Daniel Gómez (ALN).- “China no tendrá el peso que tiene en Venezuela en el resto de países de América Latina, puesto que estos tienen mercados abiertos y bancos centrales independientes. Las inversiones chinas han contribuido al desarrollo de la región, siendo fuertes inversores”, dice Enrique Alberola, jefe de la Oficina en las Américas del Banco de Pagos Internacionales.
China es uno de los pocos apoyos y, sobre todo, una de las pocas fuentes de financiación que le quedan al régimen de Nicolás Maduro. Conocido fue el préstamo de 5.000 millones de dólares que el pasado septiembre el Gobierno de Pekín concedió en un momento en el que la economía venezolana languidecía.
Al dinero en efectivo se suman las transferencias de material industrial, tecnología y bienes de consumo que China envía a Venezuela. A cambio, eso sí, de barcos cargados de petróleo, como bien dicen los acuerdos bilaterales firmados hasta la fecha.
Por movimientos así muchos analistas consideran a China como un país carroñero. Que se aprovecha de economías en apuros para reforzar su influencia y ganar peso en la escena internacional. Otra opinión tiene Enrique Alberola, jefe de la Oficina en las Américas del Banco de Pagos Internacionales (BIS), institución conocida como el banco central de los bancos centrales, o como el Banco de Basilea ya que su sede central se encuentra en la ciudad suiza.
“China no tendrá el peso que tiene en Venezuela en el resto de países de América Latina, puesto que estos tienen mercados abiertos y bancos centrales independientes. Las inversiones chinas han contribuido al desarrollo de la región, siendo fuertes inversores”, dijo este viernes en un acto en la Casa de América de Madrid.
Siempre que en Latinoamérica subastan un gran proyecto de infraestructura, o un campo petrolero, o una planta fotovoltaica, una o varias empresas del país asiático acuden a la licitación.
Las inversiones chinas en la región en estos momentos superan los 300.000 millones de dólares. China es el principal socio comercial de países como Brasil, Chile, Ecuador y Panamá. En este último, es destacada su presencia en el Canal, así como su relación con el Gobierno, con el que tiene un intercambio comercial de 16.000 millones de dólares.
El caso de China en África
En este momento, sólo África supera a Latinoamérica como destino de las inversiones chinas. Esta comparación no es halagüeña, porque al igual que ocurre en Venezuela, el Gobierno de Pekín está usando su posición económica para influir en decisiones internas.
Enrique Alberola: “Con China no estás sometido al dictado de Washington, pero pierdes una referencia de un sistema de libertades y menos represión”
“La influencia de China en América Latina es más sutil, pero más peligrosa en África. En África dan el dinero, luego controlan la economía y finalmente las diligencias africanas terminan ancladas en modelos favorables a China”, apunta Alberola.
En los últimos 20 años, China pasó de ser un país pobre, a ser la segunda potencia económica, sólo superada por Estados Unidos. Lo consiguió gracias a una potente apertura comercial, y a un pacto tácito con los ciudadanos: ellos no se meten en política, el Gobierno les promete prosperidad. Esto es así, aunque en consecuencia pierdan libertades como ciudadanos.
Esto, en cambio, sí es una amenaza para Latinoamérica. “El riesgo que se corre con la influencia de China es que el modelo aspiracional que quieran aplicar los gobiernos de la región no sea el mismo que el de ahora”. O sea, la democracia.
Esta es la amenaza, pero por otro lado está la oportunidad. “Más libertad”, dice. Más libertad para recibir financiación. “Con China no estás sometido al dictado de Washington, pero pierdes una referencia de un sistema de libertades y menos represión”.