Antonio José Chinchetru (ALN).- Los dirigentes independentistas catalanes han cometido en las últimas semanas una serie de errores estratégicos que los han debilitado tanto ante sus propios seguidores como ante la comunidad internacional que querían ganar para su causa. El expresidente Carles Puigdemont ha protagonizado algunos de ellos en su comparecencia ante los medios en Bruselas de este martes.
Hasta la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre, el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) de Carles Puigdemont, la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) de Oriol Junqueras y la ultraizquierdista Candidatura de Unidad Popular (CUP) marcaban la agenda y llevaban la iniciativa ante un Gobierno español que siempre actuaba a la contra. En el último mes, sin embargo, la situación se ha dado la vuelta. El independentismo catalán ha sido víctima de su propia propaganda e improvisación. Ha chocado con realidades que no habían previsto tras ignorar durante años las señales que llegaban desde fuera de sus propias filas.
1. No previeron la fuga de empresas
Desde que el expresidente de la Generalitat Artur Mas pusiera en marcha el llamado proceso independentista, la propaganda del separatismo ha insistido en que las empresas querrían quedarse en una hipotética república catalana. Lo hacía a pesar de que desde ese año se estaba produciendo un goteo constante de empresas que se trasladaban desde Cataluña a otras partes de España. Mas, Puigdemont y otros dirigentes secesionistas preferían escuchar a los pocos economistas y empresarios que les daban la razón. La masiva salida producida desde el referéndum ilegal del 1 de octubre, en la que han participado casi todas las grandes empresas de la región, los pilló desprevenidos y dejó en evidencia la falsedad de su discurso económico.
2. Ignoraron los mensajes de la Unión Europea
La propaganda independentista ha insistido durante años en la idea de que uns Cataluña independiente seguiría formando parte de la UE, y que incluso la secesión sería apoyada por muchos dirigentes comunitarios. En paralelo, los máximos responsables europeos insistían en todo lo contrario. Desde el referéndum ilegal del 1 de octubre los mensajes desde la UE en este sentido y en apoyo a la unidad de España se han multiplicado. Para el discurso secesionista fue especialmente demoledora la presencia y las intervenciones en este sentido de los presidentes del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la entrega de los Premios Princesa de Asturias.
3. Presumieron de inexistentes apoyos internacionales
El independentismo ha gastado mucho tiempo y esfuerzo en lograr apoyos de gobiernos extranjeros y organizaciones internacionales. Ha trabajado bien en ese terreno, pero desconocieron la importancia de la realpolitik. A pesar de que estaban seguros de que habría una presión internacional para forzar al Gobierno español a aceptar su Declaración Unilateral de Independencia, decenas de Ejecutivos de todo el mundo han mostrado de forma pública su apoyo a la unidad de España. Sólo dos países, que no están reconocidos como tales más que por Rusia, Nicaragua y Venezuela y en la práctica son protectorados rusos en territorio de Georgia, han dicho que estudiarían reconocer la república catalana si se les pide. Se trata de Abjasia y Osetia del Sur. Hasta Nicolás Maduro, que llevaba tiempo apoyando el independentismo, ha guardado silencio.
4. Descontaron el silencio de ‘los otros catalanes’
Durante décadas, en Cataluña funcionó una espiral de silencio por la cual muchos no nacionalistas no se atrevían a romper el discurso dominante en los medios de comunicación públicos catalanes y los privados, regados con ingentes subvenciones. El PDeCAT, ERC, la CUP y las organizaciones Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural dieron por hecho que siempre sería así. Dos manifestaciones masivas en Barcelona por la unidad de España, en cada una de las cuales participó un millón de personas, han roto su discurso de que todo el pueblo catalán está unido a favor del independentismo.
