacís se suma que ni tan siquiera es la dirigente autonómica.
Arrimadas, la ‘no baronesa’ de Ciudadanos
Inés Arrimadas no juega el papel de baronesa a pesar de que se dan los elementos que favorecerían que lo fuera en otro partido
Inés Arrimadas no juega el papel de baronesa a pesar de que en ella se dan los elementos que favorecerían en otro partido que se convirtiera en una cacique autonómica. No sólo goza de un amplio conocimiento y una alta valoración entre los votantes a nivel nacional. Es también la primera líder territorial que ha conseguido convertir a su partido en la fuerza política más votada en su región (1,11 millones de sufragios en las autonómicas). Además, Cataluña es el cuarto granero de votos del partido naranja en las elecciones generales (aportó casi 380.000 en las últimas celebradas) y tiene cinco representantes en el Congreso de los Diputados (empatada con la Comunidad Valenciana y sólo superada por Madrid (6) y Andalucía (7).
Las citadas comunidades aportaron en su conjunto un tercio de los votos y dos terceras partes de los diputados logrados por Ciudadanos en las últimas elecciones generales. Madrid fue donde se concentró una mayor cantidad de sufragios, algo más de 600.000. Le siguieron la Comunidad Valenciana, por encima de 385.000, y Andalucía, con casi 576.000. Sin embargo, ninguno de los líderes de la formación en estas tres regiones tiene una gran proyección a nivel nacional. Es decir, ninguno de sus líderes juega el papel de barón.