Antonio José Chinchetru (ALN).- Uno gobierna un país con más de 320 millones de habitantes que es la principal potencia mundial. El otro aspira a repetir como presidente de una región en la que viven 7,4 millones de personas y a la que quiere independizar de España. A pesar de esas diferencias, son muchos los puntos en común entre Donald Trump y Carles Puigdemont. ALnavío repasa los 9 más destacados.
El nacionalismo populista se ha mostrado como una poderosa herramienta política en los últimos años. Es la característica principal de dirigentes de varios continentes, como el ya fallecido Hugo Chávez en Venezuela o Viktor Orbán en Hungría. Es algo que también comparten Donald Trump y Carles Puigdemont. Pero las semejanzas entre los dos últimos van mucho más allá. ALnavío ha seleccionado las nueve coincidencias más destacados entre el presidente de Estados Unidos y el político catalán fugado de la justicia en Bélgica.
1.- Presidentes por sorpresa
Cuando Donald Trump se presentó a las primarias del Partido Republicano, ningún analista creyó que tuviera opción alguna de ser el candidato de esta formación para llegar a la Casa Blanca. Cuando resultó nominado, casi nadie pensaba que pudiera resultar vencedor frente a la demócrata Hillary Clinton. Sin embargo, lo logró.
La llegada en enero de Carles Puigdemont a la Presidencia de la Generalitat de Cataluña fue una sorpresa aún mayor. No había sido el candidato de Junts pel Sí –la coalición electoral formada por Convergencia Democràtica de Catalunya (actual Partido Demócrata Europeo Catalán, PDeCAT), Esquerra Republicana de Catalunya y otros pequeños partidos separatistas) al cargo. Sin embargo, la negativa de la ultraizquierdista Candidatura de Unidad Popular (CUP) a investir a Artur Mas le impulsó hasta el cargo.
2.- Populismo nacionalista
Ambos políticos son marcadamente nacionalistas, y han hecho de ese elemento el centro de su acción política. Pretenden presentarse como los defensores de las esencias de lo que ellos consideran su nación y quienes se oponen a su visión llegan a ser señalados por los seguidores como enemigos de la misma.
3.- Adiós al nacionalismo para casarse
El nacionalismo de Trump y Puigdemont tiene una excepción, la que se refiere a sus relaciones de pareja. El presidente de Estados Unidos se ha casado tres veces, en dos de los casos con extranjeras. La mujer del político catalán también tiene sus raíces en un país diferente. Ambos comparten su querencia romántica hacia mujeres de Europa Central y Oriental, si bien con matices. El inquilino de la Casa Blanca ha contraído matrimonio en dos ocasiones con eslavas. Su primera esposa, Ivana Trump, es checa y la actual, Melania Trump, es eslovena. Puigdemont, por su parte, está casado con la rumana Marcela Topor.
4.- Caudillismo
Ambos políticos comparten, dentro de su visión nacional populista, unas formas caudillistas. El ejercicio del poder es muy personalista, por encima incluso de las estructuras de sus propios partidos políticos. Donald Trump está enfrentado a buena parte de los republicanos y, en el caso de Puigdemont, un sector importante del PDeCAT no compartió la estrategia de crear una lista electoral con un nombre diferente al de la propia formación, Junts per Catalunya.
La campaña con la que esta lista independentista se presentó a los comicios del 21 de diciembre se caracterizó por su alto nivel de personalismo y caudillismo (Ver más: ‘Carles Puigdemont se presenta a las elecciones como un caudillo populista’). La idea central era, y ese sigue siendo el eje de su acción política, que el fugado en Bélgica es el único presidente legítimo de Cataluña.
Este caudillismo es el reflejo de una concepción de la política de personalidades con una alta dosis de egolatría. Todo el ejercicio del poder pasa a través de ellos, que se sitúan en el centro del foco de atención, sin permitir que sus colaboradores puedan llegarles a hacer algún tipo de sombra.
5.- Eficacia en la comunicación
Aunque la comunicación es fundamental para cualquier político, algunos la realizan mejor que otros –Barack Obama y Ronald Reagan fueron grandes maestros en esta materia, por ejemplo–. Donald Trump y Carles Puigdemont destacan por dominar este terreno mejor que sus rivales. Ambos saben proporcionar titulares y convertirse en el centro de la agenda mediática. El estadounidense tuvo su propio reality show, El Aprendiz, que duró 14 temporadas y durante décadas fue una presencia habitual en numerosos programas de entrevistas y entretenimiento.
El catalán comenzó su trayectoria profesional como periodista de prensa local. Maneja bien la proyección mediática de los medios, si bien en los últimos meses ha cometido una serie de errores muy graves en esta materia (Ver más: ‘Cataluña | 5 ejemplos de cómo Carles Puigdemont se ha convertido en objeto de burla internacional’).
