Leticia Núñez (ALN).- Latigazo tras latigazo, el Premio Nobel de Literatura ofreció un discurso cargado de significado e intención contra los secesionistas catalanes. Les acusó de querer hacer retroceder a España a “país tercermundista”. Con la firmeza propia de quien ha combatido la dictadura de Alberto Fujimori en Perú y del chavismo en Venezuela, advirtió: “Estamos aquí para pararlo”.
La contundencia con la que Mario Vargas Llosa se manifestó este domingo en Barcelona aún resuena en buena parte del mundo. Fueron nueve minutos de discurso. Nueve intensos minutos en contra del nacionalismo y el independentismo catalanes. Nada de guardarse lo más fuerte para el final. El Premio Nobel de Literatura optó por dar un latigazo en cada frase que pronunció. Arrancó su intervención afirmando que la democracia española “está aquí para quedarse y ninguna conjura independentista la destruirá”. Primer aviso al presidente catalán, Carles Puigdemont, y al vicepresidente, Oriol Junqueras, y primer trallazo de los muchos que vendrían. No rehúye el combate. No es de los que se esconden. Y no lo hizo en Barcelona.
Él, que definió la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México como “la dictadura perfecta”. Él, que combatió la dictadura de Alberto Fujimori en Perú y la de Fidel Castro en Cuba. Él, que se ha mostrado como un duro crítico con el chavismo en Venezuela y que retrató al régimen del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo en “La fiesta del chivo”, ahora se convierte en el azote del independentismo catalán. No hubo ni una sola frase que estuviera fuera de lugar en el pensamiento que lleva años defendiendo.
De ahí que Vargas Llosa acusó al movimiento secesionista de querer hacer retroceder a España a “país tercermundista”. Con la firmeza como su mejor arma, previno por segunda vez: “Y no lo vamos a permitir. Aquí estamos ciudadanos pacíficos que creemos en la coexistencia y en la libertad. Y vamos a demostrarles a esos independentistas minoritarios que España es ya un país moderno, un país que ha hecho suya la libertad y que no va a renunciar a ella”.
“La pasión puede ser destructiva cuando la mueven el fanatismo y el racismo”
En un discurso directo a la fibra, al sentimiento, el escritor hispano-peruano anticipó incluso algunas posibles consecuencias al señalar que “el nacionalismo ha llenado la historia de Europa, del mundo y de España de guerra, sangre y cadáveres”.
También alertó que “la pasión puede ser destructiva cuando la mueven el fanatismo y el racismo. La peor de todas es la pasión nacionalista”. Llegados a este punto, no dudó en señalar como responsables de “la conjura golpista” a los “señores Puigdemont y Junqueras, y la señora Forcadell”. Y acto seguido describió a los manifestantes concentrados en las calles de Barcelona como “catalanes democráticos, que no creen que son traidores los que piensan distinto a ellos. Son catalanes que creen en la democracia, en la libertad, en el Estado de derecho y en la Constitución”.
Aunque juró que no volvería a la política tras perder las elecciones presidenciales en Perú contra Alberto Fujimori en 1990, el acto de este domingo refleja que la inquietud de Vargas Llosa por la política es permanente. El del escritor fue, además, un mensaje que llegó a todas las partes del mundo. Por eso, aupado por la multitud, denunció “los estragos que el nacionalismo viene causando desde hace tiempo” en Cataluña y a continuación advirtió firme: “Estamos aquí para pararlo”. Tercer aviso para Puigdemont. Enésimo latigazo.
También hubo un cuarto y un quinto apercibimientos. Y un sexto. Tocó todos los palos. Tras la política, llegó la economía. Fue igual de rotundo: “No queremos que los bancos y las empresas se vayan de Cataluña como si fuera una ciudad medieval acosada por la peste. No queremos que los ahorristas catalanes retiren su dinero por la desconfianza, por la inseguridad jurídica que les merece el futuro. Queremos, por el contrario, que los capitales y las empresas vengan a Cataluña para que vuelva a ser, como tantas veces en su historia, la capital industrial de España y la locomotora de su desarrollo y prosperidad”.
“No queremos que las empresas se vayan de Cataluña como si fuera una ciudad medieval acosada por la peste”
En su discurso de unidad y entendimiento -recordó que las historias de España y Cataluña se juntaron hace 500 años para crear una sociedad multicultural- también hubo espacio para la cultura. Así, Vargas Llosa, quien vivió en Barcelona a finales de los años 70, mostró su deseo de que la región “vuelva a ser la capital cultural” de España.
“Como era cuando yo vine a vivir aquí. La dictadura se deshilachaba y hacía aguas por todas partes. Y ninguna ciudad española aprovechó tanto como Barcelona esos resquicios de libertad para volcarse al mundo y traer del mundo las mejores ideas, los mejores libros, todos los grandes logros de la vanguardia”, explicó.
De ahí la importancia de su presencia en Barcelona. No buscaba liderazgo político. Renunció a él a finales de los 90. Pero sí se ha erigido en un referente moral para muchos. Por eso, la defensa de España como “tierra de libertad y de legalidad” y el rechazo a la pasión nacionalista, no son sino una nueva dosis de coherencia por parte del Vargas Llosa de siempre, del que no se muerde la lengua.