Antonio José Chinchetru (ALN).- Inés Arrimadas y Carles Puigdemont han sido los grandes vencedores de unas elecciones autonómicas que dejan un escenario político extremadamente complejo en Cataluña. Al margen de Ciudadanos y el PDeCAT, el balance de los comicios tan sólo puede ser considerado como negativo para el resto de las formaciones y sus dirigentes, tanto regionales como nacionales en el caso de PP, PSOE y Podemos.
Cataluña ha salido de los comicios de este jueves fracturada en dos mitades difícilmente reconciliables. En cada una de ellas, una persona ha logrado consolidar e, incluso, acrecentar su liderazgo. Una es Carles Puigdemont, quien puede presumir de ser el líder del principal partido dentro de un independentismo que ha salido triunfante de las elecciones. La otra es Inés Arrimadas, quien ha conseguido convertir a Ciudadanos en el partido con mayor número de diputados en el Parlamento autonómico.
Aunque el independentismo haya conseguido la mayoría absoluta en escaños gracias a un sistema electoral diseñado a su medida, no lo ha hecho en votos. El Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y la Candidatura de Unidad Popular (CUP) suman el 47,49% de los sufragios emitidos. Esto no sólo les sitúa por debajo de la mitad de las papeletas depositadas en las urnas, sino que además supone una ligera caída con respecto a los anteriores comicios, en los que el separatismo obtuvo el 47,74% de los apoyos.
Esto, sin embargo, no impide que Carles Puigdemont se presente ante los suyos como el gran vencedor de estos comicios (por mucho que Ciudadanos se haya impuesto tanto en votos como en escaños). Ha conseguido dar la vuelta a la imagen de cobardía que transmitió su fuga a Bruselas frente a un Oriol Junqueras, el presidente de ERC, que se quedaba en España para afrontar ante la Justicia las consecuencias de sus actos. Los votantes independentistas han premiado la campaña populista y de corte caudillista de Junts per Catalunya (la marca electoral usada por el PDeCAT), que le presentaba como único presidente legítimo de Cataluña.
Puigdemont ha conseguido dar la vuelta a la imagen de cobardía que transmitió su fuga a Bruselas
Puigdemont se consolida como el gran líder independentista catalán, a pesar de que su imagen internacional sea desastrosa y sus únicos apoyos externos provengan de grupos de extrema derecha. Lo que importa dentro del separatismo es la lógica interna del bloque, y ahí ha logrado imponerse. Eso no significa que vaya a tenerlo todo fácil. El reglamento del Parlamento de Cataluña no le impide acceder a su acta de diputado sin presentarse en la Cámara. Tampoco al resto de los electos fugados a Bélgica ni a los encarcelados. En ningún momento se establece que tengan que hacer los trámites en persona.
Otra cosa es que pueda presentarse a la investidura como presidente autonómico. La normativa exige que esté en el Parlamento y que pronuncie un discurso. Para ello tendría que volver a España, arriesgándose a ser detenido y acabar en prisión provisional antes de poder acceder a la jefatura del Gobierno autonómico. Además, como el voto es necesariamente presencial –ni la prisión ni estar fugado de la Justicia forman parte de los pocos suspuestos en los que los diputados pueden ejercerlo a distancia– otros siete diputados independentistas (tres encarcelados y cuatro fugados) no podrían darle su apoyo en la investidura, por lo que tendría complicado conseguir la mayoría absoluta.
