Juan Carlos Zapata (ALN).- A Cilia Flores no se le ha escapado ningún detalle. La esposa de Nicolás Maduro conocía las operaciones de sus hijos. El tren de vida. Las relaciones y los nexos con Alex Saab. A Cilia Flores no podían escapársele esos “detalles”, porque ella lo conoce casi todo, interesada como es por los informes de inteligencia y por otras cosas más.
Es una mujer que recibe y lee los reportes del Sebin. Al menos lo hacía en tiempos del general Manuel Cristopher Figuera. Eran reportes que el exjefe del Sebin, el que se le fue a Nicolás Maduro, preparaba para informar sobre la situación, paradero y ubicación de los principales líderes de la oposición y del entorno de estos. Nada dice que la situación haya cambiado. Por el contrario, este trabajo parece haberse acentuado después de la fallida megaconspiración del 30 de abril. El poder del Palacio de Miraflores recibe reportes no sólo del Sebin sino también de la Contrainteligencia Militar, DGCIM, y de la inteligencia cubana.
Con un aparataje de esa naturaleza, es imposible pensar que Cilia Flores no conociera los nexos de sus hijos con Alex Saab, el boliburgués internacional que acaba de ser sancionado por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, y con Saab, los hijos de la esposa de Maduro: Walter, Yosser y Yoswal Gavidia Flores. También la esposa de Yosser, Mariana Staudinger.
En 2011, Alex Saab otorgó a los tres hijos de Cilia Adela Flores de Maduro, Walter, Yosser y Yoswal (también conocidos como “Los Chamos”) y a su primo, Carlos Erica Malpica Flores, un contrato para despejar terrenos para la construcción de viviendas en el estado venezolano de Vargas. Flores fue designada el 25 de septiembre de 2018 conforme a la Orden Ejecutiva 13692, con sus correspondientes modificaciones, por ser una funcionaria en ejercicio o exfuncionaria del Gobierno de Venezuela; Malpica fue designado el 26 de julio de 2017 conforme a la Orden Ejecutiva 13692, con sus correspondientes modificaciones, por ser un funcionario en ejercicio o exfuncionario del Gobierno de Venezuela. La relación de Saab con Flores, Los Chamos y Malpica fue clave para que Saab y Pulido accedieran a funcionarios del Gobierno de Venezuela, y esto les permitió pagar los sobornos y comisiones ilícitas que son un requisito para obtener contratos públicos. Los Chamos también recibían comisiones ilícitas de sociedades de Saab a cambio de contratos gubernamentales.
Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, 25 de julio de 2019
No podía desconocer Cilia Flores lo que ocurría porque Alex Saab es un operador de la pareja presidencial. Es la principal figura de la boliburguesía internacional. Saab es de origen colombiano y comenzó a hacer negocios con el chavismo desde los tiempos de Hugo Chávez. Con Maduro y Flores, fortaleció su posición. En las conversaciones filtradas a raíz de la fallida megaconspiración del 30 de abril en la que aparece como protagonista el general Cristopher Figuera, el exjefe de Inteligencia designado por Maduro, se lee que Alex Saab es el que “le guarda la plata a ella (Delcy Rodríguez, vicepresidenta) y a Cilia” Flores.
Y en esa trama ingresaron, habían ingresado mucho tiempo atrás, los hijastros de Maduro. Es la trama, o es la red, según el Departamento del Tesoro, organizada para lucrarse con la importación de alimentos destinados al programa de asistencia de los más pobres de Venezuela, llamado programa CLAP. Pero en 2011, los hijos habrían obtenido contratos por parte de Saab. Ya desde 2009, Alex Saab era un operador importante dentro de la red chavista. Eran los mejores tiempos de Hugo Chávez. Los precios del petróleo escalaban los 100 dólares el barril.
Cilia Flores es una influencia constante al lado de Maduro. Desde que este llegó a la Presidencia, ella, que fue combativa parlamentaria, presidenta de la Asamblea Nacional, ha dejado de cumplir un rol público en la diatriba política, en la crisis política en Venezuela. Todo el papel público se lo deja a Maduro. Tras bastidores es otra la situación. Se le identifica como la mente estratégica. La combatiente del análisis y las decisiones. La que quita y pone funcionarios. La que precisa los adversarios internos, los enemigos opositores, los aliados, y la que se reserva para sí amplias cuotas de poder. Personas que han asistido a reuniones en las que ella ha estado presente, dicen que observa y sonríe, y habla muy poco. Después, ya con Maduro y el entorno más íntimo, será otra la condición. Los más cercanos la llaman Cilita.