Además, y como otros presidentes nacionalistas catalanes, Puigdemont ha tenido (y sigue teniendo) a su favor a la televisión y la radio públicas autonómicas, TV3 y Catalunya Ràdio, así como numerosos medios de comunicación privados cuya cuenta de resultados ha dependido directamente de las subvenciones y la publicidad institucional del gobierno catalán. En eso se diferencia de Trump, que tiene a la mayor parte de los grandes medios estadounidenses en su contra.
6.- Vetos a medios no afines
Ninguno de los dos mantiene una buena relación con los periodistas y medios de comunicación que no les son afines. Eso sí, hay profundas diferencias. Puigdemont, de formas más correctas, opta por hacerles el vacío. Trump, más arisco y de maneras más agresivas, no duda en insultarles y acusarles constantemente de publicar mentiras.
Lo que sí comparten es la práctica de establecer vetos a los medios que les resultan incómodos. Donald Trump lo hizo en la campaña electoral, en la que se negó de forma sistemática la acreditación a medios como The Washington Post, BuzzFeed, Politico, The Huffington Post, The Daily Beast, Univisión y The Des Moines Register.
Carles Puigdemont se ha comportado de forma similar desde que se fugó a Bélgica. En la primera comparecencia ante los medios en Bruselas, negó la oportunidad de preguntar a cualquier periodista español, con la excepción de TV3 (controlada por los independentistas). En la mañana del 21 de diciembre, coincidiendo con las elecciones autonómicas, convocó una rueda de prensa en la capital belga. Se prohibió el acceso a todos los medios españoles de fuera de Cataluña.
7.- Uso intensivo de Twitter
Aunque cualquier político importante actual está presente en las redes sociales, pocos hacen un uso tan intensivo del que tiene un pájaro azul por logo como ellos. Además, y a diferencia de otros, tanto Trump como Puigdemont manejan personalmente sus cuentas.
El estadounidense (@realDonaldTrump) se unió a Twitter en marzo de 2009, y desde entonces ha publicado más de 36.700 mensajes. Tuitea desde primera hora de la madrugada y utiliza ese canal para enviar mensajes tanto a sus seguidores como a sus rivales políticos y gobernantes de todo del mundo. Es habitual que también insulte a periodistas y a otras personalidades críticas con él.
Puigdemont (@KRLS) llegó antes, en diciembre de 2007. Fue el primer miembro del Parlamento catalán en tener cuenta en esa red social, en la que ha escrito en más de 15.300 ocasiones. Ha hecho un uso especialmente intensivo de ella desde que se fugó a Bélgica.
8.- Gobernar con menos votos que su principal rival
Debido al sistema estadounidense, donde el ganador en un estado se hace con todos los delegados o ‘votos electorales’ del mismo, Trump fue elegido presidente de Estados Unidos a pesar de que le apoyaron casi 2,9 millones menos de electores que a Hillary Clinton. Si, mediante el acuerdo de Junts per Catalunya con ERC y la CUP, Carles Puigdemont logra ser investido jefe del Gobierno catalán, lo será a pesar de que su candidatura no haya sido la que obtuvo un mayor respaldo en los comicios. Ciudadanos, liderado en Cataluña por Inés Arrimadas, obtuvo 161.000 votos más que la lista presentada por el PDeCAT.
Además, la mayoría absoluta que suman en el Parlamento las tres formaciones independentistas es posible gracias al sistema electoral y el reparto de escaños por provincias (Ver más: ‘Cataluña | El sistema electoral favorece a los independentistas’). Junts Per Catalunya, ERC y CUP suman el 47,49 de los votos, pero tienen el 51,85% de los diputados electos.
9.- Voto rural y de pequeñas ciudades
Los dos políticos comparten la característica de ser el candidato preferido en las zonas rurales y contar con menos apoyo en las mayores poblaciones. Donald Trump logró el 62% de los votos de las ciudades pequeñas y los entornos rurales, el 50% de la periferia urbana (frente a un 45% que logró allí Clinton) y sólo un 35% de poblaciones de más de 50.000 habitantes. No logró imponerse en ninguna ciudad de más de un millón de habitantes.
Junts per Catalunya (y el conjunto del independentismo) se impuso con comodidad en las provincias de Girona y Lleida (con la excepción de la capital y del Valle de Arán), en las que no hay grandes núcleos urbanos. La candidatura de Puigdemont (o, en su defecto, la también independentista ERC) venció también en las zonas rurales de Barcelona y Tarragona. Sin embargo, en las zonas urbanas de estas dos provincias y la ciudad de Lleida, que son las áreas más pobladas y de una economía menos agraria, los vencedores fueron los constitucionalistas, con un claro predominio de Ciudadanos. El partido de Albert Rivera e Inés Arrimadas resultó ganador en las 10 ciudades más pobladas de Cataluña, incluyendo tres de las cuatro capitales de provincia.