Antonio José Chinchetru (ALN).- Desde la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre, la actitud de Pedro Sánchez y el PSOE ha ido variando con el paso del tiempo y la evolución de los acontecimientos. Han dado fuertes virajes en su discurso, que reflejan una estrategia cambiante frente a los separatistas y el Gobierno de Rajoy.
El desafío independentista catalán ha supuesto la auténtica prueba de fuego de Pedro Sánchez como líder de la oposición en una situación de grave crisis política para España. La actitud del secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ante la situación ha ido variando con el paso del tiempo. Tras una primera fase en la que mantuvo una actitud equidistante entre el Gobierno y el independentismo, mostrándose crítico con ambos, se convirtió en un firme aliado del Ejecutivo para convertir en papel mojado la declaración unilateral de independencia.
Sin embargo, una vez conseguido este objetivo, vuelve a marcar distancias con el Gobierno. Aunque sin pasar a apoyar a los separatistas, ahora defiende que la solución a la crisis no pasa por los tribunales sino por el diálogo con los secesionistas. Durante las últimas semanas, el secretario general del PSOE ha mantenido una actitud cambiante que puede representarse estructurada como una obra de tres actos.
Acto 1: Equidistancia entre el Gobierno y el independentismo
Tanto en su primera llegada a la Secretaría General del PSOE como en la segunda ocasión en que logró este cargo, Pedro Sánchez contó con el firme apoyo de la dirección del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), formación ‘hermana’ de su partido en esa región española. El PSC ha estado tradicionalmente dividido por lo que comúnmente se llama su ‘doble alma’. En su seno conviven nacionalistas con no nacionalistas, si bien tradicionalmente las mayores cuotas de poder interno les corresponden a los primeros. Ante el desafío independentista, el PSC y su primer secretario, Miquel Iceta, optaron por la equidistancia, una actitud que fue secundada por Pedro Sánchez.
La misma noche del 1 de octubre, tras la celebración del referéndum ilegal en Cataluña (en el que se vieron imágenes de personas que votaban varias veces), Sánchez ofreció una rueda de prensa. Arrancó su intervención diciendo: “Hemos vivido la crónica anunciada del fracaso de dos políticas: la del rupturismo del independentismo catalán y la del inmovilismo de quien gobierna España desde hace ya seis años”. Acto seguido criticó tanto al Gobierno de la Generalitat por convocar la consulta como al Ejecutivo de Rajoy por la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Tres días después, el PSOE anunciaba en el Congreso de los Diputados una iniciativa para reprobar a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, por las cargas policiales.
El PSOE fue el único partido del ‘bloque constitucionalista’ que no acudió a la manifestación por la unidad de España en Barcelona el 8 de octubre
El 8 de octubre se celebró una multitudinaria manifestación en Barcelona a favor de la unidad de España, en la que participó cerca de un millón de personas. Convocada por la organización Sociedad Civil Catalana, contó con el respaldo de dos de los tres grandes partidos del denominado ‘bloque constitucionalista’, el Partido Popular (PP) y Ciudadanos. Ambas formaciones estuvieron representadas por algunos de sus máximos representantes. Por parte del PP estuvieron, entre otros, los vicesecretarios de Comunicación, Pablo Casado, y de Estudios y Programas, Andrea Levy, además de por la ministra de Sanidad, la catalana Dolors Montserrat. Entre quienes acudieron representando a Ciudadanos destacaron su presidente, Albert Rivera, y su líder en Cataluña, Inés Arrimadas.
Uno de los oradores del acto era un histórico dirigente del socialismo español: Josep Borrell, exministro con Felipe González y expresidente del Parlamento Europeo. A pesar de ello, ni PSC ni PSOE respaldaron la convocatoria. Además, ningún líder socialista participó en la manifestación.