Pero Cilia Flores sabe mucho. El general Cristopher Figuera señala que es ella la que recibía los reportes de inteligencia sobre los principales líderes de la oposición. Son espiados Juan Guaidó y los colaboradores de este; María Corina Machado, Lilian Tintori, José Guerra, Henrique Capriles, Henry Ramos Allup, Henri Falcón, Edgar Zambrano, el diputado vicepresidente de la Asamblea Nacional que sigue preso en una cárcel del régimen. Entre otros. El poder quiere cada movimiento. Y el espionaje es completo. Por vía directa como por el uso de la tecnología. La inteligencia electrónica es activa en estos casos. Un teléfono en operaciones remite la ubicación del usuario. El general dice que la lista la ofrecía Maduro y los reportes los recibía también Cilia Flores por instrucciones del propio Maduro.
El poder usa todos los organismos para espiar. Y amplía la lista hacia las figuras del régimen, los aliados, los disidentes, empresarios, banqueros. La Contrainteligencia Militar, DGCIM, se encarga de espiar a las figuras del mismo régimen. O sea, los que se suponen son amigos de Maduro y Cilia Flores. Junto a la inteligencia cubana, hacen trabajo de espionaje en el campo militar.
Por lo que se sabe, en el Sebin se le hace seguimiento a testaferros, boliburgueses y en los tiempos de Cristopher Figuera el hijo de Nicolás Maduro, Nicolasito Maduro Guerra, y su entorno estuvieron bajo la lupa pero no porque Maduro lo ordenara sino porque los hechos de corrupción conducían hacia él. Pero a Maduro no se le podía decir nada del hijo. Maduro suele afirmar que el que se mete con su familia se seca. Nicolasito también fue sancionado por los Estados Unidos.
Ahora, ¿es posible que Maduro no sepa lo que hace el hijo? ¿Y es posible pensar que Cilia Flores no sepa lo que hacen sus hijos? El tren de vida. Los viajes. Y viajes con algunos miembros de los Saab. Por lo menos así fue en aquella estancia en el Ritz de Madrid, hace exactamente dos años. De las conversaciones filtradas se infiere que el entorno familiar de los Flores y Maduro está involucrado en diversas actividades irregulares, como los CLAP, el oro, y allí, en esas filtraciones, aparece el nombre de Alex Saab. Se supone que se le informaba de ello a por lo menos un agente de la inteligencia cubana. ¿No lo sabían Cilia Flores y Maduro?
Imposible no saberlo. Son unos hijos desatados. Por la impunidad del poder. En las filtraciones de Cristopher Figuera se cuenta esta historia: “Recientemente uno de los hijos de la Sra. (Cilia) venía en un vuelo de Turquía, y al parecer la mujer del chamo discutió con una pasajera que los reconoció y en pleno vuelo le metió un pingazo (un golpe) en la cara y se la partió, entonces imagínese el escándalo en pleno vuelo, que todo el sistema de seguridad presidencial coordinó para bajar a la familia en La Habana y movieron un avión para traerlos directo (a Caracas), además pidieron apoyo al Sebin para que esperara a las supuestas agresoras y las metiera presas. Después HD (general Iván Hernández Dala, entonces director de Contrainteligencia Militar) me llamó que por qué no tenía presas a las carajas, que el capitán Escalona (Juan Escalona, asistente de Maduro) estaba preguntando, le dije que requería la denuncia, pero que era una arbitrariedad meter presa y sin denuncia a una persona que además tenía una lesión y la agredida ni un rasguño…”.
“Sociedad de cómplices”, ha dicho el general Cristopher Figuera. Y esto explica que la red funciona, que la red opera. En la declaración del Departamento del Tesoro dice que los hijos de Cilia Flores, Los Chamos, fueron clave en la red a favor de los negocios de Alex Saab. “Los Chamos pudieron manipular la decisión de a quiénes se elegía como beneficiarios de contratos públicos, y Saab tuvo la posibilidad de trabajar con los más altos niveles del gobierno venezolano”. El Departamento del Tesoro resume toda esta actividad ilícita como “una red de corrupción y nepotismo”.
La trama global de las empresas, la cantidad de personas involucradas, los familiares y amigos, no podían ser ajenos para una mente como la de Cilia Flores. Una mente estratégica y que sabe hacer uso del poder y de la información que le facilita el poder mismo.