(EFE).- Aquello fue un «verdadero monstruo, invasivo y peligroso», un «tsunami» imposible de frenar: el coronavirus, que arrasó en su gigantesca primera ola en España y el mundo hace cinco años es ahora una infección respiratoria más que «está bajo mínimos».
El 31 de enero de 2020 España confirmó en un turista alemán de la isla atlántica de La Gomera la presencia de un nuevo tipo de virus de la familia Coronaviridae, el SARS-CoV-2, del que había informado justo un mes antes la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de la ciudad china de Wuhan.
Todo lo que vino después suena a ciencia ficción: casos, contactos estrechos, curva, pico, mascarilla y gel hidroalcohólico, antígenos, PCRs, ARN mensajero, variantes, inmunidad de rebaño, rastreadores, confinamiento, estado de alarma, desescalada, toques de queda, restricciones, brotes y rebrotes, la ‘nueva normalidad’… Términos científicos y políticos que monopolizaron la vida diaria.
Todos los países estaban «desarmados»
«Nos pilló, en general, desarmados a todos. Había protocolos y avances en preparación y respuesta a la gripe porque es el que tenía todas las papeletas de desencadenar una pandemia», rememora para EFE el director general de Salud Pública y Equidad en Salud del Gobierno español, Pedro Gullón.
Nadie tenía estructuras para afrontar aquel nuevo agente que se expandió con una rapidez vertiginosa. Con la perspectiva que da el tiempo, Gullón opina que quizá se podría haber mitigado el impacto de la primera ola, «pero nadie la podía haber parado».
A día de hoy el covid «está siendo muy anecdótico», pero al fin y al cabo es un actor nuevo en el tablero de las infecciones respiratorias sin un patrón de comportamiento uniforme que ha llegado «para quedarse».
Si estaba en Italia, estaba aquí
«Todo se precipitó de repente» cuando la cosa empeoró en Italia a mediados de febrero, recuerda a EFE el coordinador del Servicio de Urgencias del Hospital del Henares (Madrid), Martín Ruiz Grinspan: «Si ya estaba allí, estaba claro que estaba en todas partes, y si no lo estaba, iba a estar en muy poquito tiempo».
El primer caso llegó a su hospital el 4 de marzo y, a partir de ahí, «fue como un tsunami». De dos ucis pasaron a 32, instalaron controles de enfermería en distintos espacios para segregar a los pacientes, y estudiaron a fondo la ventilación del centro.
Coincide con Gullón que ahora en España «hay poquísimo» covid y «está bajo mínimos» gracias a la vacuna y la inmunidad adquirida. Pero el urgenciólogo pide «estar preparados, porque está claro que la próxima está al caer. Que vendrá otra nadie lo duda».
El «absoluto abandono» de la atención primaria
Donde faltó de todo fue en la atención primaria. Allí se asistió al 90 % de los pacientes de aquel «verdadero monstruo, invasivo, peligroso y contagioso» que fue el coronavirus.
«Estuvimos totalmente abandonados y olvidados. Nos tuvimos que buscar la vida, lo poco que había se iba para los hospitales», rememora a EFE, «con la piel de gallina», el portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Lorenzo Armenteros.
Improvisaron pantallas con armazones de impresoras y fabricaron trajes de protección con bolsas de basura. Con esas armas tenían que atender grupos enteros de contagiados. «Lo vivimos con muchísimo temor e incertidumbre», explica.
Uno de los recuerdos que más desazón le genera, además de los compañeros que murieron «solos y abandonados», son los pacientes que, atemorizados, no querían ir al hospital pese a requerirlo: «Eran una preocupación inmensa».
Según el último informe publicado por el Ministerio español de Sanidad, con fecha de junio de 2023, en España se habían notificado cerca de 14 millones de casos confirmados de covid y 121.760 fallecidos.
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