Pedro Benítez (ALN).- La caída en la producción petrolera de Venezuela se adelanta, muy rápidamente, a cualquier estrategia de presiones económicas al régimen de Nicolás Maduro por parte de la Administración de Donald Trump. Hay un autoembargo petrolero no intencionado en marcha, como consecuencia del nivel de deterioro de la industria petrolera venezolana que la actual hiperinflación está acelerando.
Tal como lo veníamos advirtiendo en ALnavío, el régimen de Nicolás Maduro, por medio de sus acciones, le ha impuesto un embargo petrolero a Venezuela. Un autoembargo no intencionado.
Es como si la Cuba de 1960 hubiera decidido por voluntad propia recortar drásticamente las exportaciones de azúcar a Estados Unidos antes que este le suspendiera la compra de la principal fuente de divisas. O que el Irak de Saddam Hussein hubiese procedido de la misma manera con las exportaciones de petróleo en los años 90 adelantándose a las sanciones de las Naciones Unidas (ONU).
Pues esto es lo que está aconteciendo en Venezuela. Este sí es un hecho inédito en la historia de las relaciones económicas mundiales.
Cuando Hugo Chávez llegó al poder Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) era la quinta empresa petrolera del mundo, tomando en cuenta gerencia, reservas, tecnología, investigación, talento, flota de tanqueros, activos en el exterior, refinerías, ingresos, costos de producción y mercados globales.
Las acciones (o falta de acciones) por parte del Gobierno de Venezuela están provocando un colapso de las exportaciones petroleras sin necesidad de coacción externa
Chávez y su sucesor hicieron todo lo posible por destruir la principal y casi única fuente de ingresos del país. Todas las decisiones parecieron dirigidas a llevar a la inanición a la gallina de los huevos de oro de Venezuela.
Según fuentes de la propia industria citadas por la agencia Reuters la semana pasada, Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) habría suspendido contratos de suministro a varios de sus clientes. Posteriormente, un informe del Ministerio de Petróleo de Venezuela, también citado por Reuters, indicó que PDVSA suspendió indefinidamente el despacho de 38.000 barriles de crudo al día en productos refinados a ocho de los 17 países que conforman Petrocaribe: Antigua y Barbuda, Belice, Dominica, El Salvador, Haití, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas.
Desde hace una década PDVSA vende petróleo a las naciones de Centroamérica y el Caribe en términos muy favorables.
Inicialmente esta medida se podría interpretar como una represalia a la abstención de varios de estos países en la reciente votación en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde la mayoría de los gobiernos miembros no reconocieron la legitimidad de la elección del pasado 20 de mayo, donde Nicolás Maduro pretendió consagrar su continuidad en el poder al menos por seis años más.
Se podría interpretar así, si no fuera porque otras fuentes vienen corroborando la caída continua de la producción petrolera venezolana, que a su vez, lógicamente, afecta las exportaciones.
Tanto la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) como la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de la cual Venezuela es miembro fundador, coinciden en que la producción de hidrocarburos del país en el mes de mayo se ubicó entre 1,36 y 1,39 millones de barriles al día. 42.000 barriles menos que en el pasado mes de abril.
Con lo cual sólo en los años de Maduro Venezuela perdió un millón de barriles de producción, que se suman al otro millón que disminuyó en los años del expresidente Chávez.
De modo que la producción petrolera del país no sólo es inferior en más de dos millones de barriles a la de hace 20 años, sino que su nivel está incluso por debajo del año 1950 (1,5 m/bd) cuando el país tenía cinco millones de habitantes.
Si a esto agregamos que del sector privado venezolano que aportaba el 30% de las exportaciones venezolanas en 1998 no queda nada y además, que en la era Chávez-Maduro no se ahorró nada del inmenso auge de precios del petróleo (como sí hicieron Arabia Saudí y Noruega) sino que por el contrario se multiplicó la deuda externa del país por seis, se ve bastante claro el proceso de destrucción al que ha sido sometida Venezuela por su propio gobierno.
También Reuters informa que la filial de PDVSA en Estados Unidos, Citgo, compra crudo de otros países para refinar ya que la casa matriz no lo despacha, tal como recoge KonZapata. Además, las acciones legales de ConocoPhillips (la multinacional ganó un arbitraje por 2.000 millones de dólares a PDVSA) han creado todavía más dificultades para cumplir los contratos de suministro contraídos con los clientes.
No es que el gobierno de Maduro no esté consciente de esto, y que a su manera no haya intentado, infructuosamente, revertir la debacle petrolera. Es que no sabe.
Maduro reemplazó el año pasado a Eulogio del Pino y Nelson Martínez (dos ingenieros que habían hecho carrera en la industria) en la estatal petrolera y nombró presidente al general Manuel Quevedo, sin experiencia previa en la materia, con la orden de subir en un millón de barriles la producción petrolera. Esto por supuesto no se logró y la procucción ha continuado cayendo.
La fuente de poder en Venezuela es el petróleo
Ahora en el alto gobierno madurista se considera precipitadamente renunciar a los sueños de Chávez de desarrollar los crudos pesados de la Faja Petrolífera del Orinoco (de altos costos) y regresar a la explotación de los crudos livianos de los estados Zulia y Monagas. Sin embargo, esto no es posible sin un cambio de 180 grados de toda la política económica que ha aplicado el chavismo.
Otro dato revelador de la situación lo aporta una de las compañías de servicios de yacimientos petrolíferos más grandes del mundo, Baker Hughes. De acuerdo a su informe de mayo sólo había 28 taladros activos en Venezuela, nivel similar al del paro petrolero de diciembre 2002- enero 2003.
Eso es un tercio de los taladros operativos en 2014. Otra señal, no sólo de la caída de la producción petrolera, sino de que esta continuará todavía más.
Pese a la subida en los precios mundiales del petróleo, los ingresos de Venezuela van a seguir cayendo, y agravando por consiguiente la crisis humanitaria
El descontrolado proceso hiperinflacionario (según estimaciones del FMI la inflación anualizada es de 13.864%) ha pulverizado los salarios en bolívares, incluyendo a los trabajadores de la industria petrolera (en otra época los mejor pagados del país) afectando su operatividad.
Por otro lado, el mercado mundial de hidrocarburos está descontando el impacto de la caída de la producción y exportación venezolana. Incluso refinadores de Estados Unidos empiezan a sustituir el pequeño mercado caribeño que abandona Venezuela.
De modo que la velocidad de la debacle petrolera venezolana va muy por delante de las previstas sanciones o presiones de la Administración Trump en Washington contra el régimen de Nicolás Maduro.
Pese a la subida en los precios mundiales del oro negro, los ingresos de Venezuela van a seguir cayendo, y agravando por consiguiente la crisis humanitaria de la población, sin necesidad de ninguna coacción externa.
La fuente de poder dentro de Venezuela es el petróleo. Ese poder lo está liquidando el propio gobierno de Maduro con sus acciones.