5. Dieron por segura la complicidad activa o pasiva de la izquierda
Los antecedentes hicieron prever a los independentistas que los partidos de izquierdas nominalmente no nacionalistas serían sus compañeros de viaje o, al menos, no se opondrían a su proyecto. Contaban con la complicidad pasiva del PSOE y su rama catalana, el PSC, generalmente reacios a cualquier acuerdo con el PP, y con la activa de Podemos, que siempre ha propugnado la alianza con el separatismo. No contaron con que el líder de los socialistas españoles, Pedro Sánchez, y el de los catalanes, Miquel Iceta, terminaran acercando posturas con el Gobierno de España. Tampoco tenían previsto que Pablo Iglesias decidiera intentar atajar la debacle electoral que vaticinan las encuestas para su formación dando un giro estratégico de 180 grados al comenzar a oponerse al separatismo catalán.
6. No aplicaron la Teoría de Juegos con Mariano Rajoy
La Teoría de Juegos explica que para lograr el éxito se debe tener en cuenta las posibles decisiones que tomen el resto de los agentes que participan en la situación. El independentismo no lo ha hecho con Mariano Rajoy. Descontó que su respuesta iba a ser posiblemente desproporcionada y eso les permitiría presentarse como víctimas ante el mundo, para forzar al Gobierno a una negociación que llevara a una independencia pactada. Carles Puigdemont y los suyos no esperaban, a pesar de que todas las señales indicaban que eso iba a ocurrir, que el presidente del Gobierno convocara elecciones autonómicas para el día 21 de diciembre.
7. Quedaron atrapados en sus contradicciones
Al no prever que Mariano Rajoy iba a convocar elecciones autonómicas se encontraron en una situación en que cualquier decisión es mala para ellos. Si decidían no concurrir a los comicios no podrían insistir en que son demócratas y en que quieren que el pueblo se exprese en las urnas. Además, la pérdida de poder y todo lo que ello conlleva sería segura. Si aceptaban presentarse, después de haber proclamado la independencia, estarían reconociendo de facto tanto la legitimidad del Estado español para llamar a elecciones como su incapacidad para crear su república. Al final han optado por esta vía, con lo que han caído en una contradicción profunda que muchos de sus seguidores pueden ver como muestra de debilidad.
8. Denunciaron una inexistente violencia del Gobierno ante la DUI
En su intervención de este martes en Bruselas, Carles Puigdemont ha insistido en que ha habido una respuesta muy violenta por parte del Gobierno a la Declaración Unilateral de Independencia (DUI). Lo ha dicho varias veces, a pesar de que no ha habido ningún episodio violento tras la proclamación de la república catalana por el Parlamento de Cataluña. El expresidente catalán ha llegado a decir que él mismo y quienes le han acompañado a la capital belga “estamos señalados por grupos violentos” y que el Ejecutivo de Rajoy “alienta a grupos de extrema derecha”. Su discurso queda, una vez más, en evidencia ante todo aquel que no sea un independentista convencido dispuesto a hacer más caso a la propaganda que a la realidad.
9. Demostraron cobardía en el liderazgo
Quien quiere proclamar un Estado independiente necesita protagonizar gestos que puedan ser percibidos como épicos. Carles Puigdemont y los suyos han hecho lo contrario. No se atrevieron a proclamar la república de forma clara tras el referéndum ilegal del 1 de octubre. Cuando por fin lo llevaron a cabo, lo hicieron mediante voto secreto para evitar sanciones penales. En vez de salir al balcón del Palacio de la Generalitat para anunciarlo a los allí congregados para celebrarlo (apenas 17.000 personas en una ciudad de 1,6 millones de habitantes sin contar las ciudades dormitorios cercanas), Puigdemont salió de Barcelona hacia Girona y después apareció en Bruselas. Se ha marchado a la capital belga con parte de sus ya exconsejeros, a salvo (al menos por el momento) de la Justicia mientras reclama valor a quienes se quedan en Cataluña. Estos gestos de cobardía desconciertan a muchos independentistas y pueden desmovilizar a muchos de ellos que se sienten defraudados.