María Rodríguez (ALN).- La presencia del crimen organizado –también en internet- constituye una amenaza para la gobernabilidad económica y democrática de América Latina, según afirma Manuel J. Gazapo Lapayese, director del International Security Observatory, en una entrevista con el diario ALnavío. No obstante, el experto destaca el comportamiento de Chile y México en la expansión de la cultura de la ciberdefensa y de Uruguay, Colombia, Brasil y Argentina como los países con las políticas de ciberseguridad más asentadas de la región.
Manuel J. Gazapo Lapayese es director del International Security Observatory, un think-tank independiente y sin ánimo de lucro dedicado al análisis del contexto internacional desde la perspectiva de la paz, la seguridad y la defensa. Gazapo también es miembro de la Unidad de Investigación sobre Cooperación y Seguridad Internacional de la Universidad Complutense de Madrid, y recientemente ha participado en el libro El Crimen Organizado en América Latina: manifestaciones, facilitadores y reacciones –del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado– con un capítulo sobre ciberseguridad.
Bajo este currículum, el diario ALnavío entrevista a Gazapo sobre la situación del cibercrimen organizado en América Latina, la respuesta de la región y los retos para hacer frente a esta amenaza.
– ¿Qué lugar ocupa el ciberespacio en el crimen organizado de América Latina?
– El ciberespacio se está configurando, si no lo ha hecho ya por completo, en el nuevo campo de actuación del crimen organizado. La razón por la que el crimen organizado traslada parte de sus ‘negocios’ a internet se halla en la alta rentabilidad económica que otorga operar en esta dimensión. El ciberespacio permite a los criminales actuar desde cualquier lugar del planeta con una alta capacidad y flexibilidad operativa y, casi siempre, bajo una considerable garantía de anonimato.
En América Latina, el crimen organizado ha encontrado en el ciberespacio el camino necesario para incrementar sus negocios
Esto es un hecho real tanto a nivel global como regional. En América Latina, las vulnerabilidades del sistema provocan que el crimen organizado haya encontrado en el ciberespacio el camino necesario para incrementar sus negocios y reducir el riesgo de las operaciones que realiza.
– Organizaciones como el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización de Estados Americanos e incluso la Interpol alertan de que Latinoamérica es altamente vulnerable a ciberataques. ¿Comparte su visión?
– Comparto las afirmaciones, las advertencias y las alertas de estas instituciones ya que negarnos a reconocer que Latinoamérica es vulnerable a ciberataques sería negar una realidad que es tangible a nuestras manos y visible a nuestros ojos. La presencia del crimen organizado constituye, a día de hoy, una amenaza innegable para la gobernabilidad económica y democrática de América Latina. La prevención y la neutralización de esta amenaza es, o debería ser, una de las principales prioridades para todos los países que conforman el Cono Sur.
– ¿Cuál es la capacidad de respuesta de América Latina ante el cibercrimen?
– El contexto en el que se encuentra sumergida América Latina no es saludable desde el punto de vista de la seguridad virtual. Si revisamos los diferentes informes -tanto públicos como privados- que se han ido publicando desde hace un lustro hasta la fecha actual, podemos observar que las respuestas de los Estados a la delincuencia organizada en internet son muy desiguales y no están correctamente coordinadas.
A pesar de ser cierto que países como Uruguay, Colombia y Brasil han desarrollado unas políticas preventivas ciertamente interesantes, podemos encontrar otros muchos Gobiernos que aún carecen de la voluntad política necesaria o de los recursos adecuados para hacer frente a esta amenaza que cada vez se vuelve más líquida, más difusa y más peligrosa.
– ¿Cómo de concienciada está la sociedad latinoamericana frente a las ciberamenazas?
– Existe un amplio margen de mejora en este aspecto. Es necesario llevar a cabo campañas de concienciación pública que hagan comprender a la ciudadanía que los riesgos que existen en el ciberespacio no forman parte de la ciencia-ficción, sino que son amenazas reales que ponen en riesgo su privacidad o la confidencialidad de los datos que manejan sus empresas.
Como siempre advertimos desde el International Security Observatory, el cibercrimen es un cáncer social que forma parte de nuestra realidad, por lo que hemos de estar alerta y desarrollar conductas inteligentes y preventivas cuando navegamos por la red.
– ¿Qué países de la región considera que se están comportando mejor y por qué?
– Según los documentos publicados por diversas instituciones, entre los cuales destaca el informe Ciberseguridad ¿estamos preparados en América Latina y el Caribe? [del BID y la OEA], cabe apuntar que Uruguay, Trinidad y Tobago, Colombia, Brasil y Argentina son los Estados con unas políticas de ciberseguridad más asentadas.
Ningún país por sí solo puede hacer frente a las amenazas y riesgos procedentes de internet
En esta misma línea, pero desde el punto de vista de la expansión de una cultura de ciberdefensa, es de justicia destacar la labor que realizan Chile y México. Éstos dos países son una referencia ya que han sido capaces de trasladar a su ciudadanía un conocimiento básico para hacer un correcto uso de la red y del comercio electrónico.
Desde el punto de vista legal, República Dominicana, así como los ya citados Estados de Brasil, Chile y Argentina, son los países que tienen unos marcos jurídicos más preparados para hacer frente a la presencia del crimen organizado en internet.
– ¿Cree que los Gobiernos latinoamericanos se están implicando lo suficiente para contrarrestar el crimen organizado en el ciberespacio?
– Ningún país por sí solo puede hacer frente a las amenazas y riesgos procedentes de internet por lo que la cooperación entre actores es algo indudablemente necesario. Por ello, todos los Estados que conforman la región de América Latina deben trabajar de forma coordinada y reaccionar con urgencia ante una amenaza que cada vez se expande y se hace más difícil de prevenir. El problema está en la carencia de acciones colectivas a largo plazo.
– Afirma que es necesario crear una “cultura de ciberseguridad proactiva”. ¿Ese es el reto para los próximos años?
– La promoción y asentamiento de la cultura de la ciberseguridad es una tarea que compete a todos los ciudadanos, independientemente de su cargo u ocupación. El cibercrimen no hace distinción entre sus potenciales víctimas, nos ataca a todos por igual. Por esta razón, desarrollar una cultura de ciberseguridad proactiva ya no sólo es una necesidad, sino una obligación para todos aquellos que deseen conformar una sociedad integrada, segura y resiliente.