La #RepúblicaCatalana ha derrotat la monarquia del 155. Ara cal una rectificació, una reparació i una restitució. La recepta que Rajoy va vendre a Europa ha fracassat. Que prenguin nota #JuntsxCat pic.twitter.com/ITzsYVXwZw
— Carles Puigdemont 🎗 (@KRLS) 21 de diciembre de 2017
Puigdemont tiene un problema añadido. Tanto el PDeCAT como ERC (que se verá obligado a apoyarle en la investidura) han apostado en la campaña por una vía negociada para alcanzar la independencia. La CUP, sin cuyos votos no logran la mayoría absoluta, ha exigido en todo momento que se mantenga la vía unilateral y se actúe con una lógica de hechos consumados. A pesar de que ha pasado de contar con 10 diputados a tener tan sólo cuatro, la Candidatura de Unidad Popular todavía cuenta con una gran capacidad de presión sobre los dos grandes partidos independentistas, que necesitan su apoyo.
Inés Arrimadas, un valor en alza
Aunque al final no pueda aspirar a convertirse en presidenta de Cataluña, Inés Arrimadas es la gran vencedora de los comicios. Ha logrado que Ciudadanos se convierta en la mayor fuerza parlamentaria de la comunidad autónoma, con el añadido de que su partido ha superado al PDeCAT en casi cuatro puntos en porcentaje de votos. Es la primera vez que un partido no nacionalista tiene más escaños que cualquier otra formación en el Legislativo catalán. Esto es un duro golpe moral para el separatismo, a pesar de que este último se imponga como bloque.
La figura de Arrimadas ha sido clave en el gran resultado obtenido por su partido. Desde que ella sustituyó a Albert Rivera como líder regional, los resultados han mejorado de forma exponencial hasta multiplicar por cuatro el número de diputados autonómicos en tan sólo poco más de dos años y otros tantos comicios. Ella encabezó la lista de Ciudadanos por Barcelona en 2015. Su formación creció entonces de nueve escaños a 25, y ahora se ha incrementado hasta 37 (tres más que el PDeCAT).
¡Hemos ganado las elecciones en Cataluña! Gracias al 1.100.000 valientes que habéis llenado las urnas de ilusión. España necesita un nuevo proyecto de futuro 💪🍊🇪🇸 #CataluñaSomosTodos pic.twitter.com/IthekwWCVn
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) 21 de diciembre de 2017
Arrimadas no sólo se convierte en la principal figura de su formación en Cataluña. También se afianza como la gran líder del sector constitucionalista, un bloque que en total ha pasado de contar con el 39,17% a recibir el apoyo del 43,49% de los electores. Dentro de este sector el gran perdedor ha sido el Partido Popular (que pasa de 11 a tres asientos). Es un mal resultado para su líder regional, Xavier García Albiol. Pero también lo es para Mariano Rajoy y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Ambos han marcado las grandes líneas de la estrategia del PP en esta campaña y son además los responsables de haber convocado los comicios.
También es un mal resultado para el primer secretario del Partido de los Socialistas de Catalunya (PSC-PSOE), Miquel Iceta. Aunque ha logrado un diputado más que en los anteriores comicios, no deja de ser el segundo peor resultado histórico del PSC en unas elecciones autonómicas. Los guiños al independentismo han pasado factura a Iceta, que además queda ahora atrapado en su propia estrategia electoral. Incluyó en sus listas a miembros del nacionalismo moderado de ideología democristiana (procedentes de la antigua Unió Democràtica de Catalunya).
El resultado es malo para Xavier García Albiol, pero también para Mariano Rajoy
Ahora, en su labor de oposición tendrá que tener gestos hacia ellos, en un tipo de actividad parlamentaria que puede seguir restándole apoyos en esa mitad de la población catalana opuesta al separatismo. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, queda también tocado por el resultado de las elecciones catalanas. Su apoyo a la estrategia de Iceta ha sido absoluto tanto en estos comicios como en los de 2105, en los que obtuvo unos resultados todavía peores.
Los resultados también han sido malos para la coalición Catalunya en Comú-Podem (impulsada por Podemos) que jugaba a la equidistancia entre el separatismo y los contrarios a este. Los votantes han castigado esta ambigüedad. Salen así dañados tanto el candidato, Xavier Domènech, como Pablo Iglesias y Ada Colau, que le impulsaron como cabeza de lista.