Las encuestas publicadas en los medios comenzaban a reflejar un ligero desgaste en el apoyo al PSOE en esas fechas. Se frenaba así la tendencia de los últimos meses, que mostraban un Partido Socialista que seguía sin poder aspirar al Gobierno pero que reducía de forma constante la distancia con el PP.
Acto 2: Firme aliado del Gobierno
Según avanzaba el desafío independentista, el PSOE comenzaba a variar su postura. El 10 de octubre, el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, proclamaba la independencia para suspenderla segundos después. Miquel Iceta le reprochó el daño que había hecho a Cataluña y le exigió convocatoria de elecciones. Comenzaba el viraje del Partido Socialista, que cobraría fuerza al día siguiente. El 11 de octubre, Pedro Sánchez y Mariano Rajoy se reunían en la sede del Gobierno español, el Palacio de La Moncloa, para tratar la crisis política.
Los contactos entre el Gobierno y el PSOE por una parte y Ciudadanos por otra se multiplicarían. Las posiciones cada vez eran más próximas, si bien por parte de la formación de Albert Rivera el apoyo al Ejecutivo ya era firme. El 20 de octubre culminaba el proceso y se establecía una alianza del Gobierno con los socialistas, liderados por Sánchez, y Ciudadanos. Ese día se hacía público que habían alcanzado un acuerdo para activar el artículo 155 de la Constitución para intervenir la autonomía catalana y convocar elecciones regionales.
Fracasada una negociación para que fuera el propio Puigdemont quien convocara los comicios, el 26 de octubre se votó en el Senado la puesta en marcha del artículo 155, que incluía la destitución del Gobierno autonómico catalán. Se produjo horas después de que el Parlamento regional proclamara de forma unilateral la independencia. El PSOE voto junto con el Partido Popular y Ciudadanos.
La manifestación por la unidad de España del 29 de octubre sí estuvo apoyada por los socialistas
Una nueva manifestación a favor de la unidad de España volvió a recorrer Barcelona el 29 de octubre. De nuevo fue multitudinaria, con más de un millón de asistentes. A diferencia de tres semanas antes, esta vez sí estaba apoyada por los socialistas. Era una muestra del giro estratégico marcado por Pedro Sánchez. Las encuestas electorales reflejaban que los ciudadanos premiaban esta actitud, y comenzaban a reflejar una nueva subida de apoyos al PSOE.
Acto 3: Marca distancias con el Gobierno
La acción de los tribunales ha marcado una nueva etapa en la respuesta del Estado ante el desafío independentista, si bien lo hace en un terreno donde no actúa el Gobierno. La magistrada de la Audiencia Nacional Carmen Lamela ordenó el día 2 de noviembre la prisión incondicional del exvicepresidente del Gobierno catalán, Oriol Junqueras, y siete exconsejeros (ministros regionales). Los motivos eran el riesgo de fuga, evidente tras la marcha de Puigdemont y varios miembros de su antiguo Ejecutivo autonómico a Bruselas, y la posibilidad de que trataran de obstaculizar la investigación.
Pedro Sánchez recuperó en Aragón la equidistancia entre el independentismo y el Gobierno de Rajoy
Ni PP ni Ciudadanos criticaron la medida, pero Sánchez sí lo hizo. Sin caer en el discurso de los independentistas y Podemos, que hablan de “presos políticos”, se distanció de las órdenes judiciales. En un acto celebrado este domingo en Aragón, dijo: “La justicia actúa, pero nunca hay soluciones judiciales para problemas políticos. La única vía para resolver los problemas políticos es el diálogo, la política”. En esa intervención recuperó la equidistancia entre el Gobierno y el independentismo al decir que “ni España ni Cataluña se construyeron nunca desde los extremos”, equiparando al Ejecutivo con los separatistas, y que “queremos una España distinta a la que quiere el PP, plural”.
Según se vayan acercando las elecciones, y evolucionen las encuestas, se verá si se trata de un mero acto o es el inicio de un nuevo giro político por parte de Pedro Sánchez.